Epílogo

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AUDREY

Giré lentamente para verlo, para ver a mi amado ángel de música. Se veía exactamente igual, a diferencia de que se había dejado crecer un poco el cabello.

Damien tenía ojos vidriosos y una sonrisa en su rostro. Yo seguía sollozando fuertemente y las lágrimas brotaban de mis ojos como si se tratara de una fuente. En otras circunstancias, me moriría de pena, pero en este momento no me importaba.

Había soñado con volver a encontrarlo tantas noches, y por eso el hecho de verlo ante mí era irreal.
Me acerqué un poco a él, quería tocarlo. Alargué mi mano hasta su mejilla, pero retrocedí y no lo toqué.

—Mi Audrey... —comenzó—, mi Christine... Mi ángel de música...

No sabía que responder. Sólo miraba su silueta borrosa a través de las lágrimas en mis ojos.

—Espero que me perdones —Ahora él fue el que intento tocar mi mejilla, pero yo me aparté.

—N-No te despediste... S-Sólo desapareciste... —dije con toda la fuerza que pude reunir, aunque mi voz se quebrara.

—Lo hice, Audrey. Sí me despedí. Verás, la noche antes de dejar París fui a verte al hospital. Entré a tu habitación por la ventana y... Besé tus labios por última vez —Tomó mi barbilla con su pulgar y su dedo índice para que lo mirará a los ojos.

No podía creerlo. Antes de despertar había sentido un cosquilleo en los labios. Por esa sensación había despertado.

—¡Tú me salvaste! —aclaré.

—¿Cómo? —preguntó confundido.

—¿No lo comprendes? Damien, tú no eres un monstruo. Tú eres un ángel, mi ángel de música. Y ahora, también eres mi príncipe encantador. Desperté gracias a una sensación en los labios.

Ahora me encontraba sonriendo.

—¡No sabes cómo te extrañé, mi Fantasma! —Antes de que él reaccionara, lo abracé fuertemente. Seguía llorando, pero ahora mis lágrimas eran de felicidad—. ¡Siempre estuve esperando por tí!

Él también me abrazó a mí.

—Yo también te extrañé. Muchísimo, mi Christine.

Nos separamos del abrazo y nos miramos a los ojos.
Tomó mis mejillas y secó mis lágrimas. Después de eso me acercó y me besó, hasta que me separé de él.

—¿Qué ocurre? —preguntó.

—¿Por qué sigues usando tu máscara? —Tracé el contorno de su máscara con mi dedo índice—. ¿Qué no lo comprendes? Tú eres hermoso, Damien. Te amo tal cual eres. Amo tu rostro. Amo todo de ti. Eres perfecto.

Quité su máscara y él me miró con una sonrisa y lágrimas en su rostro.

—Éste eres tú —Acaricié su rostro—. Te amo, mi ángel.

—Yo también te amo, mi ángel.

Nuevamente nos besamos. Al separarnos, Damien me tomó entre sus brazos y comenzó a dar vueltas.

La vida es muy curiosa. Sé que es una tontería, pero una noche antes, le había pedido a una estrella poder encontrar mi razón de amar. Y fue un milagro haber encontrado a mi Damien.
Pienso que ese milagro fue enviado del cielo. Fue enviado por un ángel llamado Allison Rose, mi madre y mi ángel guardián.

En esta vida tuve dos ángeles: mi ángel guardián, Allison Rose y mi ángel de música, Damien Gray. Me di cuenta de que una vida sin mis ángeles, es como una canción sin sentimientos.

Angel | The Phantom Of The Opera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora