Aprender defensa personal fue más difícil de lo que creí. Aunque tenía buena coordinación, carecía de fuerza suficiente para derribar a un oponente. Al principio me quejé de lo estúpido que era aprender aquello, sólo porque me sentía muy frustrado por no conseguir resultados.
Yuuri se encargó de contradecir y contestar mis quejas sin problema alguno. "¿Si no puedes derribar ni siquiera a Zet, cómo esperas poder huir de un Upyr o derrotarlo?"
Él no quería que yo me enfrentara a los horrores del exterior y si bien había accedido a entrenarme eso no significaba que me permitiría salir al matadero.
Al comienzo consideré que quizá el cerdo se comportaba como un espartano en mi entrenamiento para hacerme desistir, pero Zet y Mila se apresuraron a declarar que eso no era verdad.
"Yuuri es así con todos los que entrena. Quiere que sean muy fuertes y capaces de regresar a salvo."
Yo había tomado una decisión y eso que me ofrecía el entrenamiento de Katsuki era lo que yo quería. Comprendí que, en lugar de quejarme, debía aprender rápido.
Los días que Yuuri permanecía en Hasetsu nos recluiamos en un rincón de las salas de entrenamiento junto con Mila, Zet y Phichit.
Mi primer objetivo fue derrotar a Zet y para ello debía ser rápido. Veloz.
El menor de los Chulanont medía prácticamente lo mismo que yo, pero el era más avanzado en esas lecciones y tenía mucha agilidad. Las primeras dos semanas me la pasaba maldiciendo cada vez que caía al suelo gracias a un buen movimiento por parte de Zet. Una de esas noches en las que no quería ni que él agua de la ducha me tocara porque sentía el cuerpo como una moratón gigante, Katsuki se apiadó de mí. Quizás porque al fin había entendido que no daría vuelta atrás, quizás porque se compadeció de mis múltiples manchas moradas y verdosas en el cuerpo.
Hasta ese entonces él no había intercedido en las prácticas más que como guía, y tenerlo como contrincante frente a mi fue excitante de una forma extraña.
Su cuerpo en posición de ataque, cada músculo tensionado y listo para moverse y atacar. Rostro serio y labios en una línea dura, examinándome y buscando la forma más rápida de estrellar mi cara contra el suelo. Y sus ojos, ese par de gemas del color del más puro ámbar, brillando doradas en la escasa luz del lugar donde entrenábamos a escondidas, atrayentes y con una mirada letal. Ese hombre me demostró que era capaz de hacer crujir mis huesos y ni siquiera se había movido.
Era un tanto intrigante comprender que esa persona de mirada fría fuese la misma que dormía a mi lado todas las noches, quien me dejaba abrazarlo en la privacidad que las paredes que nuestras habitaciones nos daban; con quien comía todos los días y a quién esperaba ansiosamente los días que debía salir.
Yuuri era como una especie de anestesia del mundo exterior para mi. Lo descubrí una de las tantas noches que las pesadillas atacaron mi mente. Desperté a mitad de la noche, no obstante no hubo gritos de mi parte como solía ser. Simplemente abrí los ojos, exaltado y lo primero que mi mirada observó una vez que se adaptaron a la oscuridad, fue a Yuuri. Su rostro tranquilo y relajado, labios ligeramente entreabiertos. Su respiración suave mecía los cabellos que caían en mi frente. Muy cerca, pero no lo suficiente. Esa noche pasé mucho tiempo viendo su rostro, preguntándome cómo podía lucir tan calmado y con qué clase de cosas soñaría alguien como él, que aún sabía lo que era el miedo a perderlo todo.
ESTÁS LEYENDO
Ven conmigo.
Fanfiction[YOI/ Yuuyu] [AU. Post-apocalíptico] Cuando el mundo es arrasado por un virus mortal la única salvación es luchar por mantener tu humanidad. Yuri Plisetsky se pregunta si es necesario seguir viviendo en un planeta que se destruye lentamente, sin em...