Angel | The Phantom Of The Opera

Capítulo 6. ¿Admiradores?

AUDREY

Estaba caminando por la Ópera mientras admiraba cada hermoso detalle de los ornamentos.

De pronto, comencé a escuchar unos pasos detrás de mí y me di cuenta de que alguien estaba siguiéndome.

Me di la vuelta y me topé con un apuesto chico rubio que me dedicaba una sonrisa coqueta.

—No había tenido el honor de conocerte, preciosa —dijo el joven sin dejar de sonreír.

Su comentario y su sonrisa me ruborizaron.

—¿No eres Steve? Vas a interpretar a Raúl, ¿no es así? —Más que preguntar, afirmaba para conseguir una respuesta directa y comenzar una conversación.

—Tienes razón, belleza. Así es. Y tú, eres Audrey Taylor. La linda chica que interpretará a Christine Daaé.

—Sí, esa soy yo.

Steve no dejaba de sonreír.

—¿Qué te parece si nos escapamos de aquí por unos minutos y vamos a tomar un café?

—Pues--

Pero antes de que pudiera responderle, sonó el estruendo de algo que había caído.

—¡Oh Dios! —Alguien murmuró.

En ese momento, ambos volteamos hacia atrás para ver qué había ocurrido.

Damien, el joven que interpretaría al Fantasma, estaba recogiendo algunos libros y diversas hojas sueltas.

En ese momento, corrí para ayudarlo.

—No, señorita... Por favor... No se preocupe... —murmuró el chico de cabello oscuro, que usaba la característica máscara del Fantasma de la ópera, sin despegar la mirada del piso mientras acomodaba las hojas.

—Por favor, permíteme. Quiero ayudarte —contesté. Para entonces, yo ya estaba de rodillas levantando los libros.

De pronto, puse atención, y vi que las hojas sueltas eran partituras y los libros eran de música.

Tomé los libros y se los acerqué.

—Gracias, señorita Taylor —dijo mirándome a los ojos.

Me di cuenta de que tenía hermosos ojos color café.

—Por nada, ¿Damien, cierto? —pregunté.

Él sólo asintió.

—Por favor, llámame Audrey —le pedí.

—Seguro... Audrey.

Sonreí. Su mirada y su forma de actuar eran tan inocentes como las de un niño asustado.

—¿Te importaría, hombre? Estábamos conversando —dijo Steve molesto interrumpiendo el momento.

—Oh, seguro. Por favor, discúlpenme —dijo Damien encogiéndose de hombros.

—Estás perdonado. ¿Y por qué estás usando la máscara ahora, de todas formas? —preguntó Steve confuso.

—Para familiarizarme con mi personaje, Vizconde de Chagny. Ahora, con permiso —respondió Damien antes de continuar su camino por el pasillo.

—¡Seguramente ésa máscara te dejó ciego! —exclamó Steve.

Pero yo no quería que Damien se fuera. Al ver sus partituras y sus libros, me intrigaba saber sobre su relación con la música.

—¡Espera! —exclamé mientras me acercaba hacia él de manera rápida.

—¿Sí? —preguntó Damien.