Capítulo 15: El reencuentro

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Nos llevaron en coche hasta unos edificios industriales apartados de la zona residencial. El sitio era un hervidero de jóvenes integrantes de la banda. Se les diferenciaba claramente por los tatuajes de los brazos, me hizo gracia pensar que al final Jake no estaba tan equivocado con lo de los tatuajes, el Sector 4 estaba lleno de gente con tatuajes.

El coche paró junto a una nave que en otro tiempo había sido una fábrica de metales. Todavía se podían ver los grandes hornos y las cintas con las se desplazaban las piezas metálicas. Ahora las usaban para trasladar la droga de un lado a otro del edificio. A pesar del tamaño del recinto, el ambiente estaba enrarecido por los productos que estaban quemando y el sudor de los trabajadores. Mientras lo atravesábamos mis esperanzas de salir de allí se iban esfumando.

Entramos en el edificio contiguo donde nos llevaron a una planta llena de oficinas que usaban como almacén. Mientras recorríamos el pasillo también pude ver varios grupos de jóvenes jugando a las cartas o bebiendo. Cuando paramos delante de la puerta de color caoba sabía quien había detrás y me empecé a poner nerviosa.

Entramos en la sala seguidos por Ben y un par de chicos más. Era una habitación grande con dos ventanales por los que entraba la luz del sol. En el fondo de la sala había un escritorio de madera. Detrás de él se encontraba Tim sentado en una butaca observándonos con las manos juntas debajo de su barbilla. Junto a él, sentada en el reposabrazos había una muchacha veinte años más joven con una camiseta muy escotada y unos pantalones tan ajustados que dudaba que la dejasen respirar. Tenía un cuerpo de infarto y una bonita cara marcada por una larga melena ondulada de color dorado. Su mirada era audaz y analizaba todos mis movimientos con atención. Me concentré en Tim que seguía analizándonos en silencio. Desde que habíamos entrado nadie había dicho nada. Tony se agarró con más fuerza a mi pierna ocultando su cara en ella. Noté el temblor de su cuerpo. Me sentía igual que él, pero aun así le acaricié la espalda para intentar calmarle.

Pasados unos segundos Tim dejó de examinarnos y empezó acercase con pasos lentos. Era un hombre de mediana edad, poco corpulento y que apenas pasaba mi altura. A simple vista no asustaba, hasta que le mirabas al rostro... eso era otra cosa. En su juventud probablemente había sido guapo, pero esa belleza se había marchitado con la vida de la calle. La nariz estaba torcida debido a varias roturas y tenía la cara picada por alguna enfermedad. Pero lo que realmente te hacía ponerte los pelos de punta eran sus ojos oscuros, sin brillo.

—Bueno. Por fin hemos dado contigo, Lena. No nos lo has puesto nada fácil, eres mucho más escurridiza de lo que pensábamos. —Se puso delante de mí mirándome directamente a los ojos—. Después de lo que han encontrado mis chicos en tu piso, no me extraña que tu hermano te tuviese tan escondida. Un equipo completo para asaltar casas, un piso a otro nombre... si hasta sabes ir por nuestro barrio sin ser vista. Eres toda una profesional. Lo llego a saber antes y lo hubiese aprovechado. Estoy muy disgustado con tu hermano —dijo con una sonrisa escalofriante.

—Mi hermano no sabe nada.

—Ya nos hemos dado cuenta. Después de estos días insistiéndole mucho acerca de tu paradero hemos llegado a la misma conclusión. -Sentí cómo me costaba respirar, parecía que el aire se hubiese vuelto más espeso.

—¿Qué quiere decir eso de insistiéndole mucho? —La pregunta salió como una susurro sin fuerza que pudo escuchar porque se encontraba cerca de mí.

—Era una forma delicada de decir que mis chicos se han tenido que ocupar de él para sacarle la verdad. —Se quedo mirándome con una mueca desagradable en la cara, mientras yo asimilaba sus palabras. Empecé a notar cómo mi cuerpo perdía fuerza—. Torturándole, Lena —contestó aburrido por mi falta de reacción.

—Quiero verle. —El gesto amenazante en su rostro me hizo entender que me había extra limitado. Nunca se me habría ocurrido decirle nada así, pero las palabras salieron solas de mi boca. El miedo ante su reacción debió de notarse en mi rostro porque se relajó y una sonrisa de satisfacción asomó en su boca.

Sector 0: El despertar (libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora