Veintitrés

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"Para poder dejar la incertidumbre de lado. Hay que aprender a enfrentarla."








-Disculpa a mi hijo, tiene serios problemas de actitud.-con un movimiento de mano distendido, los cuerpos de la mujer, el hombre y el demonio, se desvanecieron-. Su madre siempre le hizo creer que él era la mejor cosa sobre la faz de cielo, tierra e infierno. Ambos son unos narcisistas.

Una mueca divertida adorno los labios de Charlotte, le resultaba irónico escuchar eso de él. Eran iguales.

-Claro. Si que lo son.-le siguió la corriente-. No sabes cómo te compadezco.

Un fuerte dolor le atravesó la cabeza, soltando un grito se desvaneció en los brazos de Lorcan. Quien solo le miro sorprendido.











Charlotte


Era difícil saber si estaba dormida o despierta, el tiempo parecía no transcurrir. Despertaba una y otra vez para volver a caer en la oscuridad. Todo este tiempo pude sentir su presencia junto ami; en ocasiones tomaba mi mano entre las suyas, acariciaba mi cabello y rostro con tanto cariño que dolía. ¿Debería de doler? ¿Porque dolía?  Nuevamente la oscuridad me reclamo, seduciendo mi mente.

La luz en la habitación era escasa al abrir los ojos. Intente llevar mi mano a mis ojos y frotarlos. Solo logrando que un cosquilleo lo recorriera.


-Veo que ya has despertado.-esa era su voz, inconfundible y mi cuerpo traidor respondió a él-. Ya era hora, nos tenías preocupados. ¿Cómo te sientes? ¿Necesitas algo?


Si. Necesito que estés lejos para poder pensar.
No podía evitar que mi cuerpo responda a ti, pero si puedo mantener mi mente en control. Su mano se arrastró hasta la mía, sus suaves caricias me provocaban mil sensaciones.


-¿Qué a pasado?.-mi voz siendo un graznido-. Yo.

-Espera.

Lo vi alejarse hasta una pequeña mesita. Todo me daba vueltas, lo último que recordaba era estar en los brazos de Lorcan y después oscuridad. Muchas voces gritando, exigiendo ser escuchadas, ser liberadas. Algo andaba muy mal. Lo podía sentir tirando de mi, a la eterna oscuridad que me daba vida. Esto no estaba nada bien.

-Bebe un poco, te sentara bien.-trate de incorporarme ante su atenta mirada-. Déja, te ayudare.

Inclinándo su cuerpo sobre el mio y pasando con cuidado su brazo izquierdo por mi espalda, me atrajo contra él. El calor de su cuerpo contra el mio, me hizo desear acurrucarme.


-Bebe, ya después puedes estar todo lo que quieras sobre mi.-le di una mirada enojada, provocando su risa-. Tranquila, pequeña fiera.


Difícil odiarlo cuando tenía esa hermosa sonrisa en el rostro. Sino fuera por ello, mi puño ya se encontraría con su rostro. Dkai sería mi perdición.

Ese brillo en sus ojos mantendría embrujada a cualquiera que cayera en sus redes.

Inclino el vaso sobre mis labios, un sabor asqueroso y viscoso recorrió mi garganta. Provocando náuseas.

-Qué te den.-le escupi.

Una sonrisa lenta y sensual remplazo a la anterior. Difícil no entrar en calor y recordarme que para él solo era el remplazo de aquella mujer.


-Es eso una invitación. Porque si es así estoy más que ansioso por aceptar.-inclinándose sobre mi y besar mi frente.

Le mire sorprendida, por un momento pensé que me besaría. Un verdadero beso. Un beso que me costaba aceptar deseaba. Poder probar sus labios, la idea cada vez se me hizo una tortura.

Cazador De AlmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora