Capitulo cinco.

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Capitulo Cinco.

Los cortinajes de seda granate de los altos ventanales del salón estaban descorridos, y a través de los relucientes cristales entraba a raudales el sol de mediodía.

Los escasos invitados que quedaban, pues la familia de la novia fugada y sus invitados se habían marchado, estaban sentados en las sillas blancas tapizadas que se habían colocado a izquierda y derecha dejando un pasillo entre medias, al fondo del cual estaba el sacerdote de pie con un misal abierto en las manos. Junto a él estaba esperando Jack, tan alto y guapo, con los ojos fijos en la que dentro de unos minutos sería oficialmente su esposa.

Mientras avanzaba por el pasillo tras su hermana Paige, que no se había cambiado el «uniforme» de trabajo: falda negra y blusa blanca, _____se preguntó una vez más si habría perdido la cabeza. Llevaba puesto el vestido de novia de otra mujer, y aunque era muy hermoso, no era la clase de vestido que ella habría elegido. Las mangas y el pecho estaban recubiertos de encaje de color marfil, y el tacto de la seda debajo de ellos era frío. La falda del vestido era amplia y rozaba el suelo con un frufrú que a sus oídos sonaba como un murmullo de susurros nerviosos.

Estaba a punto de casarse con el novio al que otra mujer había dejado plantado, frente a un puñado de gente a la que no conocía, y en el plazo de una semana estaría compartiendo cama con él a pesar de que para ella seguiría siendo un extraño.

Paige sería la única de su familia que iba a estar presente para verla dar el «sí, quiero», y aquél no era exactamente el modo en que se había imaginado el día de su boda cuando había fantaseado con ello. Todavía resonaban en su mente los argumentos, todos cargados de lógica y de razón, que había esgrimido su hermana momentos antes para intentar disuadirla de cometer aquella locura. Sin embargo, no había conseguido hacerla cambiar de opinión. ¿Y por qué habría de haberlo hecho? Entre Jack Harries y Willie «el Raro», prefería mil veces al primero.

Paige se detuvo un momento al llegar frente al sacerdote y Jack, y aunque estaba de espaldas a ella, _____ supo que le estaba lanzando a Jack una mirada de «si le haces daño a mi hermana te las verás conmigo» y sonrió para sí, agradecida de saber que, pasase lo que pasase, podría contar con su apoyo.

Jack había hablado con el sacerdote, e incluso había logrado, mediante un par de llamadas a ciertos contactos, que le expidieran y le llevaran una licencia matrimonial. A su manera, pensó ____, era tan poderoso e influyente como su propio padre.

El solo pensamiento la hizo estremecer, pero se colocó junto a Jack, e inspiró profundamente. La mano de él tomó la suya, y, de algún modo, su calidez y su fuerza la reconfortaron.

La ceremonia religiosa dio comienzo, pero ____ apenas escuchaba las palabras del sacerdote. Era como si estuviese teniendo una experiencia extracorpórea. No sabía qué se sentía porque nunca había tenido ninguna, pero… ¿qué otra forma podía haber de explicar el que se notase la cabeza mareada, el pitido en los oídos, que se le estuviese enturbiando la vista…?

—Sí, quiero —escuchó reverberar la profunda voz de Jack en la sala.

Un cosquilleo eléctrico le subió desde la base de la espina dorsal hasta la nuca. Oh, Dios… Era su turno.

Fijó la vista en el sacerdote, y al ver su frente perlada de sudor se preguntó si estaría tan nervioso como ella. Parecía un buen hombre; había hablado con él hacía una hora para ultimar algunos detalles, pero entonces ninguno de los dos habría podido saber que ella iba a acabar siendo la novia.

—Yo, ______ Rumsfeld… —dijo repitiendo las palabras del sacerdote.

______, junto a ella, dio un respingo. ¿Rumsfeld? ¿Rumsfeld de la finca Rumsfeld en la que estaban?, ¿ Rumsfeld de Bodegas Rumsfeld? ¿ Rumsfeld de otra docena de empresas con ese nombre?

Se preguntó por qué no se lo habría dicho. Claro que, se recordó, hacía más de un mes que la había visto regularmente para tratar los detalles de la organización de la boda, y nunca le había preguntado su nombre. Tampoco le había parecido importante; para él hasta ese momento había sido simplemente ______, la organizadora de eventos de la finca Rumfeld.

Bueno, al menos ya se había resuelto el misterio de por qué no le había pedido dinero a cambio de casarse con él, se dijo mientras miraba atónito a la mujer que estaba a su lado, jurándole fidelidad hasta que la muerte los separase.

Sin embargo, al tiempo que esos pensamientos cruzaban por su mente, Jack se recordó que aquel matrimonio no iba a ser un camino de rosas. Hacía ya mucho que se había convertido en el objetivo de los paparazzi, y el que su esposa perteneciese al clan Rumsfeld haría que se volviesen aún más implacables en su acoso y persecución cuando se enterasen.

—Puede besar a la novia.

Aquellas palabras del sacerdote borraron de un plumazo todo pensamiento de su mente. Se giró hacia _____. La gente los miraba, pero lo único que él podía ver eran sus ojos, esos brillantes ojos negros que lo miraban vacilantes.

—¿Lamentando no habértelo pensado dos veces? —le susurró, apartando un mechón de su rostro y remetiéndolo detrás de la oreja.

Una de las comisuras de los labios de ella se arqueó ligeramente.

—Dos no: tres, o cuatro, o…

Pero no terminó la frase porque Jack inclinó la cabeza y le impuso silencio con un beso.

Cuando sus labios se tocaron, una especie de descarga eléctrica lo sacudió, y Jack levantó la cabeza y se quedó mirando a _____ como si aquélla fuese la primera vez que la veía. Ella parecía tan sorprendida como él. Habían saltado chispas entre ellos… algo que no le había ocurrido con una mujer desde hacía… bueno, pensándolo bien no le había ocurrido nunca. Y no estaba seguro de que fuera algo bueno.

Aquél era un matrimonio de conveniencia en el sentido más literal de la palabra, y el pensar siquiera que pudiera surgir algo especial entre ellos no le causaría más que problemas.

Pero, aun así… Incapaz de reprimirse volvió a besarla, y al instante volvió a sentir esa especie de descarga, como si un rayo lo hubiera golpeado.

_____se puso de puntillas al tiempo que echaba la cabeza hacia atrás, y le respondió con avidez. Una ráfaga de deseo lo sacudió, y se olvidó por completo de dónde estaban, se olvidó de que eran extraños, y se dejó llevar por el beso.

Le rodeó la cintura con los brazos y la atrajo hacia sí hasta que pudo sentir cada unas de las curvas de su cuerpo. El olor de su perfume, una mezcla floral, invadió sus fosas nasales, haciéndolo sentirse algo mareado. Dejándose arrastrar por el deseo que estaba consumiéndolo, hizo el beso más profundo, y _______enredó su lengua con la de él. Las manos de la joven, que hasta ese momento habían descansado sobre su pecho, se deslizaron también en torno a su cintura, y Jack la sintió suspirar dentro de su boca.

Un ruido de risas y aplausos logró abrirse paso por entre la niebla de la pasión que cubría su mente, y a regañadientes puso fin al beso y bajó la mirada hacia ______.

Sus pálidas mejillas estaban teñidas de rubor, sus labios hinchados, y sus ojos resplandecían. Dios, la deseaba como no había deseado nunca a ninguna otra mujer…

Sin embargo, recordándose dónde estaban, Jack apretó los dientes y se apartó de ella dando un paso atrás. Luego, obligándose a esbozar una sonrisa, la tomó de la mano y se volvió con ella hacia los invitados, que ya estaban congregando en el pasillo para felicitarlos.


Sociedad de Escándalo. (Jack Harries.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora