Capitulo Veinte.

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Capitulo Veinte.

—Me da igual que la Corporación Peabody se retire del trato —le dijo Jack a David, su ayudante, recostándose en el sillón y mirándolo.

David sacudió la cabeza, parpadeó y acercó la cabeza, poniéndose la mano en el oído como si no lo hubiera oído bien.

—¿Perdona?, ¿te importaría repetir lo que acabas de decir?

Jack esbozó una sonrisa maliciosa.

—Resulta irónico, ¿no? Pero lo digo en serio, Dave. Si ese vejestorio quiere retirarse del trato, es su problema. Que se busque a otro que esté dispuesto a tragar con sus anticuadas ideas de cómo debe construirse una empresa.

La luz de la mañana entraba a raudales por los ventanales tras el escritorio de Jack, y David estaba de pie frente a él con una carpeta en la mano.

—Nunca pensé que llegaría el día en que te oiría decir eso.

—A decir verdad, yo tampoco —respondió Jack irguiéndose en el asiento y plantando los codos sobre la brillante superficie de la mesa.

David siguió hablándole, pero pronto su mente comenzó a vagar por pensamientos que nada tenían que ver con la conversación que estaban teniendo, cosa que le ocurría con demasiada frecuencia últimamente… o, más bien, desde que ______había entrado en su vida.

Los últimos días habían sido bastante duros para ella. En todos los periódicos había algún artículo sobre el escándalo más reciente en torno a su familia, y lo estaba pasando mal.

El hijo ilegítimo de su padre se había convertido en el tema del momento, y todos los reporteros del estado parecían estar buscando constantemente un ángulo diferente para seguir exprimiendo la historia.

Sabía que _____ estaba más inquieta por el impacto que aquello pudiera tener en él y en su negocio, que por ella, pero, aunque le agradecía su preocupación, le había dicho muchas veces que no tenía por qué preocuparse.

Era cierto que los escándalos podían tener un efecto negativo sobre los negocios, especialmente cuando uno tenía que tratar con gente como Manfred Peabody, un tipo chapado a la antigua que se habría sentido más cómodo si hubiera vivido en la Inglaterra de la Era Victoriana, pero dudaba que aquel escándalo pudiera afectar en modo alguno al prestigio de su familia. La salud de Industrias Harries era inmejorable, y el que Spencer Rumsfeld fuera un indeseable no le afectaba en lo más mínimo. Excepto en lo que se refería a ______, por supuesto, que bastante estaba pasando con todo aquello.

Y por lo tocante a Peabody… ______ era su esposa y no iba a consentir que aquel vejestorio, o ninguna otra persona, insinuasen siquiera que era una especie de paria a la que había que dar de lado por haber nacido una Rumsfeld.

No había imaginado que su matrimonio de conveniencia pudiese llegar a convertirse en algo más, pero estaba ocurriendo. _____estaba invadiendo cada rincón de su vida y…

—¡Jack!

—¿Eh?

Parpadeó y miró a David, que estaba sacudiendo la cabeza con una sonrisa divertida en los labios.

—¿Se puede saber qué ha sido de Jack Harries, el hombre de la voluntad de hierro que nunca pierde la concentración?

Jack se echó a reír para luego ponerse de pie y meterse las manos en los bolsillos del pantalón. Se encogió de hombros, y le contestó a su amigo:

Sociedad de Escándalo. (Jack Harries.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora