ocho

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Efessto

Alessandra





Llevaba horas sin regresar. La cabeza de Dante era un completo lío.

Era muy evidente que Adam hizo algo indebido, y él no podía culpar a Charlotte por sus acciones.

-Maldición.-golpeó la pared.

Llevo sus manos al cabello, dejándolo aún más desordenado.

Quería sacar su furia de algún modo. Su amada Helena y su hijo seguían sin ser encontrados, aunque esa búsqueda ni siquiera a comenzado y no tenia manera de poder ayudar siendo tan débil.

Afuera la lluvia caía nuevamente y si prestaba la debida atención podía oír a esa cosa arrastrarse fuera de la casa.
La primera vez que le escucho, lo atribuyó a sus nervios y ahora que escuchaba con más atención, tenia la seguridad que eso no sólo era la lluvia, las ramas de algún arbol, algún gato o perro del vecindario.

-Que demonios anda ahí fuera.

Dijo mirando fijamente la ventana.

-No tendrías de que preocuparte.-le dijo Alessandra.-Siempre y cuando no dejes esta casa, nada te sucederá.

Dante dio un respingo, le había tomado por sorpresa la llegada de esa mujer. No le oyó llegar eran tan sigilosa como en su forma de gato.

-¡Maldición! Me has dado un susto.

Llevando una mano donde se encuentra su corazón.
Alessandra puso cara de exasperación, aveces olvidaba lo tontos que eran los humanos.  Siempre exagerando las cosas.

-No seas molesto.-su mirada fija en la ventana.-Lo que está ahí afuera desea entrar pero no lo podrá hacer.

-Tal vez tengas razón, pero ya lo han hecho antes.

Su mirada empañada de tristeza volvió su atención al ventanal.

-Eso no pasará y si ese fuera el caso, yo lo solucionare.-Le dijo con resignación.-Tengo poder. Aunque no lo creas.

-Quiero creer que tienes razón.-apoyando su mano contra el cristal.-Pero es difícil confiar. Uno de ustedes se llevó a mi Helena.

-Sólo te puedo asegurar que en la cuestión de poder no hay ninguna duda, crecí bajo la tutela del mejor de todos y con respecto a confiar en nosotros, ese si seria un gran problema.

Un gran golpe llamó su atención, se lo que estuviera afuera deseaba entrar. Sus golpes eran cada vez más insistentes con el pasar del tiempo.
Se miraron entre ellos.
El miedo reflejado en los ojos de Dante.

-No temas.-le dijo Alessandra.

-Si temo, pero no es por mi. Que será de mi Helena si no estoy para ella cuando esto termine.

Alessandra sólo le sonrió con resignación.
En todos estos siglos de vida aún no podía entender ese sentimiento llamado amor. Los demonios no "aman".
Sin embargo en raras ocasiones se sabían de algunos casos.

Que bien ante ella podrían ser solo relaciones por conveniencia. En su opinión, el amor era una mera ilusión y pérdida de tiempo.
Con esos pensamientos salió.

La fría lluvia caía cual diluvio, gracias a su buena vista le vio antes de que golpeara contra ella. Un nuevo ataque, dos, tres más; lo que sea que le atacaba era muy veloz. No era un simple demonio.

Con la respiración agitada y el cabello cubriéndole parcialmente el rostro.

-¡Sepulcro!

Conjuro Alessandra dando un golpe contra el suelo con  su pie izquierdo.
El acecho se volvió más calculado, la tensión se sentía en el aire.
Por la mente de Alessandra cruzó cada posible ser al que se enfrentaba.

Cazador De AlmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora