UN CONSEJO

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Pensar que  todo  comenzó  a  tan  temprana  edad, pensar  que  desde  el  primer  momento  quedé  prendada de  tus  ojos, dulces  color  miel, de  tu  boca  sensual  y  delicada, de  tu  rostro,tan  hermosamente  varonil, de  tu  forma  de  tratarme.

La  verdad es  que  no  era  la  chica  más  femenina  del  mundo, solía  jugar a  las  carreras  por  las  tardes, con un  montón de  chicos  de  mi  cuadra, con un mono, zapatillas deportivas  y una  franela me  confundía  entre los  muchos  chicos  y  chicas  que  corrían  por  toda  la  calle. no  fue  lindo, para  nada  lindo  cuando  tropecé  contigo.

Yo estaba  sudada, con la  respiración agitada  y  el  cabello revuelto, siempre  tan  rebelde, nunca  he  podido  controlarlo. tú; serio, hermoso, impecablemente  vestido, y  una  burlona  sonrisa  en  el  rostro, además  de increíblemente  alto, ¿ qué  chico  a  los  diecisiete  mide  casi  un  metro  noventa? Sí, no son muchos. tus  hermosos  ojos  color  miel  se  posaron  en  mi.

-¿No crees  que  eres  demasiado  bonita  como para  andar  corriendo como una loca?- me  dijiste  y  yo, sencillamente  creí que  moriría  de  la  pena. Nunca  antes  me  había  avergonzado  de  jugar  con  los  otros  chicos  y  chicas, pero  la  verdad es  que  me  sentí  tan  insignificante  y  vulgar  en  aquel  momento.

Te  había  visto  infinidades  de  veces  en  el  liceo, habías  sido  el  novio de una  de  mis  compañeras de  clases, y  por  si  aquello  fuese  poco, también  habías sido el novio de  mi  vecina, pero  por  primera  vez  te  miraba  así, tan diferente  a  todas  las  veces  que  te  había visto  antes.

-Yo. . . solo  juego- dije  estúpidamente.

-¿Qué  edad  tienes?, ¿ dieciséis?, ¿diecisiete?

-Casi quince- respondí  elevando  orgullosamente  mi  sudado  mentón.

-No eres  más  que  una  chiquilla- me  dijiste  con  una  sonrisa  burlona.

-Soy bastante  grande- respondí  estirando  al  máximo  mi  estatura  y  elevando  mi  cabeza  para  poder  sostenerte  la  mirada- obvio que no tanto como tú gigantón- sonreí con burla.

-Bien, entonces  comportate  como  una chica grande, una  señorita de  tu  edad no anda dando carrera,  puede  lastimarte un carro ó podría  ser  que  un  chico  te  golpeé.

-Sé  defenderme- te repliqué. 

-Si, puede  ser, pero  si  sigues  comportandote  así, jamás  tendrás novio- tocaste  la  punta  de mi  nariz  y  te  alejaste con  paso decidido.

Mientras  te  alejabas me  quedé  confundida  y  debo  admitir  que  un  poco  herida. sé  que  no  me  comportaba  como  todas  las  chicas, no me  pintaba  los ojos  ni  los  labios, no caminaba  contoneando las  caderas, no  usaba  esas  blusas  que  dejaban  al  descubierto  todos  los  pechos. Era  más  bien una  chica  dedicada  a  mis  estudios, a  sacar  buenas  notas, a  portarme  bien  y  obedecer, lo  único  con lo  que  me  entretenía  era con  los  chicos de  la  cuadra, pero  tendría  que  dejarlo, tendría que  cambiarlo  para que  pudieses  verme  con  otros  ojos.

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AQUÍ  EL  PRIMER  CAPÍTULO DE  ESTA  HISTORIA  CORTA. ESPERO  QUE  LO  DISFRUTEN. RECUERDEN  VOTAR  Y  COMENTAR. 

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