XXI - Esperanza

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—Hemos llegado muy lejos para volver a atrás— dijo mirándose en el gran espejo que tenía en el pequeño cuarto de la antigua mansión. — ¿Verdad Haru?

—Estaré a su lado hasta el final señorita Lei— contestó el León blanco avanzando junto a su maestra. —Pase lo que pase.

—La barrera de Tomoeda fue destruida con éxito y en cuanto la termine de cubrir con energía sobrenatural podrán salir todos, tenemos un ejército más que suficiente, el clan Li no será rival para nosotros... Es cuestión de tiempo para que la onda alcance Hong Kong.

—Tiene razón— la miró. — ¿No está feliz?— ella continuó observando a su reflejo llorar sin expresión alguna.

—No en verdad— volteó a ver a su ánima. —Pero lo seré cuando finalmente mate a Sakura Kinomoto... Por arrebatarme todo lo que siempre he querido.

Salieron a los pasillos para bajar a la planta baja, allí las ánimas aguardaban a que la orden de abandonar el sitio se les fuera dada, sabía que querían ser libres pero yendo al exterior no sucedería, sus mentes eran absolutamente controladas por su maestro, solo serían tocadas por la energía sobrenatural y podrían andar con libertad sin límite de tiempo, pero sus mentes no les pertenecerían nunca.

Por fortuna Haru era diferente, él era un amigo no solo un servidor. Abrazó su lomo para sentirse refugiada, había perdido el amor de Shaoran para siempre, ¿Qué sentido tenía todo eso?

Ella te ha robado lo que a ti te correspondía— oyó como una voz en su mente. Al instante se cubrió los oídos y se retorció del dolor. Respiró profundo para reponerse y se puso derecha. Sí, ella lo había perdido todo por su culpa, ese era motivo suficiente para odiarla, para vengarse.

Echó una mirada a Haru para que se dispusiera a hacer lo que le había pedido, el león se marchó a toda velocidad. Lei miró el cielo gris, esa ciudad escondía una energía mágica gigantesca, la tomarían y la usarían para obtener el poder que necesitaban.

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Sakura corría por las calles a todo lo que le daban las piernas, el templo Tsukimine no estaba muy lejos pero por alguna razón sentía como si se tratara de kilómetros. Según sus guardianes le habían informado Kasai había marchado solo cuando sintieron una batalla desplegarse.

Era cierto, el enemigo había destruido la barrera protectora de Tomoeda. La situación era crítica.

Cuando llegó a la entrada un centenar de ánimas de negro la esperaban, al parecer sabían que se dirigía hacia allí o algo similar puesto que habían formado una barricada alrededor de la entrada y le sería difícil atravesarla. Arriba sintió la presencia de Touma batallar y vio a Kasai salir despedido por los aires hasta chocar contra el enorme cerezo. Se sorprendió tanto al verlo allí, peleaba con todas sus fuerzas para proteger el templo, era evidente que le importaba.

Sabiendo perfectamente que debía ayudar tomó el pequeño objeto que colgaba de su cuello y lo colocó frente a ella.

—Llave que guardas todo mi poder—una onda dorada comenzó a rodearla. —Muestra tu verdadera forma ante Sakura, quien ha hecho un pacto contigo... ¡Libérate!

El báculo comenzó a crecer de tal manera que superó su propia estatura. Las ánimas presentes fijaban la vista en ella pero no atacaban, tal vez no buscaban pelear solo impedirle llegar, sin embargo no podía permitirlo, llegaría arriba a como de lugar.

—Lo siento, no quiero destruirlos— dijo. — ¡Salto!— invocó. Dos pares de alas aparecieron a cada lado de sus tobillos. Brincó hasta la punta del Toori en la entrada y desde allí los observó, comenzaban a movilizarse hacia dentro del templo, la seguirían, sabía que en cuanto hiciera algún movimiento para acercarse inmediatamente la atacarían. Se apresuró a subir y entonces una lluvia de lanzas le cayó encima, rasgaron parte de sus vestiduras, además de unos cortes superficiales no se hizo gran daño.

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