Capítulo 12

22.9K 2.8K 6.4K
                                    

Matar.

Una palabra que se usa tan a la ligera como cualquier otra, pero que, realmente, muy pocos son los que entienden su significado. Matar a alguien no es fácil y mucho menos si conoces personalmente a la persona, eso da miedo, frustra y además te hace sentirte más débil que nunca. Cuando matas, no solo eliminas la vida de una persona, tienes que estar preparado para eliminar tus sentimientos por ella.

Y Chuya estaba preparado. Él siempre estaba preparado para matar. Sabía hacerlo y podía hacerlo y, por supuesto, sabía que podía matar a Dazai.

Suspiró.

No quería pensar en ello, le dolía demasiado saber que tenía que matarlo, tal vez si fuera un adulto sería diferente, lo irritaría y las ganas de matarlo aparecerían por si solas, sin tener que buscarlas.

Negó con la cabeza eliminando esos pensamientos de su cabeza. Guardó silencio, concentrándose en el sonido de las gotas de agua golpeando con fuerza contra el agua cada vez más fría que rodeaba por completo su cuerpo. Escuchó los leves toques del pequeño en la puerta del baño y al igual que las veces anteriores decidió no responder. Dejó su espalda sobre la fría porcelana y con lentitud se fue deslizando hasta que introdujo su cabeza bajo el agua. Poco a poco sentía como sus pulmones suplicaban por un poco de oxígeno, por mínimo que fuese. Debido al agua que le cubría por completo, pudo escuchar unos gritos cerca suyo, pero no podía distinguirlos con claridad hasta que, sintió como una pequeña mano se aferraba a su brazo y tiraba con fuerza para sacarlo del agua.

—¡Chuta! ¡Chuta! —Gritaba una y otra vez, su rostro parecía aterrado y el temblor de su mano que no quería soltarlo cada vez era más notorio.

—¿Qué pasa, peque? —No usó su tono entre autoritario y alegre como usaba siempre, si no uno triste y con el que quería marcar una distancia entre ambos.

—Sal del agua, no hadas eso nunpa más, nunca, nunca —Repetía una y otra vez tratando de sacarlo de la bañera.

Tres rápidos toques en la puerta hicieron suspirar al mayor de los dos. No esperaba la presencia de ese hombre en la casa y con él, dispuesto a todo por proteger y complacer a Dazai, sabía que no podría matarlo.

—Abre la puerta, es Akutagawa.

Dazai negó con la cabeza aún sin soltarlo.

—Me iré si pometes salir de la bañeda.

Chuya llevó una mano a su nuca, no entendía porque el pequeño se estaba comportando así ¿Por qué estaba tan asustado?

Alargó su brazo, cogió una toalla y salió del agua enrollándose está alrededor de la cintura.

—¿Contento?

El pequeño asintió con una franca sonrisa y, al asegurarse de que Chuya estaba lejos del agua con la que parecía que se estaba ahogando fue a abrir la puerta, encontrado al moreno, tal y como Chuya le había dicho.

—¿¡Lo has traído!? —Preguntó con cierto brillo en sus ojos. Cuando la sonrisa del mayor se ensanchó supo que sí—¡Genial! Vamos a preparar la cena para la cita con Atuti.

—¿Da-dazai-san sabe cocinar?

—¡Sí! Tengo mutos moldes para hacer la cena con la plastilina que me compó Chuta.

Un malicioso brillo apreció no solo en la sonrisa que el más alto no podía ocultar, también es esos ojos oscuros que ahora brillaban con intensidad.

—¿Haremos al chico tigre comer plastilina?

El pequeño expresó el mismo rostro que su cómplice.

ChibizaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora