XXII - Es nuestro comienzo

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Finalmente el otoño había llegado, las hojas volaban por todas partes encaminadas por la brisa fresca y el rojizo atardecer acompañaba sus hermosos colores. Sí, el verano se había marchado junto con los malos ratos. Por fin todo sería paz y tranquilidad, aunque no tuvieran todo asegurado daban por sentado que la calma estaría con ellos por un tiempo.

Él miraba las hojas amarillentas hacer lo suyo con las manos en los bolsillos. Sí, de vez en cuando la nostalgia lo invadía pero no duraba mucho tiempo, sabía que había sido lo mejor, que las cosas habían salido bien gracias a los sacrificios que habían hecho las personas durante aquella batalla, las pérdidas habían sido grandes para su pesar sin embargo seguiría adelante. Así ella lo había querido.

Sonrió. Había sido algo muy triste pero ya estaban todos bien. Con el fresco otoño las cosas volvían a tomar su rumbo y sus vidas.

— ¡Hey! ¡Shaoran!— oyó que decían a sus espaldas, al voltear se encontró con su prima Mei Ling. Iba ataviada con delicado un vestido rosa pálido y peinada con un semirrecogido muy elegante. —Te estaba buscando...

—Ya me encontraste, ¿Qué sucede?

—Vamos, tienes que regresar, todos quieren saludarte... No seas grosero.

—Ah, claro— suspiró y siguió a su prima, no quedaba otra alternativa, había que ir a recibir las burlas y felicitaciones de todos.

Era su boda después de todo.

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Sakura sonrió al reflejo que le enseñaba el vidrio de la ventana del bonito cuarto en el que estaba, aquel que su amiga Tomoyo había destinado a convertirse en vestidor para cuando tenía encargos como el que ella le había pedido. Después de todo no habría podido pedirle a nadie más que diseñara su vestido de novia.

Se había lucido como siempre, o más si era posible. Aún no se lo colocaba, llevaba una delicada bata de seda blanca mientras la esperaba en su sitio, los nervios estaban acabando con su paciencia pero se limitó a ver las hojas caer en el exterior, feliz, anhelante, ya no era un sueño, la realidad lo había absorbido y vuelto parte de ella. Era real, muy real, estaba a punto de casarse con la persona que más amaba.

Todos estarían presentes y la verían llegar como quien espera un milagro, la acompañarían en ese día lleno de alegría. La única cosa que lamentaba era que Touma no estaría allí, no lo había invitado, después de consultarlo con su novio y su amiga lo juzgó una crueldad, hacerse la tonta con los sentimientos del joven ya no era buena idea, no quería verlo sufrir, los respetaría pero nada más, corresponderlo no era posible.

—Voy a casarme hoy...— susurró mirando sus propios ojos verdes.

—Sí, y verás que te dejaré soñada— dijo Tomoyo en el umbral de la puerta, traía el vestido y un cofre que, sabía, estaba lleno de cosméticos. —Serás la novia más hermosa Sakura.

—Muchas gracias Tomoyo...

—Nada que agradecer, no habría dejado que nadie más te arreglara, no con lo que he esperado este día— la tomó de las manos.

—Sí...— Sakura se enjugó las lágrimas de felicidad y se sentó en la silla de estilista que tenía su amiga, de espaldas al espejo. —Llegó el día por fin.

Hacía dos días que lo había visto por última vez, así lo habían organizado a sabiendas que luego no les sería posible verse. Recordaba muy bien el escenario que había preparado el chico esa noche, algo simple pero muy bonito y romántico. Recordaba que había colocado una suave manta de seda sobre el césped, cerca del parque del rey pingüino.

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