Capítulo 11

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Llego a mi casa, subo a mi habitación e instantáneamente me quedo dormida.

Al amanecer Peter y mi madre se habían ido. Mi madre lo había acompañado al trabajo y se quedaría toda la tarde allí.

Desayune unas tostadas con un vaso de jugo de naranja. No tenía ganas de hablar con Madison, ni con Fred, entonces decidí ir a el lugar que me inspiraba mas paz. La playa.

Me duche y me vestí, y en treinta minutos ya estaba debajo tomando las llaves y saliendo de casa. Solo tengo que caminar veinte cuadras de lo que no es mucho porque voy escuchando música perdida en mis pensamientos. Al llegar me posiciono delante de una roca, mirando frente al mar. Era una vista preciosa, el agua del mar era como el color del cielo, mas allá de las nubes, un color transparente azulino. El color de la arena era de un amarillo muy tenue y el cielo era simplemente perfecto, el sol no resplandecía en lo alto del cielo, pero este estaba lleno de celeste y nubes que iban y venían. Era el día perfecto. Saco mi libro y me pongo a leer.

Al cabo de un instante levanto la cabeza y miro el mar, en la orilla rozando el agua pasa un joven. Un joven muy apuesto que me resulta conocido desde el momento que lo vi. Tenía una remera que le cubría los brazos y parte del cuello, pero un short que le llegaba a las rodillas.

Volvió la furia, volvió el dolor.

En cuanto me ve se acerca a mi y repentinamente me levanto, recojo mis cosas y me voy hasta que su suave mano me agarra por la cintura y me da vuelta hacia si. Nustros labios quedan a centímetros de distancia.

-Puedes quedarte?- me pide con un tono cansino- por favor

Escucharlo así me hace mal, como también ver lo que vi. Pero asiento levemente con la cabeza. Nos acercamos de nuevo a la roca y nos recostamos en ella. Nos quedamos unos momentos en silencio hasta que yo digo:

-Así que, eres "enfermo"

-Si

-Porque tienes puesta esa camiseta? Fred, no porque seas enfermo y te hayan permitido quedarte tienes la necesidad de andar con camisetas largas cuando la termica es de...

-Sam.- Me detiene. En ese momento se saca la camiseta y lo veo.

Todos sus brazos, parte de su pecho y alrededor del cuello.

Lo habían golpeado.

Tranquilícense que lo peor todavía no llegó Iari y Delfi

Daño GeneticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora