Ruleta Rusa

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Alex

Anoche, pude oír el susurro de Kathia antes de que se quedase dormida. Yo, en cambio, no pude dormir, sus palabras estaban taladrando mi cerebro. Siento que se despierta.

-Hola.-dice algo tímida.

-Hola. ¿Estás bien?

-Sí.-se incorporó-¿Qué hora es?

-Las dos de la tarde.-digo mirando el teléfono.

-¡¿Qué?! Dios, es tardísimo.-se levanta de la cama y empieza a buscar su ropa. Mientras recoge su ropa clavo la vista en su tatuaje.

-Aún hay muchas cosas de las que hablar, Kathia-ella sólo asiente con la cabeza sin mirarme.

En el trayecto en coche el silencio es un poco incómodo. Ambos estamos sumidos en nuestros pensamientos. Paro el coche delante de su casa . Se gira y me mira con sus deslumbrantes ojos verdes.

-Gracias por el viaje. Me lo he pasado genial.

-De nada.

-Bueno…Ya nos veremos.

-Adiós.-Aun no baja del coche, sigue mirándome.

-Alex…yo, siento mucho si alguna vez te hice daño en el pasado. Eres alguien muy importante para mí.

-¿Por qué me dices esto ahora, Kathia?

-Sólo quería que lo supieras. Adiós.-se baja del coche rápidamente.

Kathia

Llevo toda la tarde encerrada en mi habitación, pensando en lo que ha pasado. Lo mejor es que no vuelva a ver a Alex nunca más. Alguien llama a mi puerta.

-Señora Blume, su madre me ha dicho que le diga que baje a cenar. Tienen un invitado.-le anuncia Ana.

-Dile que estoy enferma.

-Lo siento, pero insiste en que baje.-A regañadientes me pongo unos zapatos y bajo. En el comedor veo la mesa servida y unas velas encendidas. Siento que alguien coloca sus manos en mis hombros desde atrás y se acerca a mi oído.

-Buenas noches, esposa mía.-me tensó al oír su voz. Me giro para encararle.

-Jacke…¿Qué estas haciendo aquí?

-¿Así es como recibes a tu esposo después de su ausencia?-me coge la mano y deposita un beso en ella.-Venga, vamos a cenar.-Me acercó a la silla y la retiró para mí.-¿Qué tal has estado estos días sin mí?

-He estado cuidando de mi padre. Y he dado una vuelta por la ciudad.

-He estado pensando y creo que deberíamos mudarnos.

-¿Otra vez?

-Sí, a Nueva York.

-Pero mi padre…

-He estado mirando casa y hay una preciosa en Times Square. Bueno, brindemos.-levantó su cosa.-Por nosotros.

-Por nosotros-susurré. Le di un buen trago a la copa esperando que esta noche se pasara rápido. A medida que fue avanzando la noche empecé a marearme.

-No me encuentro muy bien. Si me disculpas.

-No te molestes querida.-se acercó a mí y ató mis muñecas a la silla.-He puesto heroína en tu vaso. Así te quedaras quietecita.

-¿Qué haces?

-¿Creías que era estúpido, Kathia?¿Pensabas que te iba a dejar sola en Londres con Alex? Qué ingenua. Contraté a alguien para que te siguiera para informarme de todo aquello que hacías. Y me entero que ese hijo de puta y tú habéis estado follando como conejos.-Me dio una fuerte bofetada en la cara.-Traidora-Me cogió de la barbilla.-Has roto el pacto, Kathia. Ahora ya no hay marcha a tras.-Se sacó una pistola de la chaqueta.

El pactoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora