Kerrick
Summer me ayuda con el corbatín, la verdad nunca fui bueno en eso. Ahora tengo una cita con Honey, parece un suceso histórico pero también me tengo que concentrar en más actos así para poder enamorarla.
-Pareces bastante entusiasmado con la chica -me dice mi hermana, sus manos caen dejando el corbatín hecho.
-Lo estoy -sonrío.
Cuando salgo de la habitación, mi padre está alimentando al hurón de Summer, parece tenerle algo de cariño o aprecio al animalito.
-¿A dónde vas tan... arreglado? -me pregunta.
-Por ahí.
Eso es lo único que respondo antes de salir de casa. Subo al auto y pienso en que llevarla al teatro podría ser la mejor opción.
Entro al edificio, tomo el ascensor y espero hasta llegar al piso en el que Honey vive. Toco la puerta del departamento veintisiete, espero a que abra.
-¡Espere! -exclama una voz que no es de Honey.
¿Está con un chico? Mátenme ya.
-¡Yo voy! -esa sí es Honey.
La puerta se abre después de un par de segundos, Honey está con un vestido verde aceituna, el cabello suelto con ondas -o como sea que se llamen esos bucles que las mujeres se hacen en el cabello- y esa sonrisa que siempre le ha acentado muy bien.
Pero toda la buena vista se ve en la completa ruina cuando el tal Warren asoma su cabeza en mi campo de visión.
-Kerrick, pasa -me sonríe Honey.
Entro y estoy como un animal que ha sido acechado por otro depredador. Él me mira con curiosidad.
-Mucho gusto, soy Warren -dice.
-Kerrick.
Él asiente frunciendo sus labios y se va directo a la habitación del niño, al rato sale Honey colocándose los aretes y acomodándose los tacones.
Warren sale con Channing riendo.
-Muchas gracias por quedarte a cuidar a Channing -le dice ella.
-No hay de qué, no tengo ningún plan para hoy -le responde él.
Analizo a la amenaza, tiene un tatuaje en el brazo y una sonrisa de galante que bien podría conquistar a Honey, pero estoy para impedirlo.
-¿Nos vamos? -me pregunta ella.
Asiento y salimos del departamento, en el silencio del pasillo sus tacones resuenan haciendo eco en el lugar.
-¿Qué tanto hace Warren en tu departamento? -me atrevo a preguntar, si no lo hago yo podría morir asfixiando.
-Warren se ofreció a cuidar al niño.
Salimos del edificio y subimos al auto en completo silencio. Manejo sin dejar de pensar que el tal Warren pasa mucho tiempo con Honey y el niño. No es que esté celoso por la ventaja que él tiene, para nada.
Llegamos al elegante teatro, la gente llega bien vestida entregando sus boletos para ver la obra. Como amerita la ocasión; salgo del auto antes que Honey, doy la vuelta para abrir su puerta y le extiendo mi mano.
-Este lugar es precioso -dice ella.
Un peso menos en mi lista de preocupaciones; le ha gusto el lugar.
Llegamos a la entrada y entrego los boletos de primera fila que conseguí esta misma tarde. Nos dejan pasar a la sala del teatro.
-Esto es enorme -me dice Honey en un susurro.
Le sonrío, nuestros brazos están entrelazados y ella me sonríe.
-Me siento como en el Titanic.
-No, tú eres una pelirroja más bonita... y sexy -ladeo mi cabeza como si le estuviera diciendo algo normal, aunque sí lo es.
Ella niega con la cabeza riendo, mientras avanzamos por el lugar que su piso está cubierto de alfombra roja en su totalidad. Bajamos los escalones rojos que están en el centro de la sala, separando dos secciones de asientos.
Tomamos nuestros lugares en la primera fila, ella sonríe inspeccionando el lugar.
-¿Me he ganado unos puntos por traerte al teatro? -le pregunto con una ceja arqueada.
Ella esquiva mi mirada por un par de segundos, hasta que contesta:
-Quizás dos puntos -se burla.
Sonrío, a pesar de no tener la victoria completa.
La obra comienza, tomando nuestra completa atención. Ella sonríe todo el tiempo y parece que no soy capaz de quitar mi mirada de su rostro.
La oigo repetir una que otra frase de Romeo y Julieta, mientras conserva esa sonrisa que me indica que hasta ahora todo va bien. Entonces, como ella lo hace, yo también repito una frase de Romeo Montesco.
-He sido atravesado demasiado duramente por su dardo para volar ahora sobre plumas ligeras, y tan rudo fue el golpe, que no hay poder humano que pueda liberarme de mi pena; bajo el peso del amor he de rendirme.
Ella me sonríe por unos segundos y después repite una frase de Romeo.
-¿Tierno el amor? Áspero y duro, demasiado brutal, demasiado impetuoso, que os atraviesa sin piedad, como un dardo.
Dejo que siga susurrando las frases que le gustan, tiene brillo en sus ojos mientras aprecia la obra.
Un par de horas pasan, ella no se cansa de ver la obra, hasta que todo acaba y salimos del teatro.
-¡Me encantó, maldición! -exclama, una vez que ya estamos en el auto.
-¡Puntos para Kerrick! -exclamo yo de vuelta. Ella ríe y asiente- ¿Deseas comer algo? ¿Quieres ir a un restaurante?
-Eso estaría bien -responde.
Nuestro camino sigue hasta llegar a un restaurante, nos acomodamos en una mesa y nos toman la orden.
La jarra con jugo de naranja llega por cortesía, así que sirvo dos vasos mientras esperamos nuestra orden.
-Gracias por llevarme a ver la obra.
La miro con gesto arrogante pero sin exagerar, sin perder la sonrisa.
-Lo mejor para mi bella dama -le respondo.
Ella se ríe, luego me mira y sus ojos parecen más verdes de lo normal, tal vez sea por la luz del restaurante. No es elegante en el extremo, eso a ella no le gusta.
-Estaba pensando en ir el sábado al zoológico -menciono-. Podemos llevar a Channing para que vea a los animales.
Espero que acepte, tiene que aceptar.
-Iremos al zoológico -sonríe.
La comida llega y ni siquiera me había dado cuenta de lo hambriento que estaba. Veo a Honey meterse un trozo de pollo a la boca y masticarlo con sutileza, sin prisa. Es preciosa.
-¿Qué me miras? -me pregunta en voz baja, con una sonrisa de lado.
-Tú no puedes ser real -respondo a cambio.
Recalcando, yo conozco a Honey desde hace meses. La vi en la granja de Pepper y Baxter, con Channing. Y así, en nueve meses que han pasado muchas cosas imprevistas, pero ahora sólo tengo un objetivo: enamorarla
Un objetivo bastante claro.
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¡Inténtalo, Kerrick!
Teen FictionMi vida era normal hasta que posé mi ojos en ella y sin lugar a dudas Honey Bennett era la mujer más hermosa que había visto... después de mi madre. Pero no solo tenía que conquistarla a ella, tenía que conquistar a su hijo. ¿El problema? El niño, C...