Capítulo 14. Consuelo

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AUDREY

Era demasiado tarde. Lo más probable era que los demás estuvieran durmiendo, y por eso sentí una pena inmensa cuando pasé corriendo por los pasillos para llegar a mi habitación.

Traté de hacer el menor ruido posible y no despertar a nadie, sin embargo, no hubiera habido otra manera de escapar de Steve.

¿Pero qué le pasaba? Claramente estaba muy ebrio. No obstante, al analizar lo que me dijo, todo cobraba sentido.

El modo en el que intentó cortejarme e invitarme a salir el primer día que nos conocimos, la manera en la que me veía durante los ensayos, lo celoso que se ponía de Damien hasta casi llegar a luchar a golpes, el momento en el que me guiñó el ojo y le dedicó una mirada asesina a Damien, y lo que sucedió hace unos minutos.

'Audrey, te amo.' Esas habían sido las palabras exactas que el joven rubio había utilizado. Y esas eran las mismas palabras que retumbaban dentro de mi cabeza.

Lo que había sucedido hace unos instantes en el pasillo, había sido una especie de escena surrealista.
Me había tomado por sorpresa, pero también recordar el momento me aterraba.

¿Seguiría en el pasillo? ¿Se habría regresado a dormir o a tomar a su habitación? No lo sabía, y no me apetecía saber que había sucedido con él. Lo más seguro era que si regresaba a ver que había pasado con él, me miraría, intentaría besarme otra vez o se comportaría de manera violenta conmigo por la forma en la que lo rechacé.

Steve estaba ebrio, más de lo que estaba la noche del karaoke. ¿Por qué no me alejé cuando pude, antes de que me alcanzará? ¡Qué ilógico había sido aquello! Yo estaba sola en el pasillo, y él era mucho más grande y fuerte que yo. Incluso, pienso que al estar en estado de alcoholismo, Steve tenía más fuerza.

Cuando recordaba todo (la manera tan extraña que me miraba; el momento en él que, con pasos muy torpes, logró alcanzarme; la forma en la que me acorraló contra la pared y su cuerpo; su aliento tibio y alcoholizado; el instante en el que pronunció esas temibles palabras; y cuando tomó mis mejillas violentamente para besarme), me sentía mareada y asustada.

¿Por qué no grité para que alguno de mis compañeros saliera y me ayudará? Me pregunté eso mientras corría hacia mi habitación, e incluso la primera vez en la que lo pensé me arrepentí por no haberlo hecho.

Sin embargo, me dio gusto saber que pude defenderme por mi misma.
Sí, yo sé que no estoy sola. Sé que tengo el apoyo de muchas personas que, sin dudarlo dos veces, hubieran salido inmediatamente a ayudarme y detener a Steve. Yo lo sé. Aun así, me sentí bien, y de cierto modo confiada.

Es bueno saber que puedes recurrir al apoyo de las personas que nos rodean. Sin embargo, nosotras como mujeres no siempre podemos contar con que el príncipe azul llegará a rescatarnos (aunque sí exista y nos ame, y no sea un príncipe sino un fantasma de la ópera). Puede llegar el momento en el que sintamos la necesidad de sacar toda la fuerza que tenemos, y defendernos ante cualquier adversidad, o en éste caso, de tu alcoholizada coestrella.

Finalmente, llegué a mi habitación. No quería hacer tanto ruido, por que lo más seguro, era que la abuela ya estaría durmiendo. Y si ese era el caso, no quería despertarla. Sin embargo, cuando me acerqué a la puerta, dispuesta a abrirla y pasar, me topé con una sorpresa. La luz del cuarto estaba encendida.

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Entré a la habitación, y vi que mi abuela estaba sentada en la orilla de su cama y me miraba con la sonrisa más grande que alguien puede lucir.
Antes de que pudiera reaccionar, la abuela caminó rápidamente hacia mi, y me abrazó.

Angel | The Phantom Of The Opera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora