Capitulo Ocho.

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Capitulo Ocho.

—Decididamente te has vuelto loca de remate —murmuró Paige apoyada en la pared del despacho de ____, con los pies y los brazos cruzados—: no sólo vas y te casas con un extraño, sino que ahora también rechazas una luna de miel en Fiji.

______ lanzó una mirada rápida a su hermana y volvió la vista a la pantalla del ordenador. Hacía ya dos horas que había terminado todo, la boda, el banquete, el baile… pero seguía sin parecerle real. Todavía no podía creerse que había hecho aquello, pero el ostentoso anillo de su mano era prueba más que suficiente de que sí.

Durante esas dos horas había intentado no pensar en el lío en que se había metido. Quizá Jack la hubiese pillado en un momento de debilidad. Quizá si se hubiese tomado su tiempo para pensarlo no habría aceptado. Claro que, si no lo hubiese hecho, aún estaría dándole vueltas al problema de Willie, y sólo de pensarlo se estremeció.

—Tengo mucho trabajo por hacer, Paige. No puedo irme de viaje dos semanas.

—Ya, claro. Nadie más que tú puede hacer las llamadas telefónicas que tienes que hacer, ni mantener firme a la gente del servicio de catering.

______suspiró y se recostó en el asiento. Su despacho estaba justo detrás del salón principal, en el piso inferior de la mansión, y allí, en aquella habitación, había creado su pequeño mundo. Había una enorme chimenea de ladrillo, pinturas impresionistas en las paredes, y los muebles eran de un estilo femenino pero no exagerado. Había hecho de ella una habitación cálida, acogedora, todo lo contrario de lo que habían sido siempre el resto de las estancias de la mansión.

A través del ventanal se veía la vasta extensión de césped que había frente a la casa, y también el camino que subía hasta la puerta y la rotonda adornada con un estanque. En ese momento su marido… qué raro sonaba eso… estaba allí de pie, junto al estanque, con el teléfono móvil pegado al oído.

Paige fue hasta el ventanal, y luego giró la cabeza hacia su hermana.

—Míralo, _____—le dijo moviendo las cejas de un modo travieso—. ¿Quién no querría llevarse a ese hombre a unas islas paradisíacas y quitarle ese traje de ejecutivo que tan bien le sienta?

—Yo, sin ir más lejos —contestó _____ resoplando. Pero a pesar de sus palabras se puso de pie, fue junto a su hermana, y observó a través de la ventana al hombre con el que se había casado—. De acuerdo, es guapo.

—¿Guapo? ¡Es más que guapo!

—Sí, sí que lo es —admitió _____en un murmullo.

Y aquel beso…, pensó recordándolo. No había esperado que fuese a ser tan bueno besando. Nada más posarse sus labios sobre los de ella había tenido la sensación de que su cuerpo fuese una central eléctrica en la que de pronto se hubiese producido una sobrecarga de energía y hubiesen empezado a saltar chispas y a estallar las lámparas.

—Pero me da igual lo guapo que sea —añadió muy resuelta.

Paige le tocó la frente.

—No, no tienes fiebre.

—Muy graciosa —masculló______.

Sin embargo, cuando volvió a girar la cabeza hacia la ventana y vio a Jack pasarse una mano por el cabello revuelto por la brisa, tuvo que tragar saliva y decirle a sus hormonas que se calmaran. ¿De qué tenía que preocuparse? Habían acordado que no tendrían relaciones hasta que no hubiese pasado una semana.

Sociedad de Escándalo. (Jack Harries.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora