II Akross y la Tierra. Dos polos

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Camine por un largo periodo de tiempo y miré una casa que me llamo la atención. Por ende entre y estaba sola o así parecía era una casa demasiado pequeña, o tal vez era grande para los humanos, realmente no lo sabía lo único que me importaba era descansar. Busque en toda la casa y no encontré a nadie. Pero no me iba arriesgar subí a una habitación que al parecer estaba en el techo, era como la bodega de esa familia, me oculto entre unas cajas y trate de dormir aunque no lo lograba. La angustia que rondaba mi mente era increíble, por lo tanto trate de relajarme y reconfortarme con mis pensamientos. De un momento a otro escuche a alguien en el piso de abajo, creí que estaba más que perdido, decidí pararme y salir por la ventana que tenía la forma de circulo. Pero accidentalmente se cayeron unas cajas, con las que me estaba ocultando. En ese momento me quede en suspenso para no generar ni un ruido más.

Estaba tratando de escuchar el sonido del piso de abajo pero no lo lograba. En un instante la puerta de la habitación en la que me encontraba se abrió, me escondí rápidamente. Y escuche pasos de algo acercándose, y procure ver que era. Pues era una chica, creo que jamás había visto a una mujer tan hermosa tenía un hermoso cabello largo que parecía los ríos que acarician a la tierra, sus ojos lucían como dos imponentes soles creo que irradiaban su ser, su esencia, sus labios aparentaban ser un par de espadas que luchaban a muerte por saber quién era mejor que la otra. Creo que mi mente me engaño con el tiempo que admire su perfecta belleza.

Un segundo, solo un segundo pasó y ella me vio. Comenzó a gritar y correr, no podía permitir que eso sucediera. Salí corriendo para detenerla y ella gritaba desesperadamente –Ayuda, Ayuda, Ayuda–. Logre alcanzarla, le tape la boca y le dije.

–No te preocupes, no te voy a lastimar. –le quite mis manos de su boca.

–... ¡Suéltame, desgraciado!

–Lárgate de mi casa, o llamare a la policía.

–No lo puedo hacer.

–¿Cómo que no puedes hacerlo?

–No soy de aquí, tienes que ayudarme. Por favor.

–Cómo demonios pretendes que te crea. No eres de aquí, pero estas aquí. ¿Qué coherencia manejas?

–Ayúdame te lo ruego, no le digas a nadie o estaré muerto.

La mire a los ojos y me di cuenta del contacto visual tan fuerte que hicimos, confié en ella, pero ella no en mí y tenía que demostrarle lo contrario. Puesto que si ella no confiaba en mí yo estaría en grandes problemas.

Vi como ella corrió hacia un cuarto de la casa, y cogió un objeto puntea agudo como una espada y comenzó a correr hacia mí. Ella quería matarme y por lo visto lo iba a lograr. Sin embargo ella no sabía que en Akross mi padre me había obligado a participar en un entrenamiento para las fuerzas especiales, por lo tanto no tenía oportunidades.

Al momento en el que ella iba atacar me moví hacia un lado, ella cayó al suelo fue tan gracioso.

–¿Estás bien, te ayudo?

–¡Si me quieres ayudar lárgate de mi casa!

–Ya sabes que no lo puedo hacer. Sabes que, puedo darte la información que necesites acerca de mí pero me tienes que ayudar a mantenerme con vida.

Cuando la volví a mirar a los ojos, creo que le dije lo que necesitaba, sin embargo puse mi mano en su rostro y trate de que ella confiera en mí.

–Acepto, No obstante, toda la información me la tienes que brindar.

Solo espere que ella me creyera. –Primero quiero saber tu nombre. –dije yo –Mi nombre es Scarleth Lambrini.
–Mi turno. ¿De dónde eres Caleb?

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