Capítulo 17

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—¡CHUYA POR AMOR DE DIOS, QUE NOS VAMOS A MATAR!

Atsushi pocas veces subía en algún coche, normalmente siempre que subía era a algún taxi o al coche de Kunikida el cual llevaba la velocidad justa, para gastar la cantidad de gasolina ideal y poder hacer todos los viajes planeados con lo pagado. Montar en el coche con Nakahara Chuya ¡Daba miedo! ¡Mucho miedo! Iba muy por encima de la velocidad permitida, eso sumado a que estaba muy enfadado y que se había saltado todos los dichosos semáforos en rojo.

—Cuándo pasamos por los semáforos ¿Tú los ves? —Preguntó, aferrado al asiento del copiloto y luchando por poder llevar los ojos abiertos. Los cerró de golpe cuando vio como Nakahara pasó por otro semáforo en rojo sin detenerse— ¿¡Dónde has conseguido el carnet, en un sorteo!? —Atsushi trató de regular su respiración— por mucho que corras Dazai-san no se va a mover.

Atsushi, que había clavado sus uñas en el asiento, se relajó notoriamente cuando sintió que el piloto levantó el pie del acelerador y empezó a respetar las normas de tráfico. El corazón de Atsushi dio gracias al cielo.

—¿Qué le ha pasado a Dazai...? —Después de tanto silencio por parte de mayor al fin se atrevió a preguntar.

—Él estaba bien...cuando te fuiste solo estaba triste pero, a nuestros ojos se veía bien —Atsushi bajó la cabeza hasta sus manos, jugando nervioso con sus dedos y agradeció que Akutagawa se quedó cubriendo a Chuya, porque si no ya lo habría golpeado en el cuello por hacer estas pausas dramáticas—le llevamos con nosotros a misiones y parecía estar bien...él hablaba mucho de ti —Añadió con alegría aunque esta desapareció rápidamente— aunque, con el tiempo notamos que comía mucho, que era muy difícil despertarlo, necesitaba dormir mucho más que un niño normal...

—Atsushi al grano —Exigió irritado.

—En una de las misiones a las que nos acompañó parecía agotado, él dijo que no y le creímos... cuando volvíamos se desmayó en mitad de la calle, Kunikida-san y yo nos asustamos, Dazai-san tenía mucha fiebre así que lo llevamos con la doctora, ella dijo que le dejáramos descansar, despertó por la noche y lo primero que hizo fue llamarte.

—La última vez que hablé con él y no me dijo nada...—Apretó los dientes, mucho más enfadado de lo normal.

—Según nos explicó la doctora sus órganos han dejado de funcionar bien, al parecer, aunque han encogido igual que él, siguen exigiendo el ritmo de un adulto y algunos funcionan demasiado rápido para él mientras que otros, como su corazón, va demasiado lento para ser un niño...

—Su corazón... se está deteniendo ¿Verdad? —Atsushi asintió.

—Debe ser un efecto secundario de la habilidad de ese tipo.

—¿Dónde está? —Preguntó antes de elegir el camino, entre la agencia y la casa del castaño.

—En la agencia, aunque se quejó mucho porque decía había olvidado el mapa del tesoro en casa —Atsushi intentó reír para aliviar la pequeña ansiedad que le proporcionaba el que Dazai pudiese morir.

Aparcaron lo más cerca posible de la agencia y corriendo llegaron hasta ella. Esta vez no se molestó en llamar, abrió la puerta y entró buscando al pequeño que estaba en la enfermería.

En la puerta de esta estaba Kunikida, quien suspiró al ver al pelirrojo.

—No puedo creerme que vaya a hacer esto...—Murmuró antes de llamar a la puerta y abrirla lo justo para que le escuchasen— Rey Dazai, Lord Nakahara solicita una audiencia.

Escucharon una pequeña y triste risa provenir del interior de la habitación, el pequeño sabía bien lo humillante que era para Kunikida hacer eso.

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