Doce años más tarde.
Martha. . .
Me quedó observando a lo lejos y no veo ningún transporte público que se acerque. Voy tarde a la oficina y me pone de malas que el transporte público sea tan horrendo. Necesito llegar temprano, aunque mi jefa es dulce y condescendiente porque sabe que vivo lejos de la capital, en ocasiones suele levantarse con un humor de los mil demonios. Solo espero que su humor hoy sea como el noventa por ciento de las veces.
Vuelvo a mirar mi reloj y comienzo a desesperarme. Es lo malo de vivir aquí; el transporte es un asco, funciona como le da la gana a los choferes, los taxis son escasos y a mi hermano se le dañó el auto. Bien, creo que no es mi día de suerte.
Visualizo una camioneta y elevo los ojos al cielo agradeciendo. Se detiene en la parada y me subo, no hay casi pasajeros, lo que me parece bastante extraño. Doy los buenos días y voy directa a sentarme en los últimos puestos, cuando siento que tiran de mi mano. Me giro con el ceño fruncido y lo veo. . . esos ojos color miel, tan hermosos como hace doce años atrás.
-¿Te sientas conmigo?- por un momento me quedo muda, solo viéndole.
-Sí, claro- respondo al fin y tomo asiento. Se inclina y me da un tierno beso en la mejilla.
-¿Cómo estás, Martha?
-Retardada- le digo y luego río- llegaré tarde a la oficina. . . Estoy muy bien - le digo y sonrío.- ¿y tú?
-Bien- responde mirándome directamente a los ojos y me remuevo inquieta en el asiento- todo lo bien que puedo estar- no comprendo su tono lastimero, pero no me atrevo a indagar- Estás hermosa.
-Muchas gracias, tú te ves muy bien. Sigues llevando la misma colonia.
-Así es. Me encanta.
-A mí también- digo y cuando lo veo sonreír quiero desmayarme.
¿En serio dije eso en voz alta?
¡Idiota!
Me digo a mi misma.
-Siempre te gustó- me dice- ese es parte del motivo por el cual me niego a cambiarla. Mi colonia, las estrellas, las matemáticas. . .son cosas que me recuerdan a ti- me dice y lo miro en silencio, sintiendo como mi corazón late desbocado- ¿qué has hecho de tu vida?
-Estudié, me gradué, además estudié otro idioma, tengo un trabajo importante y soy feliz.
-Siempre supe que serías una campeona, naciste destinada para ser triunfadora en lo que te propongas. . . quisiera hacerte unas preguntas Martha.
-¿Eres detective?- le pregunto con una sonrisa ladeada.
-Para nada. Hace doce años, volví a tu casa porque necesitaba hablar contigo, tu madre y tu hermana me aseguraron que estabas enferma y. . .
-Lo estaba. Duré casi dos semanas con fiebre muy alta.
-¿Por qué no me buscaste después?, sabías que te había ido a buscar a tu casa.
-¿Por qué no volviste a buscarme tú?- le devuelvo su pregunta y se queda en silencio.
-No lo sé- me responde un par de minutos más tarde- fui a buscarte porque me di cuenta que había cometido una estupidez y quería arreglar las cosas, quería que volvieras a mi lado- lo miro con ojos enormes ¡esto no puede estar pasando!- cuando vi cómo te alejabas de mi casa, tan destrozada como yo, supe que cometí una tontería pero. . . sentí que no te importaba.
-¡Me importabas más que a nada en el mundo!- le digo.
-Yo. . . fue mi manera de meterte presión, de obligarte a reaccionar, a que tomaras la decisión de jugarte todo por nosotros. Sin embargo asumiste perderme, fue fácil para ti.
-No lo fue. ¡Me enfermé!, me enfermé de pena, porque te había perdido.
-Pero Martha- parece muy turbado- no querías que hablara con tu madre, no querías caminar el instituto tomada de mi manos, no querías muestra de afecto en público- suspira agotado- siento que no te importaba tanto lo nuestro.
-Te equivocas, me importaba mucho, es solo que no supe darle el justo valor. Yo. . . Catherine, descubrió que teníamos una relación, me reclamó y por algunas semanas me retiró su amistad. Daimar no hacía más que hablar de lo mucho que te había querido y de lo destrozada que quedó cuando te perdió y por si eso fuese poco, Ana, ella buscaba apoyo en mi porque aunque te había perdido aun te amaba. Todo eso me hizo sentir muy mal- le digo y bajo la mirada al suelo- me sentía una traidora con todas ellas, sentí que les había fallado y que no las merecía como amigas, y que tampoco te merecía a ti, porque eso les rompería el corazón.
-Entonces preferiste que fuesen nuestros corazones los que se rompieran- aseguró y me sentí desfallecer. Me toma de la mano y la aprieta buscando brindarme consuelo- ¿ de qué sirvió tanto sacrificio de tu parte si ellas siguieron con sus vidas?, si no comprendían nuestro amor, no eran dignas de tu amistad, porque el verdadero amigo solo desea verte feliz, saber que estás bien. la amistad no se basa en egoísmo Martha. tu eres tan buena y dulce que nos sacrificaste a los dos, a este amor puro y sincero. Nos causaste dolor sin sentido, nos condenaste a ser infelices.
-Lo siento- digo conteniendo las lágrimas, pero con voz temblorosa.
-Yo también lo siento Martha, porque aunque no reniego de mis hijos, porque son mi regalo más hermoso. Nuestra vida juntos hubiese sido diferente, hubiésemos sido realmente felices. Hubiese despertado cada mañana arropándote con mis brazos, hubieses dormido cada noche abrazada a mí, tuviésemos hijos hermosos que se parecieran a ti. . . arruinamos nuestras vidas por cobardes, orgullosos y necios. No tengo ninguna duda de que hubiésemos sido felices, porque tú fuiste, eres y serás siempre el amor de mi vida- las silenciosas lágrimas resbalaron por mis mejillas, sentí que de verdad había arruinado mi vida, había perdido mi oportunidad de ser plenamente feliz- siempre serás mi tierno amor- me dice con una sonrisa afligida, mientras deja un tierno beso sobre mis labios.
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MI TIERNO AMOR
ContoHe descubierto que es cierto lo que dicen ; no hay amor más tierno, dulce, y grande que el primer amor. Ese que te abre camino en el mundo de los sentimientos más profundos, ese que te hace soñar despierta. Te invito a que me acompañes en esta avent...