III - ¿Un obstáculo?

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—Sakura— susurró el castaño. —Son las nueve ya, despierta...

Si bien en un principio se habían sentado en el sofá para conversar un poco mientras estaban tranquilos, en determinado momento se recostaron para estar más cómodos y acabaron tendidos uno junto al otro, abrazados, por lo que no les costó entrar en un estado somnoliento.

— ¿Mm? Aún tengo sueño...— le contestó la joven abrazándolo, él estaba tan cálido que no quería liberarlo, además de que se encontraba muy cómoda. Por otra parte Shaoran estaba muy feliz, apoyaba la mejilla en la cabeza de la chica y su boba sonrisa de enamorado se le escapaba, había descubierto algo que lo avergonzaba y lo hacía sentirse como un pervertido: no podía evitar querer estar cerca de Sakura. No se trataba de estar en un mismo lugar sino... realmente cerca, a veces temía perder el control e inquietarla, o aún peor, asustarla, con aquellos instintos horribles que, hasta el momento, no sabía que tenía.

—Tienes... que volver a casa— susurró, sin querer dejar que se vaya. —Tu padre se va a preocupar, se enfadará tu hermano...

—De todas formas lo hará... estoy muy bien aquí contigo— el muchacho inspiró con fuerza para mantener la sangre fría, ella no tenía idea de que hacía mella con sus neuronas racionales.

— ¿Dices... que quieres quedarte?

—Bueno...— la vio sonrojarse y mirarlo. — ¿Puedo?— la manera en que lo miró lo iba a enloquecer pero ciertamente moría por que se quedara.

—No hay problema— se acomodó para quedar recostado a su lado por completo y la abrazó un poco más, podría acostumbrarse a eso.

Solo pasaron pocos minutos antes de verla quedarse dormida, no podía llevarla a la habitación de invitados sin despertarla, no estaba seguro de qué hacer. La contempló durante un rato, maravillado de que todo aquello fuera real. "Podría estar así toda la vida..." pensó y luego se sorprendió por ello. ¿Toda la vida? ¿Para siempre junto a ella? Sonaba muy bien en verdad. Se quedó dormido con esos pensamientos.

Sakura se encontró a sí misma en un lugar oscuro, rodeada de brillos dorados y con los tobillos sumergidos, ya había estado allí varias veces, no se sorprendía de aparecer de repente en el mismo sitio, llevaba un tiempo frecuentando aquel extraño lugar. Pero entonces oyó un sonido a lo lejos, algo como... ¿Un pandero? Corrió en la dirección de la música que escuchaba, era capaz de ver un vestido color verde oscuro girar y danzar debajo de una capa de cabellos castaños sumamente largos ¿Acaso era ella la que hablaba? Al menos notó que sostenía el instrumento que generaba el sonido.

Aunque no puedas ver... no significa que no esté... solo piensa...— canturreaba, poco a poco se alejaba así que corrió detrás de ella.

— ¡Espera por favor! ¡Dime quién eres!— le pidió agitada. Sin embargo la figura parecía desvanecerse cada vez más rápido, la perdió de vista al poco tiempo. ¿Cómo descifraría lo que quería decirle? Entonces sucedió lo que siempre ocurría, el agua a sus pies comenzaba a subir, no flotaba, quedaba sujeta al suelo, allí terminaba el sueño. El aire faltó en sus pulmones al tiempo de encontrarse cubierta por el agua.

Despertó junto a su novio que dormía plácidamente mientras la abrazaba, se había quedado a su lado, aunque no era la primera vez que lo hacía no podía evitar sonrojarse, era algo tan agradable... ¿Sería así por mucho tiempo más? Le acarició el cabello alborotado con suavidad para no despertarlo, el día anterior se había esforzado mucho, lo mejor sería dejarlo descansar. Sin embargo vio que abrió los ojos y la miró.

—Buenos días Sakura— dijo como incrédulo.

—Buenos días, perdón por despertarte— él negó con la cabeza un segundo antes de incorporarse con velocidad al darse cuenta de que era de día, separándose de la chica que hizo mohín.

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