Reconocí los edificios viejos donde el blanco de las paredes se había levantado y las ventanas estaban llenas de rejas: El Sector 4. Había crecido allí pero aun así siempre iba con prudencia por sus calles.
Seguimos avanzando hacía el interior del sector en silencio. Tony andaba pegado a mí agarrándome con fuerza la mano. Le di un apretón cariñoso para que se relajara. Después de nuestro encuentro con los matones había estado llorando. Tuvimos que parar para tranquilizarle, pero realmente nos vino bien a todos, sobre todo a mí que tenía un intenso dolor de cabeza.
—Entiendes por qué lo he hecho, ¿verdad? —Jake se puso a nuestra altura y me observó con interés. Sabía a qué se refería. Evitamos el tema mientras descansábamos y después se instaló un silencio incómodo entre nosotros.
—¿El qué? —dije como si no supiese de que hablaba, aunque no me lo había podido quitar de la cabeza desde que pasó.
—Lo que ha pasado antes... con el hombre... ya sabes. —Se puso delante de mí para pararme.
—¿Con el hombre qué has matado? —pregunté de forma brusca.
—Sí. —Me miró con precaución—. Había que hacerlo, sino nos habría delatado y estaríamos muertos.
Sí, era muy probable. Sin embargo no podía evitar estremecerme al recordar de qué manera le quitó la vida sin dudarlo un segundo. En mi barrio había convivido con la violencia y las amenazas continuas, pero en esos dos días había visto más muertos que en toda mi vida.
—Lo sé... Me ha sorprendido. Es sólo eso —reconocí suavizando mi tono.
—Lo siento, no quería asustarte.
—No importa. —Aparté el rostro para que no viese cómo los ojos se me llenaban de lágrimas.
Cruzar el quito sector había dejado un agujero en mi interior; los asesinatos, la pobreza extrema, la violencia, todo me había impresionado mucho. La muerte del mendigo a manos de Jake fue el límite para que todas esas emociones se desbordasen. Además de asustarme, porque... ¿quién era ese chico? Por un lado me sentía segura junto a él pero por otro... me intimidaba. Apreté con fuerza los labios y metí todos esos sentimientos en una caja. No podía dejar que afectaran, no cuando todavía no estaba a salvo. Jake no podía verme débil, no hasta que estuviese segura. Compuse la mejor sonrisa que pude y le miré a los ojos.
—No te preocupes, estoy bien. Continuemos. —Frunció un poco el ceño con preocupación y reanudamos nuestra marcha en silencio.
Llevábamos un rato caminando cada uno abstraído en sus pensamientos cuando un coche se cruzó delante de nosotros cortándonos el paso.
—¡Hey, vosotros! ¿Qué hacéis aquí? —gritó uno de los chicos del coche mientras se bajaba de él.
Mi cuerpo se tenso por el miedo. Eran de una banda, lo confirmaban los tatuajes de los brazos. No sabía exactamente que bandas existían en el cuarto sector, mi hermano se encargó siempre de dejarme al margen de ellas, aunque algo tenía claro: aquellos no eran los tatuajes de la banda de mi barrio. Se pusieron enfrente impidiéndonos continuar nuestro camino.
—Los marginados tenéis prohibido entrar en el Sector 4 —dijo el más alto de pelo oscuro. Junto a él se situó otro muchacho de estatura baja y algo regordete que parecía más tranquilo.
Jake se adelantó un paso ocultándonos con su cuerpo a la par que respondía a los chicos:
—No somos marginados.
—Pues vestís como ellos —contestó el alto acercándose mucho al rostro de Jake.
A pesar de que Jake me quitaba bastante visibilidad podía apreciar el continuo balanceo nervioso del muchacho. Mientras tanto su compañero nos observaba con atención a Tony y a mí.
ESTÁS LEYENDO
Sector 0: El despertar (libro 1)
Science FictionLa vida de Lena se hunde cuando es arrestada y condenada a veinte años de cárcel tras un robo. Sin poder ayudar a las personas más importantes de su vida, su familia, se resigna a cumplir su condena. Pero el destino tiene otros planes para ella y su...