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  Había pasado poco más de una semana.
Camila no podría haberla llamado perfecta, pues eso estaba muy alejado de la realidad, pero tampoco había sido completamente mala.
Peter había intentando entrar a casa unas cuantas veces, Austin y los del coro llegando de inmediato a rescatarlas. Incluso debieron llamar a la policía una vez cuándo las cosas se pusieron realmente violentas.
Para resumir lo sucedido, las chicas habían salido a dar un corto paseo y al regresar se encontraron con Peter, que debía de estar regresando de alguna de las casas de las muchas chicas fáciles de los alrededores. Peter de inmediato las miro con ira y corrió tras ellas, logrando alcanzar a Lauren casi al instante. Estaba apunto de meterla en su auto cuándo Alejandro salió de casa y comenzó a golpearlo con un viejo sartén, logrando que ambas se refugiaran en casa antes de que el hombre volviese a seguirlas. Pero no fue suficiente. Cuándo Alejandro logro entrar y les ordeno cerrar todas y cada una de las puertas y ventanas del lugar, Peter, completamente desesperado, comenzó a golpear la puerta y amenazo con utilizar un arma si era necesario. Fue entonces cuándo Camila llamo a la policía, el idiota de Peter ganándose una noche en la fría estación.
Intento acercarse un par de veces más, por supuesto, porque no era uno de esos que suelen rendirse fácilmente, pero sorpresivamente, el sábado, cuándo se lo encontraron cara a cara luego de una larga cita con el nuevo psicólogo de Lauren, el hombre simplemente se dio vuelta, entro a su auto y se marcho como si realmente no las hubiese visto.
El lunes Lauren había ido a la biblioteca a solicitar empleo. Según ella, no quería sentirse como una inútil que solo asistía a clases de fotografía porque pensaba que tenía un poco de futuro con eso.
Demetria la había contratado de inmediato, indicándole que aquella sería su semana de prueba, Camila ofreciéndose de inmediato a ayudarla en el proceso de aprendizaje su jefa aceptando, no sin colocarles antes la condición de "ningún tipo de trato demasiado afectivo en horas laborales".
El martes, cuándo Demetria la vio llegar junto a Lauren, le dijo tiernamente que jamás la había visto llegar de tan buen humor al trabajo.
Y fue así como llego el miércoles...
Camila se despertó gracias al sonido del despertador.
No se molesto en buscar a Lauren a su lado porque sabía que la chica ya habría bajado a la cocina para prepararse algo de espumoso café y resolver unos cuántos crucigramas.
No era como si le gustara despertarse sola, pero era agradable saber que Lauren volvía a ser ella misma. Lauren volvía a ser la chica que se levantaba temprano y seguía su estructurada rutina. La chica que podía resolver un crucigrama en diez minutos y disfrutaba de la soledad. La chica que vestía ropa oscura. LA chica que se reía de sus estupideces. La chica que amaba...
Se levanto lentamente, restregandose los ojos, y corrió a darse una ducha. Se coloco de inmediato unos pantalones y la camisa amarilla del uniforme, junto con unos tenis y un lazo blanco. Intento también cubrir las grandes marcas que Lauren había dejado en su cuello la noche anterior, sin mucho éxito.
"Ahora tendré que escuchar "la charla" por tercera vez, Jauregui. Gracias"
La primera vez que había tenido que escucharla había sido justamente la primera noche en la que Lauren se había quedado allí, cuándo sus padres descubrieron marcas descomunales en el cuello de la chica, al igual que en sus brazos... Tuvo suerte de que no pudieran ver sus piernas y su estomago, porque se habrían horrorizado. Le hablaron sobre orgasmos, sexualidad y otras cosas durante al menos una hora, hasta que estuvo lo suficientemente sonrojada y avergonzada para ellos.
La segunda vez fue cuándo las encontraron en una situación bastante comprometedora (Con "comprometedora" me refiero a Camila al borde del orgasmo) sobre el sofá del salón.
Sinuhe y Alejandro habían comprendido que prohibirles el sexo no funcionaria en nada, así que solamente les pidieron que lo mantuvieran entre las cuatro paredes de la habitación de Camila y se dieran el esfuerzo de cerrar la puerta antes.
Bajo lentamente, intentando no hacer ruido. Quería sorprender a Lauren.
Supo que no lo había logrado cuándo resbalo justamente en el último escalón y su trasero golpeo estrepitosamente el suelo.
Cuándo entro en la cocina, caminando torpemente y con una mano en sus nalgas adoloridas, se encontró a Lauren riendo débilmente, vestida con el uniforme de la biblioteca, sus crucigramas hechos a un lado y su taza de café a medio beber sobre estos.

La chica de la ventanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora