Capítulo 68

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—¿Eres adoptada? En realidad pensamos que la señora Pamela era tu verdadera madre —dijo Zayn.

—No, yo soy adoptada. En realidad siempre lo supe pero no sabía que la señora Irene era mi mamá, mi verdadera madre.

—¿Quién? ¿La tía de Kendall? ¿O sea que eres prima de Kendall? —preguntó Sergimer alarmada mientras Jane la miraba inexpresiva.

—No lo sé —dijo Jane- mirando sus manos entrelazadas sobre su regazo.

—Jane... —habló Zayn mientras se arrodillaba y la tomaba de las manos haciendo que ella lo mirara—. Tienes que hablar con tu verdadera mamá, con Kendall. Tienes que arreglar todo este malentendido.

—No puedo —dijo con lágrimas que amenazaban salir de sus ojos—. No puedo entrar en esa casa y mirar el rostro de mi madre, no puedo.

—Claro que puedes, Jane. Debes hacerlo —habló Sergimer—. Tienes que enfrentar a tus dos madres y tomar una decisión. Si decides quedarte con tu madre actual, o con tu madre perdida.

—Pero yo no quiero decidir de ese modo. No lo voy a hacer. No puedo decidir entre unas personas que son extremadamente maravillosas conmigo. ¿No puedo quedarme con ambas?

—Si exíste esa posibilidad —dijo Zayn levantándose—, pero deberías tomar en cuenta la decisión que tomen ellas dos.

Jane se levantó y con un largo suspiro tomó a ambos de las manos.

—¿Dónde está el auto, Zayn? —preguntó Jane.

—Está por allá —señaló hacia un punto no muy lejano de donde ellos se encontraban—. ¿Qué harás, Jane?

—Ya tomé mi decisión, y no dejaré que ninguna de ellas dos me hagan cambiar de opinión.

—¿Qué decisión tomaste? —preguntó Sergimer intrigada.

—Dejaré que ambas puedan estar conmigo, ambas serán mis madres. No le puedo negar la maternidad a ninguna de ellas así que ambas van a tenerme y si no quieren eso pues que se vayan olvidando de mí.

[...]

—¿Ya viste lo que has hecho? —la reprendió Pamela una vez que Irene bajó de las escaleras y se sentó en el sofá tomando su cabeza entre sus manos.

—¿Y qué querías que hiciera? —Irene la miró—. ¿Que me quedara callada mientras tú disfrutabas a mi hija?

—No lo sé, Irene. Pero una noticia así no se dice así como si nada. A mi parecer no debiste decirle que eras su madre aún.

—No podía esperar. Tenía que decirselo de una u otra forma se enteraría por cualquier otro lado y terminaría odiándome si yo no se lo hubiera contado.

—¿De verdad tienes esa dichosa prueba de ADN? —Irene la miró indignada.

—¿De verdad piensas que mentiría con algo así? Claro que la tengo. Por eso vine con ella junto con la prueba, debía tener algo que lo confirmara.

—Irene ¿Por qué decidiste abandonarla cuando apenas tenía horas de nacida? —Irene levantó la mirada y la miró, no podía creer la estupidez que estaba diciendo.

—¿Es que acaso escuchaste lo que le dije a Jane? —se levantó del sofá.

—Sí, por supuesto que escuché. Cada palabra que dijiste.

—¿Entonces? No preguntes idioteces, Pamela.

—No es ninguna idiotez preguntar porqué la dejaste abandonada.

—¡Yo nunca la dejé abandonada, maldita sea! A ella me la arrebataron. No pude impedirlo porque estaba desmayada por el parto.

—Al fin y al cabo es mejor, ¿no lo crees?. Porque ¿Qué vida hubiese tenido ella? Porque digo, eres una alcohólica ¿no?

Los Gemelos | Kendall Schmidt. [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora