Capítulo 3: Terroristas y bombas

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El puño dio en mi oído derecho haciendo que un pitido intenso sustituyese por unos instantes el ruido que hacían el resto de las presas alrededor nuestro. No sabía quién había comenzado aquello, pero fue como el primer disparo en una batalla, en cuanto alguien dio el primer golpe todo el mundo se lanzó al ataque.

Todo había sucedido apenas unos minutos antes cuando —mientras Sussie y yo realizábamos nuestro entrenamiento en el patio— apareció Tina con tres chicas más.

Durante esas tres semanas no habían molestado a Sussie, así que creímos que se habían olvidado de ella. Pero estaba claro que no. Nada más verlas supimos que no iba a pasar nada bueno. No hicieron falta muchas palabras, tampoco venían a hablar, su objetivo era Sussie desde un principio. En esas semanas Sussie había cogido algo de destreza con las artes marciales, pero no lo suficiente para quitarse a más de una persona de encima, sin mencionar que las cuatro muchachas eran el doble de tamaño que nosotras.

Al principio de la pelea conseguí mantener a raya a mi oponente. Una chica bastante grande del Sector 4 —sus brazos llenos de tatuajes la delataban—. Pero las semanas de entrenamiento me habían sentado bien y me había recordado mis clases de lucha con Aron. Así que a pesar de la diferencia de tamaño, no me costó cansarla y tumbarla con un par de golpes. Una vez en el suelo cuando me vio acercarme se apartó asustada dando a entender que dejaba la pelea. Lo dejé estar y me centré en el resto de las chicas, todas habían ido directas a por Sussie. ¿Qué les pasaba con ella? ¿Y por qué las carceleras no se habían metido para parar la pelea? Había visto como tres de ellas veían la disputa sin inmutarse.

Mi atención volvió a la pelea cuando Tina, al ver que me había desecho de su compañera, me mandó a las otras dos chicas. Una parte de mí se alegro porque estaba viendo cómo Sussie estaba en clara desventaja.

Me centré en mí activándose mi instinto de supervivencia. Esquivé el puño de la primera atacante y conseguí saltar antes de que me cogiera su acompañante. Todo a mi alrededor desapareció, sólo estaba yo y mis oponentes. Lo único que escuchaba era mi respiración que iba acompasada con el ritmo de mi corazón. "Patada al costado derecho, salto atrás, abajo y golpe en la pierna izquierda" ordenaba mi cerebro sin pausa. No conseguían cogerme y eso la exasperaba volviéndolas más patosas. Ahí fue cuando comencé mi ataque. Patada en la cara y puñetazo en el estómago. Tenía controlada la situación. Estaba pensando en que saldría de aquella ilesa cuando vi un brillo por el rabillo del ojo que llamó mi atención. ¿Eso era una navaja? Sin mi consentimiento mi cabeza se desvió hacia la lucha que mantenían Tina y Sussie.

Ahí fue donde llegó el primer puñetazo en el oído derecho. Tan pronto recibí el golpe perdí el control de la pelea. Fue un golpe seco que me hizo tambalearme hacía un lado algo mareada. En cuanto me vieron dudar una de ellas me agarró con fuerza los brazos inmovilizándome. Y así era cómo me encontraba ahora, recibiendo una lluvia de puños en el estómago. Intenté pensar qué era lo que tenía que hacer en esa situación, en las instrucciones que Aron me había dado para esos casos. Pero el dolor no me dejaba pensar haciendo que me doblase en dos. Otro golpe en la cara me hizo ver todo borroso. Si continuaba así iba a perder el conocimiento.

De repente un grito inundó el patio haciendo que se silenciara el coro de voces de las presas. Sentí cómo se me cortaba la respiración, era la voz de Sussie. Una furia feroz empezó a recorrer mi cuerpo, tenía que sacarla de ahí. Con todas mis fuerzas pegué una patada a mi agresora rompiéndole la nariz. En seguida se sujetó la cara entre sollozos. Esa era mi oportunidad, con impulso le golpeé el pecho con los dos pies haciendo caer a la otra presa que me tenía agarrada por atrás. El golpe fue lo suficientemente seco para que soltase mis brazos. Me levanté y sin dudar le di una buena patada en la cara. Sin prestarlas más atención me giré hacia donde estaban Sussie y Tina. Sussie estaba inconsciente en el suelo, sangraba por un costado, y Tina —con cara de loca— seguía dándole patadas. Un rugido surgió de mi garganta haciendo que parara. En tres zancadas estaba enfrente de Tina acorralándola y agarrándola del cuello con las dos manos. No me atacó ni intentó pegarme, no sé que vio en mi mirada que la paralizó, pero estaba dispuesta a matarla, la iba a matar. Algo me golpeó en la nuca y mi cuerpo se desplomó en el suelo sin fuerza antes de que todo se volviera negro. Lo último que distinguí antes de desmayarme fueron las botas de una celadora y al fondo a Sussie sangrando.

Sector 0: El despertar (libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora