Nos vamos

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Capítulo 1:

La luz que entraba por la ventana de la habitación anunciaba un nuevo día. Otra día más en este infierno, pensó Kathia. Se incorporó en la cama y se quedó mirando el paisaje que le mostraba la ventana. Se podía ver la claridad del cálido sol, el cielo de un profundo color azul. El mismo azul que el de sus ojos. Sacudió la cabeza para alejar el doloroso pensamiento. Se levantó del lecho dirigiéndose al baño para darse una breve ducha que le ayudara a despejarse. Poco después de salir del baño oyó como alguien tocaba a la de su dormitorio.

-Señora Blume, su marido me ha mandado a que le comunique que se reúna con él en el salón en 5 minutos.-dijo Ana a través de la puerta cerrada. Anastasia Vasíliev era una joven rubia, de tímidos ojos azules. Era de origen ruso (de Moscú más concretamente) y llevaba cuatro años trabajando para el señor y la señora Blume como criada.

-Pasa, Ana, necesito tu ayuda con la cremallera del vestido.-respondió Kathia saliendo del enorme vestidor con una amigable sonrisa.-Y ya te he dicho miles de veces que me llames Kathia.

Ana se situó detrás suyo y le subió la cremallera del elegante traje color nude.

Kathia tenía un don para la moda. Era capaz de verse elegante con cualquier cosa que se pusiera. Ana sabía que su estilo era más moderno, pero su marido le exigía que vistiera de manera clásica, más acorde con su posición social. Kathia escogió unos  tacones negros, su bolso a juego y una gabardina corta del mismo color. Se despidió de Ana encaminándose a las escaleras que bajaban a la planta principal.

En el salón encontró a su marido. Jacke repasó por completo el aspecto de su mujer esbozando una sonrisa lobuna en su cara.

-Que guapa te has puesto, mi amor. ¿Es por mí?-preguntó Jacke, burlón.

-Tengo prisa, así que dime que demonios quieres de una vez.-respondió Kathia de mal humor. Quería salir de allí lo antes posible.

-Esta noche nos vamos de Australia-soltó-así que ten la maleta preparada para las diez.

-¿Nos vamos?¿Por qué motivo exactamente?-preguntó ella cruzándose de brazos en actitud beligerante.

-Porque te lo digo yo. Así que deja de darme el coñazo con tus preguntas y vete a

fundir mi tarjeta de crédito en alguna tienda de ropa exclusiva como hacen las esposas normales de los millonarios.-dijo con desdén.

-Muchas gracias, querido. Es justo lo que deseaba-replicó ella con evidente ironía.

Cogió la tarjeta y se encaminó a la puerta del garaje. Otra de sus aficiones eran los coches. Se montó en su Porsche Panamera blanco y salió a toda velocidad por el camino de la mansión. Conducía por la calles de Sydney hasta llegar a la cafetería de su amiga Claire. Claire era una mujer de 35 años que se había quedado viuda hacía 5 cuando a su marido le diagnosticaron un cáncer de páncreas. Tenía un hijo de 6 años, Jayson, que era adorable, pero la pobre criatura no había podido conocer a su padre, ya que Claire estaba embarazada cuando su marido murió.

Con Claire trabajaba Samantha ,una joven de 21 años, alegre, divertida e impulsiva con un profundo amor por el surf.

-Pero mira quién se ha dignado a pasar por aquí-exclamó Claire con una radiante sonrisa dibujada en su rostro.

-¡¡¡Kathiaaa!!-como un tornado apareció Sam, que se abalanzó a por ella.

-Hola, Sam. Cada día que te veo estás más morena y eso que aún no es verano-saludó Kathia divertida por el recibimiento de Sam al cual se unió Claire.

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Estaban sentadas en la terraza con vistas a la playa, tomándose un té helado cuando Kathia decidió comunicarles la noticia.

-Chicas, Jacke me ha dicho que esta noche nos vamos de Australia.

-¿¿¿¡¡¡Cómo!!???-exclamaron las dos a la vez.

-Sí, yo…Os voy a echar mucho de menos-dijo Kathia llorando. Las tres se fundieron en un emotivo abrazo. Sam entró al local para comprobar que los pasteles no se habían quemado.

-Algo te pasa. Tienes una mirada más triste de lo habitual-dijo Claire. Al no obtener respuesta continuó hablando-Sé que tu marido es un cabrón millonario que se propasa contigo y al cual odias. Tienes una mirada en los ojos que no se corresponde con alguien de tu edad. Ninguna chica de 22 años puede estar tan falta de alegría, de vida, de sueños,…

-Hace cuatro años que dejé de soñar, Claire. No importa cuanto me duela tener que soportar esto cada día, solo quiero lo mejor para los demás.

-¿A quién proteges tanto, Kathia? En verdad tiene que ser alguien a quien ames mucho para aguantar todo lo que tú aguantas.

-Por favor, déjalo estar. No quiero hablar más de este tema. Lo hecho, hecho está.- dijó Kathia con amargura y tristeza.

-Ya está aquí mi deliciosa tarta casera de manzana-Con la llegada de Sam,dieron por terminada la conversación.

Después de los numerosos y cálidos abrazos por parte de sus amigas, Kathia se subió al coche con lágrimas en los ojos. No sabía si volvería a verlas de nuevo.

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Cuando llegó a casa eran las nueve de la noche. Nada más entrar por la puerta

Jacke la empujó contra la pared.

-¿Dónde cojones has estado? Son las nueve de la noche y a las diez hay que estar subidos en el yet privado.-gritó como un energúmeno. Kathia se fijó en que sus pupilas estaban dilatadas. Otra vez esnifando, pensó. Al poco tiempo de casarse descubrió que su marido tanteaba con drogas. Cada vez probaba con drogas más fuertes y después de sus “fiestas” se pasaba horas medio muerto en un rincón de la casa hasta que estaba medianamente estable como para caminar hasta su cuarto.

Una vez acabó de guardar sus cosas en la maleta se subió al coche que les llevaría al yet de su marido. Cuando ya estaban en el aire le preguntó a Jacke:

-¿Adónde vamos?-

-A Italia-respondió en un gruñido mientras tecleaba algo en su móvil-A la ciudad de Roma.

 Continuará…

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Os dejo una foto de Kathia para que os hagáis una idea de cómo es. Hasta la próximaaaa¡¡!!

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