Mucho gusto...

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Varios días después...

El viaje terminó tras una semana fabulosa, regresé a Los Ángeles con mi hijo y a trabajar y cada una de mis mejores amigas tomó su camino.

Del sexy barbón no volví a saber nada después del encuentro en el barco, una noche más de exquisito placer a su lado.

Hoy regreso a la triste realidad de ir de vuelta al trabajo y manejar todo de nuevo.

-Señora ¿Nos vamos? - preguntó Frederick.

-Sí, vámonos.

-Adiós má- se despidió Jung.

-Adiós hijo.

Salí de casa y Frederick me abrió caballerosamente la puerta de la camioneta. Frederick es muy servicial, es mi chófer y casi guardaespaldas, hace bien su trabajo y hace otros trabajos para mí que también los hace bien, no excelentes pero, no me quejo.

-Esta noche ¿Podríamos, salir tú y yo?- preguntó con un tono de nerviosismo.
-No, esta noche me temo que no querido, esta noche tengo planes.

-¿Se puede saber con quién?

-No, no eres nada mío para darte explicaciones de con quién salgo.

-Pero yo creí que, tú y yo.

-No hay ni un tú, ni un yo- lo interrumpí- no te confundas corazón, entre tú y yo, lo que hay, hubo o habrá no es más que sólo sexo y por ahora, no lo necesito y menos de ti.

Él se quedó en un silencio total y no habló en todo el camino.

-Adele- dijeron del otro lado de la línea al contestar el móvil.

-Bob, cariño... - dije emocionada.

-¿Lista para nuestra cita de esta noche? - preguntó.

-Por supuesto, más llista y emocionada no se puede estar- miré a Frederick y se quería morir de los celos.

-Entonces, esta noche paso por ti a tu casa .

-Hmmm, no, no lo creo conveniente, yo voy directo al restaurante- reí- besos y nos vemos por la noche.

-Con que saldrás con el gato de Bob- dijo Frederick enojado.

-Así es- afirmé- ese hombre es lo mejor, tiene un cuerpo y en la cama es- suspiré- ¡Oh, la, la!

-Es un idiota, ése no te merece.

-Y ¿Tú sí Fred? - pregunté sarcástica.

-Te puedo dar muchísimo más que él.

-JA- Eché una carcajada burlona al viento- No no mi vida, es una lástima terminar con tus ilusiones Fred, pero lo único que tú- lo apunté- puedes darme es... Un buen polvo, sólo bueno, porque, he fingido algunos orgasmos a tu lado. Vaya, eres tan repetitivo que aburres ¿Me explico?

Y Frederick lo más rápido que pudo estacionó el auto en un callejón a unos cuantos metros del despacho. Frenó de una manera tan bruta que me hizo sobresaltar.

-¿Qué te pasa imbécil? ¿Qué demonios estás haciendo? - pregunté furiosa.

Frederick no respondió, se me quedó viendo y del movimiento más rápido que he visto en mi vida ya estaba en la parte trasera de la camioneta a mi lado.

-Frederick ¿Qué mierda te pasa? Conduce y llévame al despacho que llego tarde.

Una vez más no respondió, me miraba con cierto recelo y lujuria, iba a regañarle por actuar fe tal forma pero me interrumpió el hecho de que su mano izquierda estaba acariciando todo mi muslo y después me abrió ambas piernas, dejando ver un poco la ropa interior que llevaba puesta, me hizo la braga de lado y comenzó a introducir dos de sus dedos en mí. Eché una mano hacia atrás apretando el respaldo del asiento y retorciéndome del placer que me estaba provocando, lo estaba haciendo de una manera intensa, un poco violenta pero muy placentera; llevó su boca a mi cuello y dio pequeños besos, sentí que estaba a punto de correrme cuando él paró y regresó al asiento del piloto.

Amantes PerversosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora