2. Planes para una cita.

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Honey

Actualmente:

La mañana está soleada y a decir verdad, tengo una pereza inexplicable a esta hora. Pero tengo que ir al trabajo después de dejar a Channing en la guardería.

—Rubio, es hora de levantarse —le digo a mi hijo abriendo las cortinas de su habitación.

—No, mamá —responde.

Para ser un niño de tres años habla claro y fuerte, hay algunos niños que a esta edad todavía luchan para hablar fluido. No fue el caso de mi loro.

Levanto su cuerpo y lo llevo a la ducha, lo dejo ahí y me voy para hacer el desayuno. Después de eso, veo a Channing salir del baño envuelto en una toalla como si fuera un taco. Sus rizos se han estirado por el agua y le caen por la frente.

—Vamos a ver ropa —digo.

—Ay, mamá —se queja. Camina sin ganas hasta la habitación, lo dejo en la cama y saco ropa a combinación para alistarlo.

Se para en la cama y deja que lo vista, al terminar sale para comer con una emoción restaurada.

—¿Te gusta? —pregunto acomodando sus rizos.

—Sí —responde.

Sonrío y le abrazo la cabeza, soy una madre muy intensa.

Al terminar de desayunar, lavo sus dientes y me alisto yo también. Agarro la maleta de Channing y salgo con él del departamento, mi mano toma la suya y nos vamos hacia el ascensor.

El chico del departamento veintisiete está en el ascensor y sonríe al vernos.

—¡Hola, Warren! —exclamo al verlo.

—¡Hola, Warren! —repite mi hijo.

Channing es un niño algo complicado, no se lleva con todo el mundo y es muy difícil ganarse su confianza. Pero a él le agrada Warren, le enseñó a mezclar los colores con acuarela y Chan ama las pinturas. Ama ensuciar sus manos.

—¡Hola a ustedes! —nos sonríe.

Warren Forest es guapo, tiene un cabello castaño hermoso y una sonrisa que hace desmayar hasta a las lesbianas del departamento veintiseis –las cuales me caen muy bien–, además de ser bastante amistoso.

—¿A la guardería, muchacho? —le pregunta a Channing.

—¡Sí!

Salimos del ascensor y Warren me indica que me esperará en el lugar de trabajo. Él trabaja conmigo en el salón de belleza fino donde conseguí trabajo y me pagan bien. Pero planeo estudiar una carrera en unos meses, a pesar de tener mi título. Y no, Warren no es gay por trabajar en un salón de belleza. Eso es para gente jodida y prejuiciosa. A la mierda los prejuicios.

Tomo un taxi y le doy la dirección de la guardería, al llegar suspiro y le hablo a Channing.

—No hables con ningún extraño —le digo—. Hoy te vendrá a ver un amigo.

—¡Mamá! —exclama.

Sabe que se trata de Kerrick, pero es que hoy salgo algo tarde del trabajo y él tiene que almorzar.

—Sin peros —le digo—. Cuídate y come los sánduches que te preparé.

—Sí, mamá.

Besa mi mejilla y se va junto a la encargada del lugar, corro hacia la salida y tomo un taxi que me lleve de vuelta al salón.

—¡Llegué! —exclamo mi victoria.

Warren sonríe junto a Peace y Tessa, nuestras compañeras de trabajo.

Las citas empiezan llega una señora que necesita un tinturado urgente, así que lo hago mientras Tessa hace conversa para todos.

—En los chismes de farándula salió que por fin nació la hija de una de las chicas Rowe —dice.

Sonrío, sé que hablan de Pepper pero ellas no saben que es mi amiga.

—Es una suertuda, ¡tiene dinero y un novio que está como quiere!

Las horas pasan entre divagues y me preparo para el terremoto. Channing se baja enojado del auto de Kerrick, tiene lágrimas por todos lados.

—Tienes que dejar de hacer esto —le digo.

Channing se agarra mi pierna, agarro la maleta que cargaba Kerrick hace unos segundos.

—¿Me acompañas a almorzar? —me pregunta.

Ladeo la cabeza con una sonrisa.

—La futura madre de mi hijo debe alimentarse.

—Oh, cállate —le digo.

Recojo mis cosas y el primero en darme un abrazo de despedida es Warren, se despide de Channing.

Hago que el niño entre al auto y luego yo subo al asiento de copiloto. Kerrick se inclina hacia atrás para ponerle el cinturón de seguridad a Channing, a lo cual él se encoge.

—¿Cómo te fue en tu día de trabajo?

—Tessa y Peace no dejaron de hablar de Pepper y el nacimiento de Crystalie.

Él ríe. Pasamos conversando todo el viaje. Si bien las cosas han mejorado, porque antes todo era tan confuso con el tema del embarazo y un montón de cosas respecto a su conquista.

—Son para ti —me dice.

Me extiende un ramo de girasoles y las acepto con una sonrisa. Me gustan mucho estas flores.

—Gracias —sonrío.

Estoy oxidada. No quiero quedar como la chica facilona cuando está ebria y que solo ahí él puede darle algo de amor. Kerrick nunca ha sido malo conmigo y hace lo mejor que puede con Channing.

—¿Quién era el chico que te abrazó?

Su pregunta me hace fruncir el ceño y Channing se apresura a responder.

—Es Warren, un amigo nuestro.

—Pues se lleva bien contigo —dice Kerrick entre dientes—. Resulta una amenaza con ventaja.

Nos lleva a un restaurante informal, lo cual me gusta porque una vez le dije que no me gustaban las cosas tan elegantes. Nos sentamos en una mesa, mi hijo se sienta a mi lado.

—Si te compro un helado, ¿me quieres? —le pregunta a Channing.

El niño niega con la cabeza y Kerrick resopla. Un camarero nos toma la orden y luego se va.

—¿Aceptas tener una cita conmigo?

Pestañeo varias veces, siempre es así, siempre pregunta de manera directa.

—¿Una cita?

—Sí, una cita —él responde.

Lo miro antes de responder solo para ponerlo nervioso. Admiro su perfil perfecto, sus ojos marrones y su cabello que ahora está algo largo. Tiene una sonrisa muy bonita, Kerrick es un arma para las mujeres y me gusta. Pero no puedo ceder y me avergüenza pensar que siempre he cedido ebria o con resaca. Debo pensar bien en lo que quiero y tengo que comprobar si él me aceptará y aceptará a mi hijo. Debo elegir bien.

—Bien, River —asiento—. Tendremos una cita.

¡Inténtalo, Kerrick!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora