Capítulo 15

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El pequeño Dazai había dicho hace unas horas "tendé que dejar que te vayas" palabras textuales. Al principio había cumplido su palabra sin problema, se había puesto aquel odioso y feo sombrero que Chuya le compró, habían paseado por la calle ganándose miradas de la gente que se reía y decían comentarios como "Que feo" o "Hay que tener mal gusto para usar eso" es que, era tan feo que ni si quiera a Chuya le gustaba. Todo iba tal y como se había planeado hasta que llegaron a la Agencia.

—¡NOOOOOOO! —Gritó el pequeño, aferrado con manos y piernas a la pierna izquierda de Chuya— ¡No quiero que te vayas, deja que tu sucio y feo pez mueda, quedate conmigo!

Chuya puso los ojos en blanco por enésima vez. Cuando llegaron a la agencia Chuya se despidió de todos, no les dijo que había sido un placer conocerlos, aunque así lo había sentido, solamente fue un adiós y fue, cuando se dispuso a salir, que el bebe llorón se aferró a su pierna y se puso a gritar.

Atsushi había intentado quitárselo de encima, Kunikida también e incluso el líder le ordenó que lo soltara, por supuesto el pequeño no cedió, parecía estar pegado a su pierna.

—¡Dazai! —Gruñó Chuya.

—¡No te vas a ir, no quiedo, no quiedo que te vayas, te tienes que queda conmigo pata siempe!

Todos en la agencia suspiraron, ningún pensó que Dazai podía ser tan pesado.

—Bueno... ¿Qué te parece esto, Dazai? —Sin soltarse de Chuya observó al chico del que no sabía mucho, solo que le hacía cosas a su hermana que Chuya y Kunikida se negaban a contarle— ¿Y si Nakahara-san se marcha cuando tú no te des cuenta? Así no tendrás verlo marchar ¿Te parece ese un buen trato?

—¡Que no! ¡Que no quiedo que se vaya! —Apretó aún más fuerte su agarre restregando en el pantalón del chico aquellas sustancias que salían de su nariz y sus lágrimas.

—Dazai...

—Pero...

—Dazai...

El pequeño mordió su labio, enfadado y frustrado y con ganas de morder y escupir a todo el que le dirigiese la palabra.

—¡Vale! —Gritó molesto sin estar de acuerdo realmente— pero no quiero verlo cuando ocurra y yo siempre estoy atento a todo.

Finalmente, y después de muchos gritos y llantos Dazai soltó al mayor de los dos. Se puso de pie y con su mano agarró el chaleco de Chuya, bajo ningún concepto lo dejaría marchar. Deseó tener una soga para poder atársela a Chuya y que no se escapase nunca, sabía que tenía una, en alguna parte de la agencia tendría que haber una, aunque no recordaba donde estaba.

—Ya que estamos todos... ¿Por qué no probamos esto? —Ranpo esbozó una sonrisa pícara y sacó aquel frasco con la sustancia rosa brillante a la vez que le daba vueltas removiendo el líquido de su interior.

—¿Cómo quieres probarlo? —Preguntó Naomi pasando sus manos alrededor de la cintura de su hermano.

Dazai alzó la mirada, estaba lleno de preguntas sobre esa chica y quería que Chuya respondiese todas las dudas sobre su comportamiento, en cambio Chuya hizo todo lo posible por no cruzar sus ojos con los del pequeño, ni de coña iba a contarle o explicarle él lo que hacían esos dos hermanos.

—Bueno...—Ranpo se levantó de su asiento para unirse al grupo que permanecía en pie— uno de vosotros podría tomárselo —Él, desde luego, no tenía intención de hacerlo— y así podremos ver los efectos.

Todos sabían que era lo único que podían hacer a pesar de que eran conscientes del peligro que conllevaba.

—¿Y quién va a bebérselo? —Cuando todas las miradas, incluida la de Chuya y el pequeño Dazai que sonreía con malicia, se clavaron en él se arrepintió de haber abierto la boca.

ChibizaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora