¡CUMPLEAÑOS!

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Martha. . .

Llego a casa de los padres de Carolina y la llamo tímidamente. Su madre no me tiene mucho cariño y su padre, suele ser malhumorado y mal encarado. Aunque soy un poco tímida intento llevarme con ellos lo mejor posible.

Cuando la llamo por segunda vez es su madre quién sale.

-Buenas tardes, disculpe la molestia. ¿Estará Carolina en casa?

-Si está- responde secamente- espera un minuto.

Luego de que ella entra a la casa, veo aparecer a Carolina con una enorme sonrisa.

-¡Viniste!

-Solo voy de pasada- le dice mientras corresponde a su abrazo- quería verte.

-Y yo a ti, pensaba ir a tu casa mañana. ¿Cómo estás?

-Muy bien, Caro- le dedica una hermosa sonrisa- yo. . . voy a ver un chico.

-¡¿QUÉ?!- grita y comienza a reír como loca- esto sí que e s noticia.

-Calla boba- le golpeo el hombro- no quiero que toda la cuadra s e entere de que tengo novio.

¿¡ES TU NOVIO?!, santo Dios, cuánto me he perdido, ¿ qué se supone que hicieron con la chiquilla tímida e inocente que eras?

-Sigo siendo yo- se encoje de hombros- es solo que él es. . . es maravillosos.

-Esas son las palabras de una idiota enamorada.

-¡Tonta!- le digo y reímos juntas.

-Si vas a verlo, dame tu nuevo número, te llamaré y conversaremos sobre esto- acepto y le doy mi número.

Ahora debo irme, él me espera.

-¿Bueno, me dirás quién es?

-Claro. . . es Wladimir.

-¡¿Wladimir?!

-Si- le dijo ruborizada- él.

-No sé cómo diablos lo habrás logrado, pero debes contarme todo.

-Yo no hice nada. Él fue quien se acercó a mí.

-No digas bobadas, luego me dirás todo. Te llamaré, ahora vete y no lo hagas esperar- me acomoda un mechón detrás de la oreja y me despide.

El trayecto hasta la casa de Wladimir, es bastante corto. Cuando llego no hace falta llamarlo, hay muchas personas en el gran patio, sillas, comida, bebida. Al parecer es una celebración y yo llegué justo en ese momento. Pienso girarme para marcharme cuando su voz me detiene.

-¡Hey guapa!- me quedo de espalda sin moverme- ¿A dónde crees que vas?- sus manos rodean mi cintura y me hacen girar.

-Hay una fiesta- le digo mirándolo a los ojos. No me dice nada, sino que desciende hasta apoderarse de mi boca. Sus labios se mueven incitante sobre los míos, así que le rodeó el cuello con mis brazos y lo acerco más a mí para profundizar el beso, buscando saciarme de él.

-Es la fiesta de cumpleaños de mi madre- me dice cuando el beso culmina.

-No quisiera. . .

-Yo si quisiera- me dice tomándome una mano y besándola- vamos, te presentaré a mi madre oficialmente.

-Yo. . . yo. . .

-No estés nerviosa- toca la punta de mi nariz en ese gesto tan tierno- madre te adorará.

La señora Maura era alta, muy delgada y bonita, con unos lindos ojos color miel llenos de brillo.

-¡Ella es Martha, mi novia!- le dijo y yo temblé internamente.

-Qué bonita eres Martha. Es un gusto conocerte.

-El gusto es mío señora, feliz cumpleaños- la miro nerviosa- lamento haber llegado sin un obsequio yo. . .

-No te preocupes cariño. Ver los hermosos ojos de mi hijo llenos de ese bonito brillo es un hermoso regalo- sonrío y puedo asegurar que estoy ruborizada, mientras él me sostiene por la cintura.

-Esta hermosa jovencita debe ser Martha- me giro hacia el hombre alto, delgado y de unos profundos y bonitos ojos azules.

-Si padre, es ella.- le dice Wladimir.

-Mucho gusto hija- me da un fuerte abrazo y yo sonrío por su gesto afectuoso- esperamos disfrutes de la fiesta.

-¡CUÑADA!- grito Álvaro apareciendo y ganándose una risa por mi parte.

-¡Estás loco!- le digo abrazándolo.

-Nunca lo he negado- responde y todos comenzamos a reir.

La próxima hora pasó entre risas, bebida y chistes.

-Tuviste suerte con ellos- me asegura Wladimir abrazándome- les caíste muy bien.

-Son muy buenas personas- le respondo con una sonrisa y luego escondo mi cabeza en su pecho, permitiéndome aspirar su rico aroma.

-Te amo Martha. . . En serio lo hago- su voz ronca entra por mis oídos y estremece todo mi ser.

-Y yo a ti- lo abrazo con fuerza- nunca había sentido esto. Te necesito tanto.

-No creo que tanto como yo te necesito a ti- me aleja y acaricia el contorno de mi rostro.

-Quizás pueda convencerte con un beso- le digo con timidez mientras me pongo de puntilla ofreciendo mis labios.

-Usted sí que sabe convencerme -responde él haciéndose de mi boca, estremeciendo cada rincón de mi ser, haciéndose dueño de mi amor, de mi al, de cada uno de mis temblores. 

Lo que nunca imaginé fue que mientras yo me entregaba a ese dulce beso, envuelta por la calidez de su abrazo, unos ojos color café estaban fijos en nosotros, desde el otro lado del patio.

MI TIERNO AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora