14. Propuesta con amenazas.

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Honey

Su respiración es tranquila, no se mueve ni un poco y su mano está en mi vientre. Miro el techo casi sin pestañear, me gusta el contacto de su mano junto a mi piel. Junto al hijo que vamos a tener.

—Solecito rojo, no creo que el techo sea más guapo que yo —me dice.

Me río, girando en su dirección. Sus ojos están en mí, tiene su típica sonrisa de lado. Me gusta.

—Qué apodos más cursis tienes, en serio —le digo. Paso una mano por su cabello despeinado—. Vas muy tarde para el trabajo.

—Mi padre debe estar enloquecido.

Me levanto e intento peinar un poco mi cabello. Kerrick hace lo mismo y salimos de la habitación. Channing está dormido en el sofá y estoy muy segura de que se levantó más temprano y volvió a dormirse en la espera de que yo despierte.

—Prepararé el desayuno —le digo.

Veo a Kerrick sentándose en el sofá donde está Channing, lo toma en sus brazos y mece su cuerpo.

En la cocina preparo la harina, los huevos y todo lo necesario para preparar los panqueques. El jugo de naranja está en la refrigeradora, en lo personal me gustan las bebidas heladas. Hay también pastel de naranja, así que nos espera un buen desayuno.

—Yo llevo al niño a la guardería —me dice—. Debo pasar por ahí cuando regrese a casa.

Ese simple gesto hace que mis manos tiemblen y mi garganta deje presas mis palabras. Me toma unos segundos guardar la compostura.

—Te lo agradecería —le digo.

Sirvo el desayuno y para ese entonces Channing ya estaba despierto. Los tres nos sentamos y compartimos el muy agradable silencio que inunda este momento.

***

Choco mi cadera con la de Warren y le brindo una sonrisa pícara, él me mira con confusión pero con una sonrisa. Preparo las cosas necesarias para el maquillaje de una señorita mientras él sale de su confusión.

—¿A qué se debe eso? —me pregunta.

—Cuéntame, ¿qué te traes con Anika Rowe? —sonrío.

Soy una persona a la que le fascina formar parejas, sé que deben conocerse y todo el rollo para que hagan las cosas bien –en caso de que llegue a surgir algo– pero mi emoción es más grande.

—Nada —ríe—. Sólo sé que la veré este fin de semana.

—¡Sí! —exclamo—. No sabes lo feliz que me siento por ti.

Me sonríe y con eso me voy para maquillar a la joven que me espera. Warren es el encargado de los hombres que vienen por algún corte de cabello o algo referente a la barba.

La chica me hace conversa sobre un concurso de belleza en el que va a participar, eso me hace recordar el día en que conocí a Pepper en ese tonto concurso de la reina de las frutas del pueblo. Ella luego me confesó que participó para dejar en vergüenza a las demás concursantes que no podían mantenerse con los tacones.

Cuando termino, ella paga y me da las gracias, se retira. Me lavo las manos y me siento unos segundos. No hay clientes ahora mismo, lo que quiere decir que puedo tomar un respiro.

—Señorita Bennett —me llaman.

Miro al dueño de la voz. El padre de Kerrick está parado en la puerta del salón, con su carácter serio. Ahora me acuerdo cuando le dije suegro estando ebria en ese bar. Como me arrepiento.

—¿En qué puedo ayudarle? —me acerco a él—. El chico encargado de la sección masculina está al fondo del salón.

—No creo que un hombre trabaje en un salón de belleza —mira todo con gran desprecio.

Me cruzo de brazos y lo miro a los ojos sin pizca de pudor.

—Eso demuestra lo prejuicioso que es usted —repongo.

Se queda en silencio, mirándome de pies a cabeza. No sé cómo sabe que trabajo aquí, tampoco sé por qué ha venido a verme hasta aquí. Pero desde la cena, nada bueno puede traer este hombre.

—¿A qué ha venido? ¿Cómo sabe que trabajo aquí? —pregunto.

Él mira hacia su auto y noto que hay un hombre en él, le hace una seña y el hombre se acerca con un maletín.

—Vengo a hacerle una propuesta.

El maletín se abre y mi boca se seca al ver el montón de billetes que hay dentro. Con eso puedo comprar una casa propia y vivir con mis hijos, sacar adelante a mis padres y pagar la escuela de música de mi hermano menor.

—Este dinero es suyo, si usted acepta la otra parte de esta propuesta —me dice. Frunzo el ceño—. Alejarse de mi hijo para siempre.

—No —respondo firme.

No va a sobornarme de esta manera tan sucia, no voy a aceptar esto tan absurdo.

—¿Qué? —murmura.

—He dicho que no —le digo—. No voy hacer nada de lo que me está diciendo; ni alejarme de su hijo, ni aceptar ese dinero. Puede retirarse.

Usted va a arrepentirse de esto.

Lo miro una última vez antes de adentrarme en el salón, veo como se va y tomo un respiro.

Eso es caer bajo, sobornarme para que deje a su hijo.

—¿Quién era él? —Warren se acerca a mí.

—El padre de Kerrick.

Él sabe que ese hombre me odia y si no me odiaba antes, ahora sí lo hace.

—Eso es caer bajo —dice.

—Si llegas a estar con Anika te tocará un buen suegro —bromeo—. Sage es un amor.

Nos quedamos bromeando un rato más hasta que el auto de Kerrick se estaciona frente al salón. Sale de él y sonríe.

Agarro mis cosas y me despido de Warren con una sonrisa, salgo del salón y estando frente a él los malos pensamientos vienen. Ahora me pregunto si debería decirle a Kerrick que su padre se me presentó con un maletín lleno de billetes.

Pero ellos ya se llevan mal, no quiero ser la que hunda más esa relación.

¡Inténtalo, Kerrick!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora