Capítulo 20. Todos te queremos

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Judy llegó al hospital hecha un mar de lágrimas. La pobre mujer no dejaba de temblar desde que le habían informado que una de las personas a las que amaba más que nada en el mundo, se encontraba gravemente herida.

Lo que más temía Judy, era que su querida Audrey terminara muerta gracias a un muchacho estúpido.

Después de acercarse a preguntar por el paradero de su nieta, le informaron que se encontraba en operación y no podría pasar por el momento.

Mientras tanto, vio de lejos a los compañeros de Audrey y tomó asiento con ellos. Los actores intentaron reconfortar a la pobre abuela.

Los segundos, los minutos y las horas pasaban, y parecía que el tiempo era cada vez más largo.
Finalmente, Judy pudo entrar a ver a su amada nieta.

Audrey se hallaba inconsciente en una camilla, con una máscara de oxígeno en su rostro, conectada a diferentes máquinas y en sus manos habían agujas de suero.
Esta fue la imagen más dolorosa que Judy hubiera podido imaginar.

Las lágrimas no dejaban de correr por las mejillas de la señora.
Tomó asiento junto a la camilla, y agarró la mano derecha de la joven.

—Mi Audrey... Mi nietecita... Mi niña adorada... —sollozó Judy, sin soltar la mano de Audrey—. Mi cielo... Debí haber estado contigo... Mi deber es protegerte y-y no lo hice... Todo va a estar bien, c-cariño... N-No sé si estás escuchándome... P-Pero... Todo va a estar bien... Yo... Yo no iré a ningún lado... Yo... Yo no dejaré este hospital...

Judy hizo una pausa para enjugarse las lágrimas, y tratar de controlar el llanto.

—Yo perdí a mi hija, Allison... Tu madre... Y no pienso perderte a ti tampoco, mi preciosa niña... E-Eres mi única nieta... Y... Y eres m-mi persona favorita en el mundo... Y no pienso perderte... No lo haré...

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Los días pasaban, y no se sabía nada de las personas que habían ido a declarar contra Steve y defender a Damien. Tampoco Audrey despertaba del coma, ya que había perdido mucha sangre.

En el hospital, no permitían que personas que no fueran familiares de Audrey pasaran a verla, por lo que Charlotte, Dan y Diana escribieron una breve carta para que Judy se la leyera a Audrey y ésta supiera que sus compañeros le daban todo el apoyo.

Y así, la próxima vez que Judy entró a ver a Audrey prosiguió a leer lo que habían escrito para ella.

—Hola, mi niña. ¿Cómo estás? —La abuela no podía evitar sentir angustia, miedo y tristeza por su nieta. Intentaba ocultar una voz preocupada por una tranquila, ya que tenía el pensamiento de que ella podría estar escuchándola, y no quería sonar alterada—. Audrey, cariño, ¿qué crees? Afuera se encuentran Dan, Diana y Charlotte. No han abandonado el hospital. ¿Sabías, cielo? Y, ¿sabes? Tus compañeros escribieron algo para ti. Son palabras de ánimo. Para que te recuperes y despiertes mi niña.

Judy sacó de su bolsillo una hoja de papel, la desdobló y comenzó.

—Escucha, ésta es departe de Diana; dice: 'Audrey, cariño. En un par de días se que estarás perfecta. Eres una jovencita muy talentosa y hermosa por dentro y por fuera. Eres amable, dulce y divertida, y fue por eso que te convertiste en una gran amiga mía. Por eso siempre que me necesites, estaré para ti.'

Judy cambió la dirección de la hoja, y siguió.

—Ésta es de Charlotte: 'Audrey, como deseo que esto no hubiera pasado. Tú eres una chica linda que jamás merecería algo como esto. No pienso abandonar el hospital hasta saber que te recuperaste. Y claro, me hubiera gustado entrar a verte y decirte todo esto en persona, pero... Ya sabes que quisquillosos son en los hospitales. Eres una gran amiga, y así como me has ayudado en muchas ocasiones, yo haré lo mismo y no te dejaré. Te quiero.'

Judy cambió por última vez la dirección de la hoja de papel.

—Y... bueno, ésta es de Dan: '¿Qué tal, señorita Audrey? Espero que te recuperes pronto, y puedas deleitarnos con tu voz nuevamente. Eres una persona que en lugar de sufrir, debería reír. Eres una persona que en lugar de llorar de dolor, debería de llorar de risa. Estaremos aquí para apoyarte y no te dejaremos sola.'

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Charlotte no perdió el tiempo y no dudo en enviarle un mensaje de texto a Roxanne y contarle lo que había sucedido con su querida amiga.

Después de leer el mensaje, no pasó ni media hora para que Roxanne y sus padres tomaran un taxi para llegar al hospital.

Los padres de Roxanne abrazaron a Judy y trataron de darle palabras de consuelo y apoyo.

Roxanne se reunió con Charlotte, se abrazaron y compartieron juntas unas cuantas lágrimas.

Roxanne no dejaba de mirar la puerta de la sala en la que se encontraba Audrey. Se sentía furiosa por el hecho de que no permitieran que las amistades no pudieran hacer visitas. 'Sólo familiares', decían los médicos.

La pelirroja vio como una enfermera abandonaba la sala de Audrey.
Roxanne vio que todos estaban distraídos, miró hacia todas partes, y no dudó en entrar rápidamente a ver a su amiga.

Roxanne se topó con la misma triste imagen de Audrey con la que había topado con Judy la primera vez.
La joven se hincó junto a la camilla y tomó la mano de su amiga.

—¡Audrey! ¡Mi querida amiga! —comenzó, con lágrimas en los ojos y la voz entrecortada. Sin embargo, inhaló bastante aire para evitar que la voz se le quebrara—. Dios mío... Y todo por culpa de ese estúpido descerebrado... ¡¿Por qué hizo eso?! ¡Dios! ¡Qué tipo tan enfermo! Te juro que el día que vuelva a verlo lo moleré a golpes. Pero tienes que estar bien para ayudarme, linda. Tienes que recuperarte, Audrey. Perdí muchos años sin tu compañía. Y no planeo que se pierda por siempre. Ya verás, Audrey. En pocos días estaremos de regreso en Londres juntas... Como antes...

¿Qué piensan del capítulo? ¿Qué piensan de los compañeros de Audrey, de su querida abuela y de su vieja amiga? ¿Despertará Audrey? ¿Qué pasará con Damien y Steve?
Primero que nada, siento haber tardado tanto tiempo en actualizar, pero, ¡ya regresé!
Muchas gracias por sus votos, sus bellos comentarios y sus lecturas. También gracias por añadir la historia a sus bibliotecas y/o listas de lectura. Todo esto me hace inmensamente feliz.
¡Espero que les haya gustado el capítulo! :)

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