Dos

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Jonas

☆ ☆ ☆ ☆ ☆ ☆ ☆ ☆ ☆ ☆ ☆

"Y debes de saber, que mi muerto corazón nunca dejará de latir por está causa. Por nuestra causa"

-Buen día, padre.

El pobre párroco dio un respingo, llevando una mano al pecho y negando. Dejando entrever una pequeña sonrisita. Haciendo un gesto con la mano, le guió hasta su oficina.

-Buen día a ti, Adam, a que debo tu inesperada y madrugadora visita.- Adam, hizo gesto de contestar.- ¡oh, vamos chico! No quieras mentir a este viejo.

Rieron juntos, poniéndose al tanto de lo sucedido. Ambos intrigados, más no sorprendidos.

Desde hace unos años, se habían incrementado las posesiones, los pactos. Los cultos cada vez están más y más al borde de lo incontrolable, tal parecía que el mismo infierno tenía problemas en controlar a sus subordinados. El pobre padre Jonas ya estaba viejo y cansado, que andar en esos trotes ya era insostenible.

-Con que esas tenemos. -suspiro. -Creo que esto se pondrá cada día peor. No logro comprender, que es lo que quieren con ese dichoso retrato. ¿Lo has traído contigo?

- Claro que si, padre, No soy tan tonto para dejarlo en casa. - Sacándolo y dándoselo.- He aprendido por las malas, a no ser tan confiado. Aprendí mi lección.

Su mirada era lejana, pérdida y turbia. De aquellas expresiones de quien sabe los horrores que aguardan en la vida. Adam, apretó las manos en puño. Sintiendo ese sabor a bilis subir por su garganta, si al menos le hubiera creído, hoy las cosas serían tan diferentes. Con manos ágiles le arrebato el retrato, terminando asi su trabajo.

Solo por tratar de mantener su mente lejos de esas memorias. Levantó la mirada. El padre Jonas, fruncia el ceño un tanto confundido, le sonaba de algún lugar, de ello estaba seguro.

- Creo que deberías dejarlo aquí, solo mientras decidimos que hacer con el. Por ahora ve a descansar,seguro no lo has hecho. Anda, anda.

Le dijo. Mientras le invitaba a salir y le cerraba la puerta, apenas poniendo un pie fuera. Con pasos ágiles, tomó un libro viejo, desgastado. El título de su portada era ilegible, tomando un fuente respiro volvió a ocupar su lugar frente al retrato, con manos expertas le ojeo, hasta dar con una copia exacta de este. Sintió su sangre helarse.
No podía ser. Negó fervientemente, no, no.
Se suponía que había sido destruido o al menos eso les hicieron creer, si acaso esto se sabía. Dio un golpe en el escritorio.
Tendrían que pensar en algo, y pronto.

-¿Cómo es que aún existes? ¿Quien pudo haber traicionado a la orden? - Con manos temblorosas lo tomo.- Se armará un caos, cuando sepan de tu existencia.

Una brisa fría inundó la estancia, susurros y risas, abrazaron su ser. Bajo la mira al retrato, una chica risueña le saludaba con alegría desde este.
Tratando de levantarse rápidamente, tumbando la silla y con ella el cayó.

- Charlotte.
Susurro

La lluvia caí sobre las viejas calles de la île Saint-Louis. Una extraña tristeza le embargaba, al ver las gotas dar contra el cristal, suspirando, se decidió por salir del su auto. Como amaba ese viejo auto. Dando rápidos pasos cruzó el patio, estaba cansado, todo había resultado más complicado de lo que habría querido; ser abogado era tan estresante. Con tan sólo 29 años, tenia días en los cuales se sentía como su abuelo. Río, pasando sus manos por su negro cabello, tratando de quitar un poco de lluvia. Abrió la puerta y con agilidad, llego a mitad de la sala.

- ¡Helena, amor! Estoy en casa.

Extrañado, fue directamente a su habitación, la casa estaba en calma. Regreso sobre sus pasos hasta la cocina, se quedó quieto. Tratando de procesar, su amada Helena, tendida boca abajo sostenía un cuchillo cubierto de sangre.

-¡Helena! ¡Helena!

Lanzándose a su lado. Tomó su pulso y suspiro aliviado. Con manos temblorosas le giro. Su piel estaba pálida y fría, si no supiera que estaba viva. Bien podría haberla dado por muerta, con impaciencia buscó alguna herida que explicará la sangre en el cuchillo. Nada.
No había herida alguna.

Una brisa fría se filtro en la habitación, acompañada de una pesadez y un nauseabundo hedor.
Por el rabillo del ojo, Dante pudo apreciar una extraña figura formarse de neblina espesa y negra, lanzarse sobre él.

12:00 pm

-En las siguientes noticias
Hoy en la madrugada, se ha descubierto el cuerpo sin vida del Padre Antoine Jonas. Clérigo de nuestra isla hermana, île Saint-Louis.
No se sabe que hacía aquí, los altos mandos no han proporcionado información; están muy consternados por tal brutal asesinato.

La policía no nos ha podido proporcionar más información.
Cito sus palabras: "La torrencial lluvia de las Últimas horas a entorpecido nuestro trabajo"
En más noticias. . .

Adam salió con tan solo una toalla cubriéndole las caderas, gotas corrían por su cuerpo; su respiración era agitada. Nada le habría preparado para otra noticia como esa, miraba fijamente la alfombra. Sus cabellos cubrían parte de su cara. Apretando las manos en puño golpeó la pared; lágrimas caían y su puño sangraba. Hace apenas un día que estuvo con él. Un día.

Molesto e impotente se apresuró a cambiar y salir directo a la sainte chapelle.

"Esto esta mal. Nunca debí de dejarle sólo. ¡Maldición! ¿Porque no me dijo lo que pasaba? Seguro todo tiene que ver con ese maldito retrato."

La desesperación llega a ser un buen motivador, siempre y cuando se mantenga la cabeza fría. Eso será algo que Adam deberá aprender una vez más.


Una cancion sonaba entre las penumbras de una habitación. Notas con ritmo que llenaban el espacio. Risas juguetonas invitando a perderte, a pecar y no marcharte jamás. Promesas. Promesas.
El repicar de tacones les hizo callar.

-Veo que al menos has dejado la musica clásica. -Río burlonamente, haciendo un gesto despectivo. -¡Ya era hora! No se cual es tu obsesión por mantenerte en esa época. Hay tanto en este nuevo siglo, las personas son volubles y desean tanto ser corrompidas, aunque ya no son un verdadero desafío.

Tirándose sobre un amplio sofá. Sus largas piernas en el respaldo, mientras su cabeza colgaba y su pelo negro como el carbón se esparcía en la alfombra. Haciendo un gesto despectivo con la mano les mando marchar.

-¿Me puedes decir a que debo tu visita, hermana? -Le cuestionó con pereza. -Sabes que no me gusta ser molestado .

Cazador De AlmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora