No habíamos logrado casarnos en los siguiente meses pero estábamos bien con nuestra relación. Sabíamos que las circunstancias no estaban de nuestro lado pero nos agradaba mirarle el lado positivo.
Honey tenía casi nueve meses de embarazo, casi es hora de que Savannah vea el mundo. Todo estaba listo... todo menos Honey.
Estaba llorando constantemente cuestionándose si será una buena madre para una niña y cosas así. Honestamente, este ha sido su embarazo más agotador, tanto física como mentalmente.
—¡Sólo quiero que estés aquí!
—Nena, estoy justo aquí. No iré a ningún lado, de verdad —aclaro mientras ella llora con ganas—. La gira terminó.
Hace unos años estaba cantando para mi familia en el parque y un cazatalentos estaba rondando. Un par de meses después estaba grabando un disco y algunas personas empezaron a reconocerme en la calle. Y luego fueron más, y más. Pusimos a los niños en una escuela privada para que nadie les quitara la privacidad que merecen pero saben que siguen siendo hijos de Kerrick River. Antes de los síntomas del embarazo sensible de Honey todo iba bien, incluso aceptamos entrevistas y fotos en familia. Channing y Mikael salieron de lo mejor.
Pero también tuve que ir tiempo lejos de casa por la gira y eso sólo puso peor a Honey, porque se sentía sola y tenía a la niña en el vientre y a los dos varones en casa. Eso me hace sentir un mal casi-esposo y mal padre. Llamaba todos los días a casa y no importa si lo repetía constantemente, Honey siempre preguntaba cuándo volvería a casa.
—¿Tienes una idea del miedo que sentía al pensar que iba a dar a luz sola? —solloza.
—Ya no está sola, nena. No iré de gira más, hasta dentro de qué-sé-yo, ¿un año?
Channing me sonríe saliendo de su cuarto y Honey otra vez se niega a rebajarle los rizos rubios a nuestro hijo, porque le cubren gran parte de los ojos. El niño me abraza con entusiasmo y Mikael sale tras él sonriendo, también con el cabello castaño largo.
—Mamá, ¿otra vez estás llorando?
—No es mi culpa —solloza.
Se queja del dolor que le provoca el embarazo una vez más antes de irse a tomar la siesta. Nunca la había visto así. Apenas y entra a la habitación lista para Savannah.
—Rescaté un gato de la calle ayer, papá.
Dejo que Channing me cuente su hazaña mientras trato de despejar la mente de Honey. Mikael se entretiene mirando películas infantiles mientras ríe y muestra la misma sonrisa que heredó de Honey.
* * *
No tardó mucho en nacer. Era preciosa y pequeña y los niños estaban encantados con ella. Channing la cargaba con emoción mientras Mikael le acariciaba la cabeza con sus manos pálidas.
—Mamá, mírala —dice Chan.
Honey suspira dándole la espalda a la mesa de regalos que hay en la habitación y también a la escena de nuestros hijos con su nueva hermana.
—Estoy cansada, Chan.
Channing hace una mueca y yo empiezo a preocuparme sobre Honey. Jamás se negaría a ver a sus hijos, eran su adoración.
No pasó mucho tiempo para que las cosas se pongan peor. Honey apenas y podía tocar a la niña porque esta en seguida lloraba y mi chica se estresaba hasta el punto de dejarla ir, diciendo que la niña y ella no tenían confianza. Y era cierto.
El diagnóstico fue claro y nos quedaba un largo camino.
* * *
—¡Oye!
Pasaron varios meses para que Honey y la niña se recuperaran y podamos salir de casa con comodidad para los niños. Savannah tenía cinco meses para entonces y Honey había vuelto a ser mi Honey.
—¡Vuelve aquí, Channing! —exclama Crystalie mientras persigue a un Channing sonriente de alguna travesura.
Era el cumpleaños de Zachary Lawler. Los niños estaban disfrutando mientras reían or todos lados y todos estábamos al pendiente de que no se arme alguna pelea.
—¡Mamá, Mikael está tomando mi cabello para hacerse un bigote!
Honey sonríe mientras toma el cuerpo de Mikael entre sus brazos, sonriente de tener a su bebé y que este la adore, al igual que Channing.
—Siempre serás mi bebé, ¿no es así?
—Mami, me aplasta —murmuró Mikael.
—Ya sabemos que nuestra Honey Bennett sigue siendo la fan loca de sus hijos —se ríe Kaleb.
—Oh, vamos —dice Honey—. Tu esposa también es otra.
—No lo voy a negar —acota Summer.
Savannah empieza a llorar y Honey la toma entre sus brazos, sin temblar o dudar, ahora están bien y eso me puede dejar tranquilo.
—Ya está aquí el pastel —dice Baxter.
El pastel es enorme, tanto que Mikael se emociona y me obliga a tomarlo entre mis brazos para verlo de cerca. Zachary sonríe con entusiasmo mientras sus pecas se levantan con emoción. Baxter sonríe orgulloso mientras Pepper lo carga y llama a Crystalie, que está trepada en un árbol.
—¿Te gusta el pastel? —le pregunta Pepper.
—¡Lo amo!
Me asusto un poco cuando las manos de Mikael van a dar a mis mejillas para llamar mi atención. Miro a mi hijo, su cabello castaño le da un aspecto adorable junto a sus ojos marrones enormes y su nariz puntiaguda. El niño es pálido.
—Papá, pastel, papá —me dice.
—Es el pastel de Zachary.
—Pastel, papá —su voz tiembla, sé lo que sigue.
Honey me mira mientras trata de que Savannah duerma un poco más. Me adentro en la casa en medio de ese ruido y a esas alturas Mikael está llorando diciendo: pastel, pastel, papá.
—¿Qué sucede? —le pregunto.
—Pastel —llora.
—No es tu pastel, bebé. Es el pastel de cumpleaños de Zachary.
Debe ser por Chimuelo, el pastel era enorme con la temática de Cómo entrenar a tu dragón y eso conmocionó a Mikael.
—Pastel —murmura entristecido.
—Es de Zachary, porque es su cumpleaños. No debes desear lo que no es tuyo.
Le he dado a mis hijos todo lo que han querido cuando lo han merecido, es por eso que Honey y yo jamás aceptamos que lloren por algo que alguien más tiene.
—¿Y mi cumpleaños?
—Tu cumpleaños ya pasó, bebé.
Era la costumbre que Honey me pasó, es cosa de nuestra familia: bebé. Era una palabra común para referirnos a nuestros hijos.
—Está bien —murmura.
Cuando regreso con Mikael en brazos me encuentro con que la niña menor de Anika y Warren está llorando porque le cortaron la cabeza a Chimuelo. Nos perdimos de la canción de cumpleaños.
—Oye, amigo —sonríe Baxter acercándose a Mikael en mis brazos. Sus pestañas oscuras y largas están húmedas—. ¿Qué sucede?
—Conmoción por el pastel —respondo.
A la lejanía miro a Channing riéndose mientras ayuda a Crystalie para bajar del árbol mientras Zachary está entre admirar su pastel o quejarse de que su hermana va a lastimarse.
—Gracias por estar aquí —me dice Honey.
—Amo mi carrera —le digo—. Pero amo más a mi familia, Honey. Amo a los niños.
—Sé que he sido difícil estos últimos meses, lo lamento.
—Todo está bien, Honey.
Ella sonríe mientras me regala un beso, de esos que me hacen pensar que la vida es más bonita si la respiro junto a ella.
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¡Inténtalo, Kerrick!
Teen FictionMi vida era normal hasta que posé mi ojos en ella y sin lugar a dudas Honey Bennett era la mujer más hermosa que había visto... después de mi madre. Pero no solo tenía que conquistarla a ella, tenía que conquistar a su hijo. ¿El problema? El niño, C...