Capitulo Nueve.

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Capitulo Nueve
—¿Qué se supone que tienes que meter en la maleta cuando te vas de casa? —masculló ______ para sí mientras abría de par en par las puertas de su armario.

Bueno, si iba a estar casada durante un año ya se encargaría de hacer que le fuesen enviando todo lo que necesitase, pero… ¿qué debería llevarse para las primeras semanas?

Agrupó varias perchas y dejó caer el montón de prendas sobre su cama, junto a la maleta abierta. A pesar de que su madre siempre estaba diciéndole que eso era tarea de las criadas, hacía ya muchos años que se preparaba ella misma la maleta cuando tenía que salir de viaje. Le gustaba saber qué llevaba y qué no, no encontrarse al llegar a donde fuera con que no le habían metido en la maleta algo que habría querido llevarse.

Fue escogiendo, doblando y guardando las prendas de un modo rápido y eficiente mientras hacía una lista mental de las otras cosas que iba a necesitar: maquillaje, cepillo… ¿Tendría su marido un secador de pelo? Por si acaso sería mejor que se llevase el suyo.

Tan absorta estaba en lo que estaba haciendo, que no oyó a su madre entrar en la habitación.

—¿Te importaría darme una explicación?

Las manos de _______ se detuvieron y su rostro se contrajo antes de que se volviese a mirar a su madre, Lilah Jensen Rumsfeld, de pie a unos metros de ella, escrutándola con esos ojos azules a los que no se les escapaba nada.

A sus cuarenta y nueve años, su madre todavía era una belleza. Su cabello pelirrojo tenía canas, naturalmente, pero las frecuentes visitas al salón de belleza mantenían su color natural, y lo llevaba en una media melena con un corte que también le quitaba algunos años. Ese día vestía un traje de firma de chaqueta y pantalón de color crema, y una blusa de seda carmesí. Un juego de pendientes y pulseras de oro relucían con un brillo dorado en sus orejas y sus muñecas, y gracias a la estricta dieta que seguía su figura seguía siendo tan esbelta como años atrás, cuando había entrado a trabajar para Spencer Rumsfeld como secretaria.

—Hola, mamá —la saludó ______irguiéndose y haciendo acopio de valor.

Quería a su madre, pero sabía que habría sido más feliz si nunca hubiese tenido hijos. No era que su madre no sintiese afecto por ellas y su hermano Trace, sólo que no tenía demasiado instinto maternal. Siempre la habían preocupado más las asociaciones a las que pertenecía y los eventos sociales que el criar a sus hijos. De hecho, Paige, Trace y ella habían estado durante toda su infancia bajo el cuidado de una sucesión de niñeras.

—No te he oído entrar.

—No me sorprende —contestó su madre señalando con un elegante ademán la maleta abierta—; veo que tienes otras cosas en mente.

_____sintió una punzada de culpabilidad.

—Sí, bueno… querría habértelo dicho, pero estabas en ese acto benéfico y…

—¿Eres consciente de la situación en la que me has puesto con esto?

_______inspiró profundamente.

—Lo sé, sé que papá se disgustará cuando sepa que no voy a casarme con Willie Jackson, pero…

—No me refería a cómo reaccionará tu padre; eso me da igual —la cortó su madre con aspereza.

Sociedad de Escándalo. (Jack Harries.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora