21. Bonsáis que se secan.

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Kerrick

Llego a casa con las compras y el silencio me recibe. Le he comprado un bonsái a Honey, sé lo mucho que le gustan estos pequeños arbolitos.

Miro a Channing, está en silencio.

—¿Qué sucede? —le pregunto.

Dejo las compras y voy hacia él, me mira en silencio y luego se aferra a mi cuello. Todo es silencio, no me gusta esto.

—¿Dónde está mamá? —pregunto una vez más.

Me señala la habitación.

Voy hacia allá y entro, ella está en la cama con la mirada perdida. Las manos en el vientre tiemblan un poco, no sé que pasa.

—Honey, ¿qué sucede?

—Hola —sonríe a medias—. Siéntate, debemos hablar.

Me siento tal como lo indica, su rostro no está sereno y por un momento temo que sea por Mikael.

»Hoy me tomé el día para pensar en muchas cosas, ¿sabes? Me tomé el día para darme cuenta de ciertas cosas.

—Dime qué sucede.

—Llegué a una conclusión —dice—. Yo no siento lo mismo que tú sientes por mí, Kerrick.

Frunzo el ceño, ¿qué rayos me está diciendo? Ella no puede hablar en serio.

—¿Qué quieres decir?

—Que no siento que te quiero, no siento lo bonito que debería sentir por el padre de mi hijo.

»Por eso tomé una decisión, Kerrick. Usaré mis ahorros para irme de aquí.

Ni siquiera puedo procesar lo que me está diciendo, no tiene sentido. Sé que me quiere, lo sé.

—¡No puedes irte, tenemos dos hijos!

—Podrás ver a Mikael cuando nazca, es tu hijo después de todo —dice y se encoge de hombros—. Pero no tendré ninguna relación contigo si no siento nada por ti.

Sigo sin procesar. Siento que algo me está ocultando, hay algo detrás de todo este cambio brusco.

—No, tú me quieres —afirmo— ¿Qué rayos te hizo cambiar de opinión?

—¡No, te equivocas! —exclama—. No te quiero.

—¡Dime que te hizo cambiar de opinión!

Niega con la cabeza. Sé que hay algo más y sólo una persona se me viene a la cabeza.

—Fue mi padre, ¿verdad? —susurro, ella niega— ¡No soy ningún idiota, Bennett, y lo sabes!

—Me iré —repite. Como si con eso me estuviera dando una respuesta—. O me voy yo, o te vas tú.

Lo pienso. Duele. Carajo, duele todo lo que está diciendo. Siento como si me hubieran enterrado dientes en el alma. Sé que fue él, no tengo ni una duda. No hay nadie más que él, que quiere separarme de Honey.

—Me voy yo —digo—. Pero déjame despedirme del niño.

No me dice nada, así que salgo de la habitación después de recoger mi ropa en una maleta.

Encuentro a Channing en su cuarto, me acerco y me abraza. Me aferro a su pequeño cuerpo. Me aferro a mi hijo aunque ya no puedo aferrarme a la madre.

—Nos dejaremos de ver un pequeño tiempo —susurro.

—Está pasando algo —dice en mi oído, su voz es baja—. Siento que pasa algo.

—No pasa nada, bebé —lo llamo tal y como lo llama Honey—. Papá se va de viaje.

¡Inténtalo, Kerrick!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora