11. Dinastía china.

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Kerrick

El desayuno es silencioso, detesto eso cuando me gusta que Honey me haga conversa casi todo el tiempo. Pero ahora no estoy con ella, estoy con mi padre en la terraza de un hotel al que me hizo venir.

—¿Me dirás por qué estoy aquí?

—Porque vas a empezar a trabajar conmigo —responde—. Empezarás a trabajar para el imperio de nuestra familia.

Frunzo el ceño y me acerco a él, aún cuando la mesa nos separa.

—¿Imperio? ¿Qué piensas, papá? ¿Qué somos de la dinastía china? —le digo, mirándolo como si fuera loco.

—Kerrick, deja de decir tonterías, que no te crié para eso.

—He ahí el problema, padre —frunzo los labios unos segundos—. Tú nunca hiciste tal cosa.

La brisa del mar que está frente a nosotros hace que entrecierre mis ojos unos segundos. Él suspira con enojo, pero lo canaliza.

—Vas a tomar un cargo en la empresa y se acabó —me dice.

—Como quieras, pero necesito tiempo libre para ver a Honey —repongo.

Rueda sus ojos y vuelve a suspirar.

—No me gusta tu relación con esa muchacha.

—Yo no necesito tu aprobación —le digo, encogiéndome de hombros.

Une sus dos manos formando un puño, con sus dos codos sobre la mesa y su frente apoyada en las manos.

—Hijo, deja tu capricho, me estás obligando a dejarte sirviendo café en la empresa —dice.

—Por mí no hay problema.

—Basta, deja tu actitud de niño en plena etapa de rebeldía —frunce los labios—. Trabajarás en un buen puesto, como quieres, te dejaré ver a la chica esa... sólo para que te des cuenta de que quiere tu dinero.

Me río de él, cerrando los ojos y dejando caer mi cabeza para atrás. Con el tenedor le quito la vida a un trozo de kiwi y me lo meto a la boca, sonriendo.

—Ni con eso vas a conseguirlo —le sonrío cuando termino de masticar—. Se llama Honey y quieras o no, ella va a traer a tu nieto a este mundo, ¿cómo ves, padre?

—¿Y piensas darle tu apellido?

—Lo dije anoche en la cena, o al menos lo di a entender —respondo—. Le daré a mi hijo eso y mucho más, incluso a Channing, les daré todo lo que necesiten.

—Te volviste loco al querer darle nuestro apellido a un niño que no lleva tu sangre —me reprocha.

—Supéralo, papá.

Sigo comiendo trozos de kiwi bajo la mirada de mi padre. Sé que le molesta todo esto, pero no puedo dejarme intimidar.

—Empiezas mañana —dice—. Te daré el tiempo libre que quieras.

—Bien, gracias.

Se levanta y me deja solo, el personal de este hotel se le acerca y yo desvío la vista. Puedo decir ahora, que no me hace feliz trabajar con mi padre pero no puedo decirle que no, pero puedo ponerle mis condiciones.

Mamá me llama, antes de presionar el botón de contestar, le doy un vistazo a mi padre y noto que aún está ocupado con esas personas.

—¿Mamá? —sonrío.

—¿Qué te dijo tu padre? —pregunta.

Ladeo la cabeza.

—Quiere que trabaje con él en su preciado “imperio” —contesto.

—¿Qué se cree? ¿Qué está en Roma o qué? ¡Imperio las tangas que no uso!

—¡Mamá!

Escucho su risa y luego un suspiro, nos quedamos en silencio un momento.

—Cariño, no te dejes intimidar —me dice.

—Lo sé, mamá.

Hablamos un rato más, me alegró que preguntara por Honey. Summer habló con ella más temprano, o eso es lo que me dice.

Cierro la llamada en el momento que mi padre regresa a la mesa.

—¿Con quién hablabas? —pregunta.

—Con Summer, quiere que le lleve toallas sanitarias de regreso a casa.

Él rueda los ojos y asiente.

—Haré que tu hermana deje su empleo de pacotilla —dice.

Entrecierro los ojos y me levanto, me acerco a él y lo miro directamente a los ojos.

—No te metas con mi hermana.

—Kerrick, ¡tu hermana tiene dinero, por Dios! —exclama— ¡No tiene que andar cantando en un bar!

—Cantar la hace feliz, así que déjala ser —digo—. No le quites su felicidad.

Retrocedo unos pasos, quito la mirada y me voy de ese lugar en silencio.

***

Me encuentro con el tal Warren en el ascensor del edificio. No pienso hablar, por lo visto él tampoco. Nos mantenemos en silencio hasta que las puertas del ascensor de abren.

Soy el primero en salir y camino por el pasillo. Toco la puerta del departamento de Honey. Espero a que abra.

—¡Kerrick! —exclama cuando abre la puerta.

Frunzo el ceño cuando no me invita a pasar y frunce el ceño, rascando su cabeza.

—Honey, cariño, ¿quién es? —esa no es una voz conocida.

Es una mujer.

—Es mi madre —dice Honey—. Hoy tengo que decirle la verdad.

—Perfecto, llego en buen momento.

Honey suspira y me abre el paso. Veo que en el sofá está la madre de Honey y el niño. Channing me mira con algo de curiosidad, sé que a pesar de lo que pasó en la clínica, el niño primero se acostumbra para verme en su campo de visión y luego se alegra.

—Mamá, él es Kerrick —le dice Honey.

La madre se levanta con una sonrisa y me extiende la mano, la tomo y asiento con la cabeza.

—Tenemos que decirte algo.

La señora parece atenta a lo que su hija tiene que decirle. Se sientan en el sofá y toma sus manos.

—Estoy embarazada —suelta. La madre pestañea repetidas veces.

—Uhm, Honey, déjame hablar con ella un momento —le digo.

En medio de su incredulidad, hago levantar a la señora y la guío hasta la cocina. Le sirvo un vaso de agua y la miro.

—Soy Kerrick River —hablo—. Yo soy el padre del bebé que espera su hija y créame cuando le digo que no me iré, no dejaré a Honey.

—Escúcheme bien, señor —me dice, se acerca—. Ya una vez abandonaron a mi hija, no permitiré que lo hagan nuevamente, ¡por supuesto que usted va a quedarse con ella!

—Eso es lo que he dicho —sonrío—. Ese niño tiene un padre.

Ella suspira y Honey se acerca. La abraza por unos segundos y ambas asienten con la cabeza.

—Debes ver al padre de Honey junto a sus hermanos —me dice la madre—. Vengan a cenar, mañana en la noche.

Honey va a decir algo, pero la detengo y acepto la invitación. Podría preguntarle si puedo llevar a Summer, pero la cabeza naranja tiene que trabajar.

—¿Cuántos hermanos son? —me atrevo a preguntar.

—Siete.

Pestañeo varias veces, pero no digo nada porque no quiero ser imprudente en estos momentos.

La madre de Honey es agradable, me quedé toda la tarde oyendo unos consejos extraños acerca de la paternidad. Se siente bien estar rodeado de personas que viven sus vidas sin ningún hombre que presione esa estabilidad... como mi padre.

¡Inténtalo, Kerrick!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora