Sonreí cuando me miré. Me dolieron las comisuras de los labios. Aunque igual no debería de sonreír así. Me saldrían arrugas y una de las pocas veces que mi madre me dio consejo me dijo:
-" ¡No sonrías así! - Dijo gritandome - Harás que te salgan arrugas, siempre hay que sonreír de manera suave y sutil. Además las personas infelices no sonríen hasta que le duelen las mejillas"
Pero que digo a la mierda mi madre sonreiría hasta que me dolieran las mejillas. Ella ya no estaba a mi lado para seguir molestandome. ¡Já! Y que me partiera un rayo si vuelvo hacerle caso. En fin ya estaba lista así que salí. Bajé por el ascensor y me encontré con el portero este era el del día. Teníamos tres en total estaba este, el de la tarde y el de la noche. Me miró de arriba abajo y dijo:
- Hola, muy buenos días - Tenía una sonrisa traviesa - ¿Tuvo una buena noche señorita?
Joder, tragué saliva aunque realmente no se si pasó toda, tenía un nudo en la garganta. Respiré hondo y le dije:
-Buenos días, Thomas. Claro que sí. Espero que tú tengas un buen día.
Salí del edificio y la cálida brisa de nuevo azotaba mi cara. Metí todo en un cajón en mi cabeza y emprendí mi camino hacia la cafería. Quedé para desayunar con Kittie y hoy tenía una reunión muy muy muy impotantísima según ella. No, no es su verdadero nombre. Yo se como se llama ella en realidad, ya que fue una persona importante en mi vida. Estaba cruzando la calle sin mirar ya que estaba pensando en que no me había puesto el reloj y que no sabía en que bolsillo del bolso lo había puesto cuando de repente sentí todo abalanzarse sobre mí.