Capítulo 11

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Chuya dejó la lista sobre la mesa, Ranpo fue quien la cogió y esbozó una amplia sonrisa, seguramente él ya sabría que hacían todos esos productos juntos. Se levantó de la silla puesto que esa conversación no le interesaba lo más mínimo y salió a buscar a sus compañeros para que fuesen a buscar los ingredientes necesarios.

—¿Entiendes lo que me estas pidiendo?

—Claro que sí...

—Pensé que tú serías quien más ganas tendría de recuperar al adulto —Chuya se cruzó de brazos volviendo a pensar muy bien en la propuesta que acababa de hacer.

—Ya... —Murmuró— pero es que... ¿Le has visto? —Dejó escapar una triste, pero sincera sonrisa— este Dazai es puro sentimiento, alegría, tristeza, inocencia —Enumeró uno a uno todos los sentimientos que vio en el niño a lo largo de los dos últimos dos días— son sentimientos reales, no digo que el adulto no tenga sentimientos, digo...que quiero evitar que tenga que fingir su felicidad, si puedo eliminar sus traumas, su odio, haré lo que haga falta.

—¿Y tú qué? ¿Dejarás la mafia para cuidarlo? —Chuya trató de volver a sonreír, pero esa forzada sonrisa no quería aparecer.

—No, no soy una buena persona, cuanta menos relación tenga conmigo, mejor.

—Entonces ¿Renunciaras a ambos solo para que tenga una nueva vida? —Chuya asintió levemente— Tal vez no seas tan mala persona como dices, no dejaré de buscar una cura, tampoco tú, pero una vez que la tengamos pensaremos si usarla o no ¿Te parece bien?

Asintió.

Llevó una mano a su sombrero, se lo quitó e hizo una pequeña reverencia de agradecimiento. Junto al líder abandonó la sala, fuera estaba Dazai jugando al ajedrez con Kunikida, para distraerle y que no notase la ausencia del mafioso. Cuando vio a Chuya dejó la partida a medio y se lanzó a los brazos del adulto que automáticamente lo cogió en peso.

—¿Qué te ha dicho la doctora?

—Que zoy un nene sano, fuete y guapo —Chuya soltó una pequeña carcajada, sabía perfectamente que estaba mintiendo.

—Necesita descansar, tiene síntomas de agotamiento, solo eso.

—¿Agotamiento...?

Lo miró extrañado pues no sabía que podría producir el agotamiento si el pequeño no hacía nada, dormía más de ocho horas, comía a cuerpo de rey y dibujaba, básicamente esa era la rutina, excluyendo la salida al supermercado y al parque.

—Ranpo —El jefe se acercó a él para ver el papel que el mafioso les entregó, lo leyó de arriba abajo, muchos nombres los conocía, igual que Chuya, pero otros tantos escapaban a su comprensión— ¿Qué se supone que es esa lista?

—Supongo que ingredientes para un medicamento aún mayor —El detective entregó a Yosano el papel, si alguien debía saber que era todo eso era ella.

La doctora leyó el papel con atención, por separado sabía que eran cada uno de los medicamentos, pero juntos no tenía muy claro lo que esos medicamentos podían hacer.

—Me hago una idea de que puede hacer esta mezcla, de todas formas, para estar más seguros intentaré hacerlo.

—¿Cuánto tardaras?

—La mezcla puedo hacerla en un par de horas, pero es demasiado fuerte, tenemos que dejar que pasen al menos veinticuatro horas para que alguien pueda ingerirla.

—¿Veinticuatro horas? —Ranpo se mostró decepcionado, él quería usarlo ya— menos mal que aún me quedan dulces de los que compró Chuya para ahogar mis penas en ellos.

ChibizaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora