Capitulo Doce.

5.6K 256 3
                                    

Capitulo Doce.
Los dos días siguientes pasaron en un abrir y cerrar de ojos, y ______consiguió evitar cualquier posible confrontación con su padre simplemente porque no coincidieron. Su padre abandonaba la finca por la mañana antes de que ella llegara para trabajar, y cuando regresaba ya hacía rato que ella se había ido.

Aquello debería haberla calmado un poco, pero en cambio tuvo en ella el efecto contrario. Se sentía como un pavo antes del día de Acción de Gracias, con el alma en vilo y a la espera de que el filo del hacha cayera en cualquier momento sobre su cuello.

Y Jack no la estaba ayudando en absoluto.

En el trabajo no podía relajarse porque estaba demasiado ocupada… por no hablar de que tenía que mantenerse vigilante no fuera a aparecer de improviso su padre, y en «casa» tampoco podía relajarse porque Jack no la dejaba sola un instante. O al menos ésa era la impresión que ella tenía.

Si iba a darse un baño a la piscina al salir se encontraba con él junto a la escalerilla sosteniendo una toalla para ella. Si salía a dar un paseo por el jardín, aparecía detrás de ella. Y luego, cuando se metía en aquella cama gigantesca e intentaba dormir, se iba arrimando a ella hasta acabar a su lado, y hacía que le costase horas dormirse.

Aquella noche, sin embargo, por primera vez desde el día de su apresurada boda, ______ tenía toda la casa para ella sola. Jack le había dejado un mensaje en el contestador diciéndole que había tenido que salir por asuntos de trabajo, y que no sabía a qué hora iba a regresar. Al escucharlo se había sentido algo decepcionada, pero se había dicho que probablemente era sólo porque estaba empezando a acostumbrarse a tenerlo todo el día pegado a los talones.

Así que, para demostrarse que podía disfrutar de esos momentos de libertad, subió al dormitorio, encendió la cadena de música del salón, y puso un CD de rock clásico. Luego entró en el cuarto de baño, echó un buen chorro de gel de baño dentro de la enorme bañera para que se formara espuma, y abrió los grifos. Mientras se iba llenando y los espejos se empañaban con el vapor, se quitó la ropa, dejando caer las prendas sobre el suelo de losetas azules, y tomó de la encimera del lavabo una botella de brute cuvée que se había llevado de la finca y se sirvió una copa. Bebió un sorbo, y de inmediato se dibujó una sonrisa en sus labios y suspiró relajada.

Luego, dejando la copa sobre la encimera de mármol, se volvió hacia el espejo para recogerse el cabello con una pinza. Se miró satisfecha del resultado y, sonriente, tomó de nuevo la copa de vino y se metió en la bañera, que parecía diseñada para una reina.

Aún no había acabado de llenarse, así que se recostó contra el borde y sintió cómo poco a poco el estrés de los dos últimos días se disipaba por la acción del vino, el agua caliente y el suave olor a jazmín del gel de baño. Tenía todo lo que una chica podía desear.

—Bueno, no todo —se corrigió tomando otro sorbo de vino.

Y con sólo murmurar esas palabras sus pensamientos volvieron al hombre que se había convertido en su marido.

No era la primera vez que le ocurría. Mientras hablaba por teléfono con el encargado del servicio de catering por ejemplo, se había descubierto de repente garabateando el nombre de Jack en una libreta. Y luego, cuando había estado hablando con una novia bastante nerviosa, se había pillado recordando el momento en el que había avanzado por el salón vestida de blanco, y la expresión en el rostro de Jack justo antes de besarla.

Sociedad de Escándalo. (Jack Harries.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora