Quince

7 1 2
                                    






La cabeza le palpitaba, su cuerpo protestaba.
Apoyando sus manos en el frío piso, se impulso para sentarse.

Adam se sentía morir, eran extraño. Nunca en un sellado le había ocurrido algo así. Con los ojos aún cerrados, dio profundas respiraciones. La cabeza le parecía estallar. Apretó la mandíbula.

-¿Qué demonios me paso?-murmuró llevando las manos a su cabeza, y abriendo los ojos-. ¡Malditasea! Creo he recibido la paliza de mi vida.

Su vista estaba nublada, todo en la habitación eran simples sombras sin forma. Lo último que recordaba era caer en la inconsciencia.

Un extraño sentimiento embargo todo su ser, revolviendo lo más profundo de sus entrañas. Dejándolo con un amargo sabor de boca; tenía la firme seguridad de que algo había pasado, algo realmente importante.

-El pergamino.-exaltado, se puso de pie. Caminado lentamente a lo que creía estar la cama.-. Me siento un inútil, muy inútil.

Sus rodillas chocaron contra algo, haciéndole caer sobre el colchón; tanteando desesperado logró encontrarlo.

-Qué alivio.-río cerrando los ojos-. Pronto estarás devuelta, Helena. Muy pronto. Aunque no tengamos el retrato, podemos negociar muy bien con "esto". No se podrán negar.

Unas voces y pasos atrajeron su atencion; tal parecía que el refuerzo había llegado. Con pasos tambaleantes y su vista reducida a la de un topo; salió de la habitación. Las voces siendo más claras con cada tramo que avanzaba. No pidiendo contener el sentimiento de esperanza que le embargaba y la plena seguridad de que todo saldría bien.

-Ya era hora que te dignaras en aparecer, aun hay mucho que hacer.-lo estudio con cuidado-. ¿Sucede algo, Adam? Te notas extraño-.le cuestionó Anna-. Creo que dormir tanto te perjudicó.

-Estoy bien ¿Te hace falta mucho para terminar? ¿Donde esta Dante?-posando sus manos en el sofá cercano y recostarse en el-. Gracias por venir. Estoy en deuda.

La mirada malhumorada de Anna se posó en él, si habia algo que en verdad la enfurecia era que apresuraran su trabajo. Ya le gustaría ver como se las apañaban sin ella.

-Faltara lo que tenga que faltar, Adam, y ni se te ocurra presionar, que quien necesita la ayuda eres tu.-aún mirándole desde el suelo, su trabajo mano trazando algunas palabras en el-. ¿En que estupidez andas metido? No, no, no. Mejor no me respondas, mientras menos sepa mejor. Así, si algo sale mal, no tendré porque mentir. No pretendo perder mis tan ansiadas vacaciones por un idiota.

Adam profirió una suaves carcajadas. Recordando porque le caía tan bien esa chica; nunca hacia preguntas, no daba sermones, tampoco se metía en tu vida privada y ella no follaba.

Para cualquier hombre eso seria una blasfemia, pero para él era tocar el cielo con las manos. Ella lo hacía sentir libre. Libre.

-Está bien, no diré nada. Pero solo te advertire que no es algo fácil. Es muy probable que nos cruzemos con demonios. Tu sólo preocúpate por contactar al otro lado.

Ambos se quedaron en silencio. Pensando en la mentira que iban a tener que decir. Todo sea por no ser castigados y desechados del grupo.

El sol cada vez se y iba ocultando más. El suave naranja y rosa bañaban el cielo con sus colores. Y dejándolos con el recordatorio del tiempo terminandose.

-Listo. Deberían darme un reconocimiento.

Aun con la vista fija en el horizonte, Adam dio un leve respingo ante el sonido de la voz de Anna. Quien solo le miro con una sonrisa burlona.

Cazador De AlmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora