Capítulo 24. Despedida

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AUDREY

Pasaron un par de días hasta que recuperara mi salud por completo, y finalmente pude dejar el hospital. Pasó tanto tiempo, que desafortunadamente, debía regresar a casa. Era tiempo de volver a Londres.

Regresamos a la Ópera, y comenzamos a empacar nuestras cosas. Y un día, sin más, llegó el momento de la despedida.

Inicialmente había pensado en visitar el hotel en el que Roxanne y sus padres se hospedaban para despedirme por poco tiempo, ya que pronto volveríamos a vernos en Londres. Sin embargo, ellos ya habían dejado Francia dos días antes.

La abuela y yo teníamos todo listo para marcharnos, cuando nos encontramos con todos mis compañeros reunidos. Incluso parece que me esperaban.

Ellos también se encontraban con sus pertenencias y listos para partir, pero me habían esperado para despedirse, y aquello me pareció un detalle increíble y lindo de su parte.

Y lo que menos esperaba de ese último encuentro, fue el regalo que entre todos me dieron. Era un globo de nieve del Fantasma de la ópera; dentro había una figura de Christine y otra del Fantasma simulando la escena del espejo, además, tocaba la melodía de 'Angel Of Music', como una especie de caja de música.

En el momento en el que recibí el obsequio, confieso que de mis párpados escaparon algunas lágrimas de felicidad.

En relativamente poco tiempo, este grupo de personas magníficas me demostraron su cariño al esperarme todo este tiempo en el hospital y querer darme un regalo para que siempre los recordara. Y definitivamente, jamás podría olvidarlos a ellos ni lo que hicieron por mí.

Le agradecí a cada uno infinitamente y los abracé. Mi abuela también se despidió de ellos, y abandonamos la bella Ópera de París.

Y al dejar el hermoso monumento, simplemente pensé: 'No es un adiós, es un hasta pronto. Así que te veré luego, majestuosa Ópera. Tú viste nacer mi historia musical.'

La abuela y yo llegamos al aeropuerto y tomamos nuestro avión. Afortunadamente, me tocó el lugar en la ventanilla, por lo que pude ver el bello paisaje a cada momento.
También, recordé las palabras de cada uno de mis compañeros en el momento de despedirnos.

Primero, fue Dan, y dijo: "Adiós, Audrey. Fue un placer conocer a una jovencita como tú. Te deseo lo mejor."

Después de él, llegó George con entusiasmo y sentimiento: "Querida Audrey, mucha suerte. Sé que muy pronto serás famosa. Pero recuerda que yo soy tu fan número uno."

Gina siguió después: "Mi querida, eres una persona extraordinaria. Sé que obtendrás lo mejor siempre."

Después de Gina, Charlotte llegó con los ojos llorosos y una sonrisa agridulce; mientras me abrazaba fuertemente me dijo: "Audrey, amé conocerte. De no haber sido por ti, éste habría sido un viaje solitario y feo para mi. Gracias por ofrecerme tu increíble amistad. Jamás te olvidaré, y aunque vivamos lejos, prométeme que seguiremos en contacto, y siempre estaré para ti en las buenas y en las malas, y siempre que me necesites."

Hugo y Diana llegaron juntos del brazo a despedirse. En verdad eran una pareja bella.
Las palabras de Hugo fueron: "No sabes el gusto que nos da tu recuperación, Audrey. Por favor, no dejes de ser esa maravillosa y dulce persona que eres. Y recuerda, te esperamos próximamente en nuestra boda."

Diana me abrazó fuertemente y dijo: "Cariño, eres una chica increíble, talentosa, linda y maravillosa. Te extrañaré mucho, Audrey. Sé que serás una súper estrella, y dentro de poco, un día Hugo y yo estaremos en el público viéndote brillar en un escenario. Siempre contarás con nosotros, querida."

Me considero una persona muy sensible, y al recordar esto volvieron las ganas de llorar de felicidad. En su lugar, respiré profundamente y exhalé, y sonreí ampliamente.

Tomé la mano de mi abuela, y me miró contenta.

—¿Qué pasa, mi niña? —preguntó.

—Sólo... Quiero darte las gracias, abuelita. Gracias por acompañarme en un viaje tan increíble, y por apoyarme en la oportunidad más grande de mi vida —respondí sin dejar de sonreír.

—Oh, mi Audrey. ¿Después de todo? Casi mueres, mi niña... Jamás me lo perdonaría —añadió al borde del sentimiento.

—No pienses en eso, abuelita. Siempre hay piedras en el camino de la vida, ¿no es así? Pero también en la vida hay momentos hermosos, y son los que tenemos que recordar. Y siempre estará presente en mi memoria el que me hayas acompañado y hayas compartido esto conmigo. Te quiero mucho, abuelita.

—Yo también te quiero, mi Audrey.

Sin embargo, a medida que avanzaba el avión, y cuando la abuela se quedó dormida, no pude evitar llorar. Esta vez de tristeza, porque no volví a saber nada de Damien antes de dejar París.

¿Qué les pareció el capítulo? ¿Les gustó? Muy pronto actualizaré el siguiente capítulo, así que estén atentos.
Aprecio muchísimo sus votos y comentarios. ¡Son los mejores!

Angel | The Phantom Of The Opera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora