Final

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Yosano llevó de inmediato una mano al cuello del pequeño, buscando su pulso, Chuya observó su pulsímetro sin dejar de pedirle que le respondiese, que dejara de hacer el tonto, porque esa era una broma de mal gusto.

—¡NAKAHARA CUIDADO! —La voz de Ranpo le hizo volver la vista al frente.

A unos centímetros de él hizo acto de presencia Ace, uno de los ejecutivos de la Port Mafia, con una daga en mano y apuntando hacia el pecho de Chuya con una clara intención de atravesarlo y matarlo de una. Chuya hizo justicia a esos reflejos sobre naturales que obtuvo a lo largo de su vida, empujó a Yosano con su diestra, alejándola de ellos; con la otra agarró la muñeca del mafioso tratando de impedir su avance. Sin embargo, venía demasiado rápido y fuerte como para poder evitarlo, lo único que pudo hacer fue cambiar la trayectoria del ataque dejando que el cuchillo no entrase en su pecho si no en su costado.

Aprovechando su cercanía y que en su otra mano llevaba otra de sus tantas dagas —Que fue capaz de costearse gracias a todos los sacrificios humanos— intentó repetir el mismo proceso de clavarla en su pecho. Chuya lo cogió por la muñeca cuando la daga falló en su recorrido y acabó incrustada en su hombro. Chuya apretó los dientes conteniendo el dolor y la rabia que el mismo le producía, no podía dejar que consiguiese atravesar su hombro con el arma blanca o esta llegaría hasta Dazai. Usando su fuerza dobló la muñeca de Ace y por supuesto, la daga se retorció dentro de su hombro. Aprovechó que lo tenía sujeto por la muñeca, y lo acercó contra sí mismo para poder golpearlo con el codo en la cara y que chocase su cabeza contra la pared del pasillo.

—Siempre es un placer verte, Nakahara —Ace le mostró una psicótica sonrisa antes de alejarse lo suficiente de Nakahara y que no pudiese darle una de sus famosas patadas.

Tras su líder, aparecieron dos de los subordinados de Ace, con sus característicos collares.

Chuya apretó los ojos y mordió su labio cuando sacó las dos dagas, la de su costado y la de su hombro. Las dejó caer al suelo, muy seguro de que no las necesitaría.

—¡Esta es la primera y la última vez que me vas a tocar! —Gruñó Chuya.

—Siempre fuiste un arrogante.

Ace siempre le mostraba en todas sus frases aquel rostro lleno de superioridad que lo enfermaba y siempre le hacía quedarse con las ganas de aplastar su cráneo contra el suelo.

—Vaya, si nos estamos poniendo sinceros...tu siempre fuiste un gilipollas y yo nunca te dije nada.

Yosano se acercó e hizo una mueca de disgusto al ver que ninguna de las heridas eran mortales, al menos, aún no, como mucho se desangraría con ellas, por lo tanto aún no podía curarlo.

—Si llego a saber que este capullo me iba a reconocer me hubiese vestido con mi traje, no pienso morir en un peto de pobre.

—¿¡Puedes morir desangrado y estas preocupado por no llevar tu traje!? —Preguntó exaltada sin comprender la lógica del mafioso.

—¡AL MENOS MORIRÍA ESTANDO GUAPO Y BIEN VESTIDO!

Yosano bufó.

—Te quitaré a Dazai —Se ofreció buscando el nudo de las cuerdas que estaban atadas alrededor de ambos.

Para sorpresa de Chuya los brazos que lo rodeaban volvieron a aferrarse a él con más fuerza.

—¡No, Chuta tiene pupa! —El grito del pequeño alivió el pecho de ambos y los dejó respirar tranquilos al volver a escuchar su voz, solo había sido un colapso— jutos, si yo etoy aquí y te pone ese collar no te hará nada, voy a poteger y pelea con Chuta.

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