Capítulo 13: La marcha

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—Entonces... ¿Qué tatuaje quieres? —Miré con horror cómo la aguja que tenía su compañero en la mano atravesaba el brazo de un joven.

—¡No quiero ningún tatuaje! —le repetí al dependiente entre gritos para hacerme oír por encima de la música que resonaba en el local. Era un hombre grande al que no le quedaba ningún trozo de su piel sin tatuar. Impresionaba bastante—. ¡Estoy buscando a Ben!

—Ya te he oído antes. Está trabajando. Podrás hablar con él si eliges un tatuaje. —Me señaló con la mano el surtido de imágenes de un libro sucio.

—¿Y no puede hacer un descanso?

Negó con la cabeza antes de decir:

—Su descanso es dentro de una hora.

—¡Vale! Me quedaré esperándole... —Eché un vistazo al local mugriento, la música estruendosa y al brazo del muchacho donde le recorría una gota de sangre—. ¡Fuera! —terminé la frase entre gritos señalando la calle para que me entendiera. Una carcajada siniestra le salió mientras afirmaba con la cabeza. "Eso no ha quedado muy varonil" pensé para mí.

Esperar una hora en las calles del cuarto sector tampoco era la mejor idea, pero lo prefería a estar encerrada en ese local claustrofóbico que olía a meados. Pasada una hora y media de retorcer mi camiseta y ver cómo la gente pasaba junto a mí observándome con interés mi paciencia se acabó. Estaba apunto de entrar de nuevo en el local cuando la puerta se abrió y salió un muchacho con los brazos tatuados. Me dio un empujón para apartarme mientras se encendía un cigarro.

—¡Eh! —me quejé intentando mantener el equilibrio. Me miró con desprecio mientras el humo salía de su boca.

—¿Eres el chico que ha preguntado por mí? —Había cambiado mucho, ya no estaba la sonrisa fácil ni el brillo inteligente en los ojos. Ahora había una mueca torcida en el rostro y una mirada apagada. Era lo malo de las bandas, te absorbían el espíritu. Ya lo había visto antes, cuando le pasó a mi hermano. Afirmé con la cabeza—. ¿Y tú quién coño eres?

—Me llamó Mike, soy vecino de Hugh. Ha habido un problema con su madre y le estaba buscando para decírselo. Lo único que he encontrado en su habitación era esta nota con tu nombre y dirección. —Me observó como si estuviera viendo a un extraterrestre.

—No conozco a ningún Hugh.

—Vive en el bloque 30 en la tercera planta. Hugh Thomson.

—¿El Rapiña? —Ahora era yo la que le miraba sin entender nada. Le entró un ataque de risa—. Olvídate de ese mierda. El pobre desgraciado no creo que se acuerde ni de su madre.

—¿Sabes dónde está? —insistí angustiada por sus palabras.

—No sé... supongo que lo tendrá Tim. Ha estado muy interesado por él desde que se escapó su hermana de la cárcel. —Se quedó examinándome con el ceño fruncido mientras daba otra calada profunda al cigarro. Me estaba poniendo de los nervios—. ¿Y qué le pasa a su madre?

—Han venido para llevársela al Sector 5.

—Mmmm... Pues se lo diré de tu parte... —Seguía mirándome de una forma rara—. ¿Te llamabas?

—Mike. Bueno... me tengo que ir. Gracias por tu ayuda —dije mientras me marchaba.

Durante todo el camino de vuelta a casa estuve reflexionando sobre lo que me había dicho Ben. Estaba totalmente frustrada. Lo peor de todo el día era que no había solucionado nada. Seguía sin saber cual era el paradero de mi madre y mi hermano. Lo único que había sacado en claro era que no les había pasado nada bueno a ninguno de los dos, sentí un escozor en los ojos.

Sector 0: El despertar (libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora