Capitulo Dieciséis.

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Capitulo Dieciséis.

—¿Estás bien?, ¿ha pasado algo?

—Mi cara es como un libro abierto, ¿verdad? —murmuró.

—La verdad es que sí —contestó él esbozando una media sonrisa, antes de volver a ponerse serio—. Dime de qué se trata.

Tenía que contárselo, tenía que decírselo, pero no sabía cómo. Se notaba un nudo en la garganta, pero tragó saliva y finalmente habló.

—La verdad es que ni siquiera sé por dónde empezar.

Jack  la tomó de la mano y la llevó al salón. Cuando entraron estaba a oscuras, pero él accionó el interruptor que había junto a la puerta, y se sentó con ella en el sofá. Sin embargo,____ no se sentía capaz de permanecer quieta, así que se levantó y empezó a caminar lentamente arriba y abajo.

—¿Se puede saber qué diablos ha pasado, ____? —le preguntó Jack impaciente.

—Para empezar, se ha desatado un escándalo —soltó ella, que no sabía de qué otro modo habría podido decirlo.

—¿Qué…?

—Una mujer vino hoy a la finca, una mujer llamada Anna Sheridan.

—¿Y?

—Y… —repitió _____ sin lograr arrancar. «Dilo de una vez, pedazo de tonta», se reprendió—. Fue allí para hablar con mi madre… acerca de su sobrino.

Jack frunció el ceño.

—¿Del sobrino de tu madre?

—No, del suyo.

—Así que esa Anna tiene un sobrino.

—Es lo que acabo de decir —le espetó irritada—. Perdona —murmuró levantando una mano a modo de disculpa—, es que llevo toda la tarde pensando en esto y temiendo este momento pero a la vez ansiando que llegara, pero ahora que estás aquí estoy hablando y hablando, y no consigo aclararme ni yo misma con lo que estoy diciendo y… Dios, necesito pararme a respirar —se calló, y al llevarse una mano al pecho notó los apresurados latidos de su corazón.

Inspiró despacio, y miró a Jack, que se había levantado y había ido a su lado.

—____, ¿qué es lo que ha pasado? —inquirió tomándola por los hombros.

La calidez de sus manos pareció transmitirse por todo su cuerpo disipando el frío que se había apoderado de su alma. Se aferró a esa sensación reconfortante, y comenzó a hablar.

—El sobrino de esa mujer… Anna Sheridan… Alfonso… en realidad es sólo un niño; aún no ha cumplido los dos años. Traía una foto con ella y es un niño muy mono: pelirrojo, ojos verdes, una sonrisa preciosa…

Jack seguía sin comprender.

—Y tú detestas a los niños y esa fotografía ha hecho resurgir algún trauma que habías enterrado —aventuró.

_____ sabía que estaba bromeando. ¿Por qué tenía que ser tan encantador?

—No, no tiene nada que ver con eso —replicó, mirándolo a los ojos—. Alfonso es mi hermanastro.

—¿Qué?

—Mi padre… —comenzó ella pronunciando la palabra con amargura—… tuvo una aventura hace dos años. En realidad ha estado casado varias veces… de hecho tendría que dibujarte un esquema para que te aclararas con la cantidad de hermanastros que tengo y quiénes son sus madres, pero eso ahora no importa. Lo que importa es que tuvo una aventura con Alyssa, la hermana de Anna, que murió al dar a luz, y ha sido ella quien se ha hecho cargo del pequeño.

—Cielos.

—Sí, eso lo resume bastante bien —murmuró _____apartándose de él.

Se giró hacia el ventanal, pero fuera estaba oscuro y lo que vio fue su propio reflejo, y el de Jack detrás de ella. Seguro que en ese momento estaría deseando haberse casado con cualquier otra mujer. Y no podía culparlo por ello.

—El caso es que esa mujer, Anna, vino hoy a la finca buscando… la verdad es que no sé que venía buscando, si dinero, o ayuda, o que mi padre reconociera al niño… no lo sé.

—¿Y qué pasó?

—Mi padre no estaba en casa, pero mi madre sí —contestó ella con un suspiro, sintiendo vergüenza al recordar los acontecimientos.

—¿Y?

_______ escrutó el rostro de Jack en el cristal. Era más fácil así, hablar con su reflejo que hablar con él, así que no se volvió.

—Mi madre prácticamente la echó de la finca. Dios… —murmuró cerrando los ojos, incapaz en ese instante incluso de mirar el reflejo de Jack.

Sin embargo, al hacerlo, vio de nuevo a su madre, la expresión cruel en sus facciones, y volvió a oír en su mente el tono inflexible de su voz.

______ sabía hacía mucho que su madre no era un dechado de dulzura, pero el verla así…

—Su voz sonaba fría como el hielo. Le dijo que se fuera por donde había venido y que no quería saber nada más de ella ni de… «Ese niño bastardo», ésas fueron sus palabras. Le dijo a Anna que si intentaba entrar en la finca de nuevo la denunciaría por intento de extorsión.

—No sé qué decir.

—No pasa nada —respondió ella, abriendo los ojos—. Tampoco yo supe qué decir cuando mi madre se puso así. No parecía ella —se rodeó el cuerpo con los brazos, y finalmente se volvió hacia su marido—. Al principio lo único que pasó por mi cabeza fue: «Oh, Dios, otro escándalo. La gracia que le va a hacer a Jack cuando se entere…». Te casaste conmigo para evitar que un escándalo salpicase a tu familia y tus negocios, y ahora…

—Esas cosas pasan, _____; es la vida.

Ella ladeó la cabeza y se quedó mirándolo.

—No es eso lo que dijiste hace una semana.

Él se encogió de hombros.

—¿Será porque estoy madurando?

______ se rió y sacudió la cabeza.

—Está bien; quizá los escándalos de mi padre no te salpiquen. Podemos aferramos a esa esperanza.

—Pero no se trata sólo de eso, ¿no es verdad, _____? —inquirió él—. Te preocupa algo más que lo que pueda escribir la prensa amarillista.


Sociedad de Escándalo. (Jack Harries.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora