CAPITULO 7

3.1K 269 39
                                    

  Lauren se sentía tan valiente luego de haber dicho aquellas palabras a la chica de la ventana. Su constante estrés, luego la pelea con su madre y finalmente su ataque de pánico en la casa de la señora Hansen (Lo cual vino después del vomito), habían hecho de su día un terrible día, y es por esto que, el hecho de estar hablando con una completa desconocida sin tartamudear, aunque parecía algo muy simple para otros, logro que su día dejara de parecer una mierda.
Pero fue la voz de la chica cuándo la escucho por primera vez la que hizo que su día realmente dejara de ser tan malo.

Camila: Tu voz acaba de alegrarme el día, chica de la ventana.

Lauren no pudo evitar sonreír. Su voz era tan... No sabía cómo describirla. Solo podía decir que la hacía sentir de una increíble forma, como en su heladería favorita o en un concierto de Lana del Rey. Su voz también le había alegrado el día.

Camila: Oye, se que ya te lo había dicho, pero tu sonrisa es en serio muy hermosa –Le dijo con los ojos brillando de emoción. A cambio, Lauren, inconscientemente, sonrió aun más.
Lauren: Técnicamente lo escribiste.
Camila: Escrito o no, sigue siendo hermosa. Como tú.

Fue entonces cuando Lauren levanto la mirada, y sus ojos se encontraron con los de la chica de la ventana. Por primera vez en su vida, el hecho de estar mirando fijamente a alguien a los ojos no le molesto. Al menos no de inmediato. Por unos pequeños segundos, se fijo en los ojos de la otra chica, notando lo marrones que estos se veían, convirtiéndose así este color en su favorito... Pero luego de unos diez segundos se sintió incomoda, como siempre, así que desvió la mirada y borro la sonrisa de su rostro, comenzando a chasquear los dedos.

Camila: Tus ojos son realmente hermosos, chica de la ventana. Siempre he amado los ojos claros, pero los tuyos son tan... ¿Crees que puedas prestármelos algún día?

Lauren frunció el ceño, confundida. Aquella chica debía de ser estúpida o algo así. Una persona jamás podría prestarle sus ojos a otra. Era imposible. Y mucho menos solo por un día... y si lo hacía ¿qué ojos usaría ella? ¿Tendría que quedarse ciega durante un día o ella le prestaría los suyos?

Camila: ¿En qué estás pensando, chica de la ventana? ¿Te he ofendido?
Lauren: No... no me has ofendido... es solo que no puedo prestarte mis ojos. Es... imposible.
Camila: Tranquila, solo estaba jugando, chica de la ventana. Deberías dejar de tomártelo todo tan a lo literal.

Fue entonces cuando Lauren comenzó a reír como una loca. Rio y rio, sujetándose el estomago, hasta que por fin logro recuperar el control y volver a mirar a la chica de la ventana, aun con una sonrisa en los labios.

Camila: Chica de la ventana, sé que soy un payaso y que mis chistes no pueden igualarse, pero no he dicho nada gracioso esta vez.
Lauren: Claro que si –Contesto con los ojos iluminados.
Camila: En serio, no he dicho...
Lauren: Dijiste que dejara de tomarmelo todo tan a lo literal –Revelo, una carcajada amenazando con salirse por entre sus labios.
Camila: ¡¿Y eso te causa gracia?!
Lauren: Es que no puedo dejar de tomarme las cosas a lo literal, chica de la ventana.
Camila: ¿Por qué? –Pregunto con algo que Lauren de inmediato reconoció como curiosidad.

Fue entonces cuando la chica de ojos claros suspiro y comenzó a contarle su historial médico a la chica de la ventana, esperando a cada segundo que esta saliera corriendo y no le hablara nunca más. Pero ella permaneció allí, escuchándola atentamente, dejando resbalar un par de lágrimas por sus mejillas de vez en cuando. Al terminar, lo único que la chica de la ventana hizo fue sonreírle, secarse las mejillas y decir con una tierna voz que hizo que su corazón rechazado palpitara como nunca:

Camila: Has tenido una vida difícil, chica de la ventana.
Lauren: Todos tienen una vida difícil de diferentes maneras, chica de la ventana.
Camila: Tienes razón, las chicas que tienen que elegir que marca de ropa ponerse cada día en serio tienen vidas difíciles.
Lauren: ¿Lo dices en serio?
Camila: No, obviamente no –Contesto, como si fuese evidente.
Lauren: No lo hagas de nuevo, por favor... Ya te conté que no me la llevo bien con las cosas no literales. Cualquier cosa que digas yo me la tomare muy en serio.

Lauren inmediatamente reconoció culpabilidad en el rostro de la chica, de que inmediato dijo con desesperación en la voz:

Camila: ¡Lo siento! ¡Lo siento mucho, chica de la ventana!... No quiero que creas que no te escuche, porque lo hice, en serio, pero... Es difícil analizar tantas cosas... Lo siento, en serio... Soy... Soy una completa idiota y...
Lauren: Está bien, chica de la ventana... No tienes que disculparte. No me has ofendido.

Pero ella no parecía estar escuchándola, pues seguía diciendo:

Camila: En serio lo siento. Ahora mismo... Oh, no, seguro ya tienes una mala impresión de mí... Soy tan idiota... ¿Hay algo que puedo hacer para recompensarte?

La chica se le quedo mirando con sus ojos marrones, su nuevo color favorito, como si estuviese esperando algo. Lauren sonrió. Cada segundo, la chica de la ventana se volvía más especial para ella.
Por supuesto, la mente de Lauren no supo leer entre líneas que debía responder a la pregunta, así que la chica exigió finalmente:

Camila: ¡Contesta! ¡No me ignores!
Lauren: No te estoy ignorando, lo prometo... Puedes... Tú puedes... Puedes hacer dos cosas por mí.

"¡¿Por qué estás tartamudeando, idiota?! ¡Deja de hacerlo!"

Camila: Dímelo y lo hare, chica de la ventana –Una sonrisa curvaba sus labios. Sinceramente, ella era la mujer más hermosa que había visto en toda su vida.
Lauren: Primero, tendrás que dejar de pedirme perdón. Y luego... Luego... Tu.... Tienes que contarme como... como te has hecho eso.

"¡Deja de tartamudear, Lauren Jauregui!"
La chica parecía estar confundida, así que se quedo callada unos instantes y luego pregunto con esa voz que a Lauren le aceleraba su dañado corazón:

Camila: ¿A qué te refieres?
Lauren: A tus heridas.

La chica abrió sus ojos como platos, como si no pudiese creer que Lauren se había dado cuenta de lo mal que se veía.

Camila: ¿Cómo te diste cuenta?
Lauren: Soy buena observando –Respondió con simpleza.

Fue entonces cuando la chica suspiro, bajo la cabeza, derramo un par de lágrimas y comenzó a contar la historia.
Lauren jamás se había sentido tan conmovida.
Ahora podía entender sus lágrimas diarias, sus moretones y sus cortes. Lloro junto con la chica, odio a sus agresores (de los cuales la chica no quiso dar nombres) y sintió cada uno de los golpes. Se enfureció con los demás por no hacer nada, le agradeció mentalmente a sus amigas (de las cuales tampoco dio nombres) y golpeo una y otra vez al director, el padre de aquella bestia.
Cuándo la chica de la ventana termino su historia, Lauren limpio sus lágrimas y susurro con molestia:

Lauren: Son unos idiotas. Realmente lo son... Tú... tú eres tan... tan... tan increíble... No te mereces esto solo por ser... ser... bueno... tu entiendes.

"¡Reacciona, idiota! ¡Ella está mal y tú sigues tartamudeando! ¡Se una mujer!"
Lauren no era homofóbica. Todas las enfermedades que tenía le habían enseñado que se debe vivir la vida al máximo, aunque ella no cumplía con esto exactamente. Para Lauren vivir la vida al máximo era sonreír todos los días, ser feliz con cada mínimo instante, ser su propio jefe y enamorarse, no importa de quien, pero hacerlo hasta tocar los límites del infinito. Sin importar tamaño. Sin importar raza. Sin importar edad. Sin importar genero. Sin importar nada.

Camila: Lesbiana, chica de la ventana. Dilo. No es tan malo como parece.
Lauren: No deberías etiquetarte. Eres solo una persona. ¡¿Qué importa si besas un hombre, una mujer o a tu perro?!

La chica de la ventana sonrió, y luego se echo a reír. No pudiendo evitarlo, Lauren rio también.

Camila: Eres increíble, chica de la ventana.

Y, por primera vez desde hacía mucho tiempo, la maltratada autoestima de Lauren le permitió creer que esto era cierto.  

La chica de la ventanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora