Capítulo 33

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—¿Tú piensas eso? —preguntó Alonso desviando la mirada de la de Irene.

—S-si —titubeó Irene.

—Ya veo que para ti no importo ni un poco, con permiso —se retiró de la habitación triste.

—No, claro que me importas —sollozó en silencio mientras se sentaba en la silla.

[...]

Jane y Kendall entraron a su habitación y él la abrazó por la cintura, ella posó su mano sobre la de él y Kendall puso su mentón en el hombro de Jane.

—No sabes cuanto es esperado para que pudiera tenerte así —le mordió el cuello

—Kendall, sabes que no puedo resistirme a que me tentes —divulgó Jane

—Entonces, te tentaré lo mejor posible —hizo que Jane se volteara y la besó  y ella no deshizo el beso, la tomó de las mejillas para intensificar el beso y luego la tomó entre sus brazos para llevarla a la cama que iba a ser testigo del amor que ellos se tenían.

Kendall dejó a Jane en la cama y cerró la puerta con seguro para que nadie los interrumpiera mientras ella lo veía con lujuria

—Nadie nos molestará princesa —se montó encima de ella y le besó el cuello mientras ella gemía de placer al sentir las caricias por parte de él en todo su cuerpo que ahora estaba todo como piel de gallina como si fuese su primera vez.

—No temas, no es nuestra primera vez —le besó el valle de los senos a Jane y ella lo tomó de su cabellera amarilla y lo atrajo hasta su boca para besarlo

—Pero aún siento como si lo fuera —dijo Jane entre beso.

Kendall dejó un camino de besos desde su boca hasta su estómago donde hizo que Jane se desprendiera de aquella polera que tanto le molestaba. Kendall también se quitó la polera y le arrancó los pantalones a Jane dejandole ver que traía unas bragas rosas. Jane pudo ver la tremenda erección que Kendall traía apretada por los pantalones que ahora estorbaban, así que se dedicó a quitárselos.

—¿Me dejas ayudarte? —dijo Kendall separándose de los labios de Jane para mirarla viendo como ella trataba de quitar la hebilla de su pantalón que no salía.

—No, yo lo quiero hacer —dijo Jane pero aún así no salió

Kendall la apartó y se quitó la hebilla como abrir una botella de jugo y siguió con lo suyo mientras Jane sacaba el botón del orificio para meter su mano dentro del pantalón de Kendall haciendo que él gimiera al sentir el contacto de la mano de ella con su miembro.

—Me vuelves loco —besó el cuello de Jane—. Quisiera tenerte así por el resto de mi vida —le besó los labios

—Kendall.. —gimió Jane— Te amo.. —volvió a gemir

—Yo te amo más —Le besó el valle de los senos y le quitó el sujetador de un solo tirón, tomó uno de los senos y se lo metió en la boca mientras Jane lo tomaba de los cabellos y profundizaba el acto que hacía Kendall. Él chupaba y lamía uno mientras tomaba al otro con la otra mano, Jane gemía de placer y no paraba de decir el nombre de Kendall, ella le quitó el bóxer a Kendall y dejó ver a su miembro erecto el cual deseaba entrar ya en ella para poder hacerla suya, como siempre lo ha sido, suya y de nadie más. Kendall le quitó las bragas a Jane y la posicionó para penetrarla de una buena vez. Este puso las piernas de Jane en sus hombros y la penetró rápidamente. Sus embestidas eran rápidas y lentas pero eran hechas con ese ingrediente, amor. El amor que ambos sentían el uno por el otro era lo que más intensificaba aquella escena donde ahora los únicos testigos eran la Luna y la Cama. Las embestidas de Kendall fueron cesando cuando ambos llegaron al orgasmo desgarrador que hacía que ambos gimieran con intensidad llegando al máximo éxtasis de su vida por enésima vez.

Los Gemelos | Kendall Schmidt. [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora