The Story of my Life [INTERRUMPIDA]

Capítulo 31

Me desperté tremendamente cansada... Malditos medicamentos y maldito el idiota que me rompió la pierna.

- ¡Álex!

Vino corriendo y se asomó a la puerta.

- Dime.

Puse los brazos en alto y los abrí, pidiendo que me cogiera. El resopló pero enseguida volvió a sonreir, me cogió en volandas y cuando iba a salir de la habitación yo pegé un gritito al descubrir que estaba en pijama.

- ¿Qué pasa?

- Mírame, bueno mejor no me mires, estoy medio desnuda.

- Mentira, llevas un pijama veraniego muy mono.

Puse un puchero.

- Además, ¿qué te importa?

- ¡Mucho! - le espeté. Él se rió. - ¿Cómo voy a ir a clase? - pegunté intentando olvidarme del atuendo.

- No vas a ir hasta que te traigan del hospital una silla de ruedas, y yo me quedaré aquí contigo y con tu pijama.

Aquello me recordó que llevaba puesto y me sonrojé.

- Entonces ¿qué vamos a hacer?

- Algo que no te va a gustar...

- ¿Psicólogo?

- Sí... Cuatro horas porque ayer vino y le dije que estabas mala.

- Jooo...

- Lo siento.

Lo acerqué a mí y le levanté la camiseta por la parte de atrás.

- ¿Qué es esto?

- Ah... Lo has visto...

- Sí.

- Es un hada sentada encima de una daga.

- ¿Significa algo?

- Sí, significa que lo más bello también puede hacer daño...

- Me encanta.

- ¿De verdad?

Asentí con la cabeza mientras le recorría con los dedos ese precioso tatuaje... Estaba situado en la parte baja de su espalda, en la zona lumbar. Había una preciosa hada vestida con colores verdes y rosas pero no resultaban llamativos, tenían un tono especial. El hada estaba sentada en la empuñadura de una daga colocada verticalmente, esta estaba coloreada en tonos grises y negros. Era precioso y además tenía un precioso significado. Si me hiciera uno me gustaría que fuera parecido. Volví a recorrer el tatuaje con mis dedos pero esta vez más intensamente. Él gimió y yo sonreí, entonces le besé el cuello, él se giró y yo le di un beso lleno de pasión en los labios, pero sonó el timbre, ¿siempre tenía que estropear los momentos más mágicos? Odio a ese spicólogo...