Las puertas de mi corazón están cerradas con llave

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-Adele, no seas tonta, inténtalo con el...- volteó la mirada hacia arriba pensando o tratando de recordar algo- barbón, si en realidad te gusta.

-No Bob, es sólo atracción física y dado el caso no quiero algo más, con nadie. No puedo permitirme volver a caer en las garras del amor.

-¿Por qué no? ¿A qué le temes?

-A nada.

-A mí no me vas a hacer estúpido.
Cuéntame amor mío...

-Bob, no puedo, es algo que pasó hace mucho tiempo y que ya pisé y no quiero recordarlo. Lo único que te puedo decir es que el amor no está hecho para mí y no lo estará nunca. Las puertas de mi corazón están cerradas con llave y no ha llegado nadie con la llave indicada para abrir esas puertas.

-¿Y qué tal si esa persona es Frederick o el barbón? Frederick tiene años muriéndose por ti y el barbón, pues, se te nota que te fascina.

-No es más que sólo atracción sexual, al igual que con todos los hombres con los que he estado.

-Bueno. Dejemos el tema por la paz, basta de hombres.

Entre risas, lágrimas por parte de Bob e historias pasaron las horas y a Bob y a mí se nos fueron volando. Bob me llevó a casa pues yo estaba un poco ebria y al llegar me percaté de que el señor Konecki aún no se iba de mi casa.

-Bob, gracias por esta noche tan maravillosa, no sabes qué gusto me ha dado verte, ya te extrañaba maldito- lo abracé.

-Oye, Adkins ¿Ese hombre que nos está viendo desde la puerta es el barbón sexy?- preguntó Bob haciendo movimientos con la cabeza de que voltera hacia atrás.

-Sí es él- dije cuando dirigí un poco l mirada hacia atrás y éste caminaba hacia si coche sin dejar de vernos- bésame- le dije a Bob.

-¿Qué? - se escandalizó.

-Que me beses- le ordené.

Bob me tomó de la cintura, me pegó a su cuerpo y me besó.

-Ya me voy, nos hablamos después- se limpió la boca- ojalá fueras hombre- dijo y yo reí como loca.

-Adiós Bob, te amo.

Caminé hacia la puerta cuando de pronto miré a Simon abrir la puerta de su coche.

-Adiós señora Adkins- se despidió haciendo un gesto con la mano.

-Adiós barbón- me tapé la boca con ambas manos- lo siento. Estoy un poco ebria.

Se acercó a mí , me tomó de la cintura y me llevó a su coche, a la parte trasera del mismo, en donde me subió.

-¿Qué quieres de mí? ¿Por qué te empeñas en encontrarnos siempre?

-¿Yo? No es algo que yo controle señora, yo jamás imaginaba que tú serías la madre de Jung. De haberlo sabido desde un principio ni te volteo a ver.

-¿Te asustan las madres?

-Claro que no, pero él es mi amigo- se me quedó viendo al escote que llevaba puesto- y tú eres muy guapa y eres fantástica en la cama, tus labios son tan sexys, tú eres muy sexy y en estos momentos me muero de ganas de besarte.

-Bésame- le dije volteando a verlo.

El barbón sexy se me quedó viendo a los ojos directamente, se acercó hasta que sus labios tocaron a los míos y se unieron en un beso que ardía de la pasión que emanaba. Me acostó sobre el vidrio de la parte trasera de su coche y con una mano iba subiendo poco a poco el largo de mi vestido.

Amantes PerversosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora