veintiuno

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"Es difícil entender un sentimiento, cuando nunca lo has sentido."





La desesperación le consumía, no había rastro alguno de Charlotte.

Arrastrando todo lo que podía su cuerpo contra la destrozada pared.
Helena podía ser una tonta optimista, pensar que siempre podría ocurrir algo y salvarse, salvarlos. Hoy sin duda no creía que fuera el día. Sonriendo acepto su destino, lo único que lamentaba era no poder salvar a su bebé.

Cada paso dado por Efessto, le traía más cerca de la muerte. Podía sentir la frialdad de ese ser consumirla.

-Apostaste por el lado perdedor, querida.-tomándola por el cuello, pasando su bífida lengua por su cara-. Solo te queda una tormentosa muerte, y estoy muy complacido por ello. Ya viste que tu salvadora no es más que un patético ser.-le susurro.

-Muere-te.-le escupió.

No podía respirar, sus pequeñas manos clavaban sus uñas y tiraban ansiosamente; él solo le sonreía, disfrutando de su lucha. Le excitaba.

La vida de los humanos era frágil.

-Lamento defraudar tus deseos, pero, mi amada espera.-le dijo cínico-. Ya debes saber cómo son estas cosas de parejas.

Las lágrimas escapaban de sus ojos sin ningún control.

Ese ser era tan cruel y ella no era ni la mitad de lo que se necesitaba para sobrevivir.

Con parsimonia Efessto lanzó su cuerpo, podía sentir el calor de las llamas lamiéndole la piel, mientras surcaba el aire. Esta tan cerca de ellas.

Cerrando y dedicando cada uno de sus pensamientos a sus seres amados. Se despidió de este mundo.

Helena pudo sentirse entre unos fuertes brazos, impactando en un trabajado pecho, fragancia masculina y magnética embotando sus sentidos. Levantando lentamente la mirada de encontró con un hermoso rostro, su pelo jugado por el aire y unos ojos que le robaron el aliento. Entre los brazos de ese hombre, le era fácil olvidar cuán cerca estuvo de la muerte.

-¿Estas bien?.-sonriendole engreído-. No me perdonaría haber llegado tarde.

-¿¡Eh!?

La mirada desconcertada de helena se anclo en los profundos ojos de él, su brillo resplandecía e hipnotizar.

Podía sentir el cálido aliento chocar contra su cara.

El toque contra el suelo atrajo su atención. Su mirada vago por todo el lugar. Jadeo al ver como Charlotte se arrastraba hasta la superficie de escombros, su fría mirada clavada en ellos.

-Veo que tienes ayuda, mi querida Charlotte.-le fijo Efessto, estudiando con la mirada al recién llegado-. Debí imaginarlo. No eres tan tonta como creí.

-Cierra tu asquerosa boca.-fría furia reflejaba su voz, y ver al recién llegado no ayudaba-. Estoy harta de ti. Terminemos con esto de una vez.

Sin esperar una respuesta dejo de contener su furia. Ella sabía que para causarle daño su ataque de debía ser de frente y directo. Aunque algo de ese ser le jugaba en contra.

Cazador De AlmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora